Promesas y Resultados

13 de Octubre de 1999

En épocas eleccionarias se reflora con inusitado ahínco el establecimiento de un sinnúmero de promesas incumplibles. Entre el discurso "aterrizado y populista" y el de "los grandes cambios" existe un elemento en común: nadie es capaz de saber algunos meses o años más tarde si se han cumplido o no.

No existe en nuestra sociedad un sentido de "accountability", un concepto que tanto nos cuesta poner en español, pero que se refiere, precisamente, a hacerse responsable por los compromisos contraídos y obligarse a reportar en forma transparente los resultados.

El desprestigio de la política tiene mucho que ver con este tema, y con la relativa indefensión en que se encuentra el ciudadano común frente a compromisos que no sabe cómo aquilatar. Los mismos no se evalúan objetivamente con posterioridad debido a la ausencia de una cultura inquisitiva y objetiva. La misma debe propiciarse por medio de instrumentos apropiados y de origen independiente. En efecto, mucho ayudaría a la educación ciudadana si existieran indicadores que, en forma periódica, permitieran evaluar la marcha del país más allá de los indicadores formales y cuantitativos de tipo oficial. El grado de satisfacción de la gente con los servicios que recibe, los problemas organizativos de los mismos y su relación con calidad y transparencia, la opinión del ciudadano sobre lo que recibe de los ámbitos públicos y privado, la calidad de vida, en términos generales, son elementos posibles de sistematizar para representar el grado de satisfacción o insatisfacción de la gente, retroalimentar la esfera de las decisiones, y aquilatar mejor la elaboración de las ideas y de las discusiones eleccionarias.

Sin ninguna duda, esta iniciativa daría mucha mayor seriedad a las decisiones y a las promesas que periódicamente recibimos, y que nunca sabemos bien cómo evaluar con posterioridad, sino sobre la base de sentimientos y pareceres subjetivos. Representaría un progreso impensable para mejorar la calidad de las decisiones, apagar el populismo insensato y profundizar la relación entre promesas y resultados, que es lo que un país necesita para progresar usando lo mejor que tiene.
 

 

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