Liderazgo Fiscal

23 de Septiembre de 1998

Poca duda cabe sobre las implicancias fiscales del ajuste que la economía chilena vive en la actualidad. Es necesario retrotraer el nivel de gasto a una realidad compatible con el ingreso disponible; la política monetaria realiza tal ajuste por una vía costosa, elevando el costo del endeudamiento para las empresas y debilitando su potencial de inversión. El gasto público debe reducirse en forma compatible con el menor crecimiento, especialmente si el país desea, al mismo tiempo, que la inflación se reduzca en forma no despreciable. Evidentemente, tal propósito no está exento de costos políticos que la autoridad debe evaluar.

El verdadero liderazgo de los gobiernos se muestra justamente en los períodos difíciles, cuando deben indicarse las salidas a los problemas. Ellas no están, usualmente, exentas de costos significativos. En el caso chileno, es importante que el Gobierno identifique las áreas del gasto fiscal que deben sufrir mayores ajustes, ya que no puede llevarse a cabo una reducción pareja del gasto en términos de sus distintos componentes.

La crisis actual podría servir para reseñar los nuevos énfasis, los cambios estructurales en la política pública, con vistas a una organización y nivel de gasto del Estado chileno. Tal definición requiere liderazgo, claridad política y definición del sentido de largo plazo de la política fiscal y económica.

La crisis actual es una oportunidad para concretar los ánimos de reforma del Estado. Debe servir también para preparar la salida de la crisis en forma anticipada, fijando desde ya una respuesta frente a países que reingresarán a la economía mundial con agresiva competitividad. Ello requerirá un énfasis especial en educación, investigación, salud y política laboral. Esto debe hacerse hoy, no más tarde, cuando se enfrenten las consecuencias de una poscrisis en que Chile puede enfrentar decepción política, baja productividad, y generalizado inconformismo. El establecimiento de políticas de ajuste debe servir para crear bases de apoyo para un ajuste sostenible en base a objetivos de mediano y largo plazo. En otras palabras, el ajuste ha de requerir un liderazgo fiscal cuyo criterio y trascendencia escapen a la situación de corto plazo, y anticipe las condiciones con que se enfrentará el crucial período pos-crisis.

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