Valorando el Arte y la Cultura

17 de Febrero de 1999

En los tradicionales cursos de desarrollo económico, en los que se discutía el caso de un país que había alcanzado la valla de la industrialización, se postulaban una serie de "características" que el país en cuestión había también hecho suyas. Entre muchas otras, se mencionaba el desarrollo y prácticas de las manifestaciones artísticas y culturales. Naturalmente, no se decía con ello que los países menos desarrollados no tuviesen arte y cultura, sino lo que se quería decir es que existía una política de Estado que promovía y defendía ese quehacer. La necesidad de humanizar el desarrollo material y de integrar a la sociedad toda al arte y la cultura, se mencionaban como las razones de fondo para una política que favorecieran estas actividades.

Ciertamente, esas enseñanzas siguen siendo válidas para caracterizar el proceso de desarrollo material de las sociedades. Sabemos que un simple número llamado "ingreso per cápita", no revela toda la complejidad del proceso de desarrollo y sus manifestaciones a nivel de calidad, de vida de los habitantes de un país. Sabemos también que dicho proceso requiere de un grado importante de humanización, de preocupación por las personas, más allá de los aspectos materiales que envuelve la seguridad y la infraestructura social. La cultura y el arte pasan a convertirse en elementos organizadores y catalizadores, ya que, por una parte, se transforman en manifestaciones integradoras y generadoras de la cohesión social, mientras que por otra, se convierten en verdaderos "barómetros" del clima social, de las grandes tendencias que han de influir en el devenir social y económico.

La necesidad de un rol activo de Estado n este campo, constituye una necesidad política sobre un tema de alta preponderancia. No se trata de ser más "generoso" con el arte y la cultura en la medida en que existan mayores medios; se trata de que estas actividades se constituyan en una actividad de índole estratégica, ya que su devenir ha de representar, en gran medida, la verdadera implicancia del desarrollo económico y la efectividad de los mecanismos generadores de estabilidad de largo plazo que las sociedades requieren.

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