Inscripción juvenil

Santiago, 30 de Marzo de 2005

La escasa inscripción de jóvenes en los registros electorales tiene tres causas fundamentales. En primer lugar, y principalmente, la falta de atractivo que ejerce la política tradicional y partidaria como fuente de actividad creativa, de posiciones para pensar y proponer. La política se ha transformado en algo instrumental, superficial y poco interesante para quienes desean debatir sobre la necesidad de cambios de fondo en nuestra sociedad. Como tal, la política no es hoy atractiva para jóvenes que alientan sueños; que se sienten discriminados por una sociedad materialista y de adultos, y que no ven propuestas ni diagnósticos y ni siquiera un ánimo de esperanza sobre sus problemas por parte de los políticos y los partidos. En segundo lugar, los jóvenes no se inscriben porque su formación cívica es deficitaria, cuestión a la que ha colaborado la escasa atención que la educación chilena brinda a estos temas. No hay formación sobre democracia; sobre participación; sobre una vida cívica que inspire respeto y tolerancia, los políticos son usualmente pésimos ejemplos a la hora de considerar estos principios. En tercer lugar, porque la ley chilena impone el voto como obligación perentoria, no como un derecho que no ejercido significa una opción válida y legal en cualquier momento. En muchos países la abstención es, precisamente, una forma de expresar rechazo o insatisfacción. En Chile se considera un delito.

Los llamados a la inscripción de los jóvenes deben considerar estos y otros problemas fundamentales. No se trata de que los jóvenes encuentren inadecuados los horarios de atención en el Servicio Electoral, y que ello cause su apatía actual. Esta visión rústica del problema pasa por alto la necesidad de cambiar la actitud de la política y de los políticos, para hacer atractivas las propuestas y permitir que los sueños de los jóvenes se reflejen nuevamente en los postulados a debatir y en las medidas a asumir. Cuando los políticos hagan propuestas sobre el financiamiento de la educación, el deporte y la cultura; cuando aborden graves problemas pendientes como el derecho a trabajar o el Crédito Universitario, o cuando acometan de verdad el grave tema distributivo que afecta al país, entonces y sólo entonces podremos esperar que los jóvenes se involucren como ciudadanos.

 

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