Metas Económicas

19 de Agosto de 1998

Dentro de poco el banco Central revelará su meta de inflación para 1999 y las predicciones sobre otras variables macroeconómicas. Sin duda alguna, la meta de inflación seguirá constituyendo el "ancla" nominal de la economía en torno a la cual se ajustarán los restantes precios claves. Una aproximación muy pertinente, en la medida en que ello permite ordenar la política monetaria, orientar la política fiscal y proseguir en la senda de disminución de la inflación hacia niveles similares a los países industriales. Esto último no debe sorprender ni constituir fuente de crítica puesto que la tendencia observada en todo el mundo - particularmente en la región latinoamericana - ha sido la de una marcada y sostenida disminución de la inflación, con lo cual se esperan notables beneficios en los terrenos de la eficiencia y la equidad.

Las condiciones generales para el próximo año son suficientemente difíciles como para que el análisis subyacente a la inflación alcanzable sea emprendido con extremo cuidado. La prolongación de la crisis asiática, y sus manifestaciones en cuanto al persistente deterioro en términos de intercambio, exportaciones reales y flujos de capital de corto plazo, alerta acerca del mayor deterioro en nuestras cuentas externas y la eventual necesidad de otorgar mayor flexibilidad al tipo de cambio. Ello permitiría un más flexible respuesta de oferta frente al escenario externo, disminuirá el ritmo de pérdidas asociadas a la intervención cambiaria y facilitaría la introducción de un escenario más positivo del punto de vista de las expectativas. Por el lado real de la economía, no debe olvidarse que la disminución del gasto y la caída sostenida en el precio del cobre, se han unido a la disminución de la demanda externa para provocar presiones al alza en el desempleo y menor crecimiento de los salarios reales. La situación que se prevé parece recomendar la adopción de una estrategia anti-inflacionaria que privilegie la flexibilidad en las metas, para lograr un acomodo menos costoso en función del incierto curso de las variables exógenas a la economía nacional.

La instauración de metas de inflación puntuales -como opuesta aquella establecida en términos de rangos- entra en contradicción con la necesidad de permitir mayor flexibilidad cambiaria, que será un factor clave a considerar frente al austero escenario externo que se espera para 1999. La credibilidad del Banco central dependerá no sólo del alcance de la meta propuesta, sino también de la consistencia con que deberá abordar el problema cambiario durante 1999. Dicha credibilidad, por otra parte, se ligará también profundamente a la necesidad de minimizar el costo del ajuste hacia el objetivo mayoritariamente compartido en torno a obtener una inflación compatible con la del mundo que deseamos alcanzar.

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