Lecciones de una Crisis

23 de Junio de 1999

El país presencia una discusión de varios años con relación al seguro de desempleo y su posible instauración. Un tema más o menos de consenso, respecto del cual se pensaría que no es difícil generar las voluntades de convergencia; sin embargo, después de tanto tiempo hay una gran ausencia de soluciones. Ha habido falta de liderazgo político para enfrentar los intereses corporativos que defienden legítimos principios, pero que se contraponen a los objetivos que deben perseguirse como país. No se ha podido avanzar porque no ha habido claridad de propósitos ni una decidida intensión de saltar las barreras que sea menester para cumplir con ellos. Esto muestra una clara falta de voluntad nacional, al menos en términos de las voces que deben indicar salida a la natural contraposición de ideas.

Por otro lado, el país estaba destinado a sufrir una recesión más o menos aguda. Sin embargo, siempre se negó que se fuera a alcanzar cifras de desempleo de dos dígitos, que es la realidad que hoy día enfrentamos. Surgen ahora las recetas de última hora, aquellas que actúan detrás de los hechos y muestran el peor resultado posible: hay desencanto en el país por lo que parece ser una falta de realismo y de oportunidad; sufren los desempleados y sus familias; hay una sensación de "victoria a lo Pirro" de aquellos que se opusieron al avance más decidido en materia de un seguro de desempleo. Ha perdido el país, una vez más.

Lo ocurrido con este episodio deja algunas lecciones importantes. No hay que dejar de avanzar en lo que se considera fundamental para el país, a pesar de la oposición de grupos de interés. Hay que enfrentar las recesiones con realismo y transparencia, sin decirle a la gente que nada pasará; la minimización de los efectos de un shock externo hace perder credibilidad en forma generalizada. No hay que caminar detrás de los hechos, sino delante de ellos, previendo en forma sustantiva los desarrollos futuros por medio de políticas anticipatorias. Mal que mal, para eso debe contarse con el liderazgo de una clase política y de un gobierno que conduzcan con propiedad los destinos del país, y que sea capaz de abrir los temas en forma transparente para la discusión y la más diligente de las decisiones.

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