Retos de la Globalización

06 de Enero de 1999

La primera década del próximo siglo estará profundamente marcada por la internacionalización de la economía mundial y el proceso de globalización. Cuando comenzamos a vivir el último año del siglo XX, la incorporación del euro al mercado se enmarca precisamente en la más notable experiencia de integración originada a fines de este siglo. El proceso de integración europea ha tomado un largo tiempo y ha ido produciendo una convergencia cuyo resultado se está visualizando en la aceptabilidad del euro y la marcha definitiva a una centralización monetaria. Evidentemente, ese proceso proporciona una serie de importantes lecciones para otras áreas del mundo.

La mayor experiencia de integración de nuestros días, al menos desde el punto de vista político, enseña que existe un largo y difícil camino para que una integración exitosa se transforme en una verdadera globalización. Porque, efectivamente, existen costos que deben pagar ciertos países y economías para ajustarse a una situación de integración plena.

Ese sacrificio no es a menudo una característica de los procesos de negociación política en materias de integración económica. Como lo muestra el caso del NAFTA, las negociaciones tienden a ser perturbadas por los objetivos políticos internos. La iniciativa del ALCA necesita una inyección de vitalidad en términos de los objetivos de largo plazo, y de la consecución de un proceso de globalización que implique un verdadero avance en términos económicos. No se avanzará en medio de desconfianzas, temores, inestabilidades políticas y financieras, ausencia de coordinación económica efectiva, imposiciones de grandes a pequeños, etc. Se precisa un marco concordado de política que se proyecte en el tiempo, y que contenga el conjunto de elementos básicos a desarrollar como una globalización efectiva.

Camino largo y difícil, que nuestros políticos del continente tendrán que meditar profundamente para que asuman las responsabilidades y los costos que el futuro de la integración demanda en forma irrenunciable.

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