Continuismo sin propuesta

Santiago, 16 de Febrero de 2005

Hay un decaimiento muy sensible en los planteamientos de los dos conglomerados partidistas principales. Se habla mucho más de encuestas y ratings, que de propuestas para enfrentar los agudos problemas nacionales pendientes. Se pernocta en viviendas populares o se comparten "cafecitos" en lugares públicos, para así atraer las cámaras y la atención pública, pero sin que en todo ello medie una sola idea nueva que pueda convencer a un electorado cada vez más apático. Los acuerdos son débiles al interior de los propios conglomerados. En uno, parece intocable la idea de pensar en un candidato alternativo, visto el desgaste progresivo del actual y la verdadera imposibilidad de rescatar una agenda programática atractiva. En el otro, la cuestión se sigue basando en lo que dicen las encuestas (la mayoría de ellas llevadas a cabo por entidades ligadas a la oposición) sin que se responda preguntas cruciales como: ¿en qué se diferencia verdaderamente una candidata de la otra con respecto a las propuestas? ¿cuál será la marca distintiva en lo programático para un eventual cuarto período de la concertación? ¿qué mecanismo favorecerá una discusión de fondo, y no sólo la organización de una elección interna basada en los partidos?. En un sector, se trata de ideas que efectivamente innoven sobre las desgastadas propuestas que hemos escuchado en el pasado. Para el otro, se trata de dar la señal innovadora, para acometer todo aquello que el continuismo no permite abordar con decisión y cambios de fondo, especialmente en las materias sociales que tanto afectan al país.

En días pasados, una autoridad de gobierno hacia una cierta apología al continuismo, ya que ello significaría continuar con el crecimiento, la apertura, la estabilidad económica. El drama es que ello también implicaría continuar con las diferencias brutales en la distribución del ingreso, el persistente desempleo, la clase media empobrecida y pegada a la línea de subsistencia, la inequidad regional y de género, la vergonzosa calidad de la educación pública y los severos problemas que enfrentan nuestros ancianos y las medianas y pequeñas empresas. Frente a eso, ¿cuál es la propuesta diferenciadora, capaz de crear consensos y que permita avanzar más allá de cuatro años?. Para muchos el tema del cambio de gobierno pasará sólo por nuevas caras a cargo de las responsabilidades. Para la ciudadanía, decepcionada de la conducción que los políticos dan a los asuntos de interés nacional superior, esta puede ser una nueva desesperanza.

 

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