Universidades chilenas en el mundo

Santiago, 26 de Enero de 2005

Un asesor empresarial y profesor universitario escribió recientemente que Chile tiene tenistas de nivel mundial pero no universidades. Hay muchas cosas que en Chile no son de nivel mundial: nuestra educación y nuestra salud, que son plenamente de un país subdesarrollado. Nuestro deporte, en general, no es de nivel mundial ni mucho menos. Tampoco lo son el arte y la cultura, dominado por falta de medios y de posibilidades reales de progreso. Tampoco lo es la forma en que se toman muchas decisiones públicas, como también lo es ciertamente la forma en que se hacen muchos negocios, lejos de la transparencia y plena información pública que ameritaría una clase mundial. No hay que extrañarse que nuestras universidades no sean de nivel mundial, al menos dentro de las cien primeras. Cómo podría serlo en un país que figura entre los 15 con peor distribución del ingreso en el mundo, un récord notable y vergonzante que ameritaría más líneas por parte del intelecto libre y pujante.

La Universidad de Chile está en el grupo de las 300 mejores universidades del mundo, y es una de sólo siete universidades latinoamericanas en el ranking de las mejores 500 preparado por la Unión Europea. Y es difícil que se logre más en las décadas que siguen. Somos un país de bajo ingreso per capita (y bastante mal distribuido) por lo que no se podría financiar a las universidades a partir de los aranceles que paguen los alumnos. El financiamiento público es escaso, especialmente en materias de investigación y desarrollo. Y la empresa aquí contribuye menos de 20% a la inversión en ciencia y tecnología, mientras que en los EE.UU: ese porcentaje es de más de 80%. Y, por lo demás, como parece olvidarse, las universidades chilenas fueron no sólo intervenidas militarmente sino que la mayoría de ellas, sobre todo la Universidad de Chile, reducidas en su ámbito de acción y posibilidades de desarrollo. Es cierto: todavía hacemos trabajo universitario muy serio, pro contribuimos poco, aunque en forma identificable, a la creación y la investigación mundiales. Somos interlocutores de las grandes universidades, pero aún hermanos menores en muchos respectos. Una buena llamada de atención a la sociedad chilena: sin educación no hay futuro, y el camino de no privilegiar a la educación nunca tendremos "medalla olímpica" para nuestra educación superior.

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