Oportunidad o Amenaza

08 de Julio de 1998

La crisis externas representan una clara amenaza para un país pequeño como el nuestro. Por ejemplo, se ha destacado que la situación actualmente prevaleciente está llevando nuestra balanza de pagos a un estado crítico, como asimismo a cuentas fiscales deterioradas en forma profunda por la situación de precios internacionales. A lo anterior se unen los efectos indirectos, que tiene que ver con consecuencias cambiarias y monetarias y el menor crecimiento del empleo que tienen lugar junto a la creación de expectativas negativas y un más lento camino de recuperación, comparativamente a aquél que ha llevado a la desaceleración. Marcada esta crisis, además por el esfuerzo interno para llevar la inflación a niveles menores que el año 1997, la amenaza que ella representa se extiende a la desaceleración de la inversión y del potencial de crecimiento.

Todo lo anterior es cierto, y las políticas recientemente adoptadas se animan a corregir los problemas que la crisis asiática introduce. No hay que dejar que considerar, sin embargo, que la situación inicial de la economía chilena es muy sólida, contribuyendo ello a aminorar los efectos de la desaceleración que está sufriendo. Sin duda, la economía chilena no está en una crisis, sino en una desaceleración que se prolongará hasta el próximo año, y cuyos orígenes son fundamentales externos.

A pesar de lo anterior, y siguiendo el análisis que postula la planificación estratégica, las crisis externas también representan una oportunidad. Hay una serie de reformas y cambios pendientes que podrían emprenderse con motivo de las presiones externas y sus resultados macroeconómicos. Se trata de utilizar la situación coyuntural para avanzar en materias que se han mantenido en statu quo, pero que constituyen una prioridad en cuanto a continuar del permanente proceso de agilización de la economía. En particular, la reforma tributaria y el logro de avances más definidos en materia de modernización del Estado, adquieren el carácter de pasos estratégicos para consolidar el crecimiento futuro y proveer mayor estabilidad económica y social. Asimismo, la protección de ciertas "áreas claves" para proyectar l país en las etapas de consolidación de su expansión - como son los casos de educación y salud - resultan fundamentales en la para lograr credibilidad sostener la espera de la recuperación, requiriendo reformas inmediatas.

Toda crisis constituye una amenaza a la vez que una oportunidad. La habilidad del conductor de la política reside, justamente, en la posibilidad de atacar los factores amenazantes tanto como utilizar las oportunidades que se pueden abrir por medio de las políticas pertinentes.

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