Desempleo Persistente

07 de Julio de 1999

La velocidad de recuperación de la economía chilena depende de una multiplicidad de factores, destacando los internacionales y especialmente la recuperación de las economías asiáticas. Las acciones de política recientemente anunciadas tienen, si algunos, efectos de mediano y largo plazo en orden a estimular la creación de empleos y la disminución del costo que significa el desempleo abierto. Incluso las medidas que se refieren al PROTRAC, y que en cualquier caso dependen de discusiones que no serán de alta ejecutividad en el Congreso Nacional, tendrán efectos dilatados y mas bien futuros. Será sólo la recuperación productiva que ocurra durante el último semestre la que determinará el nivel de desocupación que existirá a fin de año.

En la actualidad, el Gran Santiago se caracteriza por casi un 13% de desocupación, sugiriendo que el país en promedio debe tener cerca de un 11.5%, considerando un concepto similar de desempleo (esto es, todos aquellos que se encuentran activamente buscando ocupación a los salarios vigentes). Si el país crece en forma tal de alcanzar cerca de 1% n el año, es difícil creer que la desocupación alcance a menos de un 10 u 11% a diciembre. Con un crecimiento de 5% para el año 2000, la desocupación podría no disminuir a menos de 8 o 9%, si el entendido de que los salarios reales no aumentarán significativamente, para permitir un acomodo de la mayor producción por la vía del empleo, y no sólo de la mayor productividad de la mano de obra. Es decir, el problema de desocupación que deja esta crisis se extenderá al año 2001, cuando un crecimiento de 6 o 7% permita una expansión mas sustantiva del empleo, y no incentive una mayor participación en el mercado laboral.

Por ello, las medidas anunciadas tienen igualmente relevancia, a pesar de su relativa inefectividad de corto plazo. Estamos ante un problema mas persistente de lo que se había previsto, especialmente porque existirán presiones salariales que irán haciendo menos factible la expansión del empleo mas allá del crecimiento de la fuerza laboral. En ese sentido, esta experiencia es distinta de aquella de la crisis de la década pasada, cuando la expansión fue estimulada por una notable depreciación real y estancamiento de los salarios. Hoy día la discusión debe centrarse en los aspectos sociales que deben atenderse en forma efectiva, para reducir el costo de la desocupación, un terreno en el cual se puede mejorar en forma sustancial la potencialidad de los instrumentos existentes. Asimismo, debe también analizarse con cuidado la relación costo-beneficio de las iniciativas recientemente anunciadas, ya que su impacto fiscal y productivo puede volver a levantar señales preocupantes.

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