Extensión interuniversitaria en La Araucanía

Primera Escuela de Verano Indígena invitó a 200 escolares a llegar a la Universidad

Escuela de Verano Indígena invitó a 200 escolares a la Universidad
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La iniciativa, organizada por las universidades de Chile, Bío-Bío y La Frontera, ofreció talleres didácticos e interactivos, en los que participaron más de 200 estudiantes.
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En los talleres dictados por estudiantes y académicas/os de las tres universidades, trataron temas como las energías renovables, internet de las cosas, biotecnología y psicología comunitaria, entre otros.
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Esta primera escuela contó con el apoyo del Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI), NIC Chile y Computational Intelligence Society dando lugar a una de las pocas iniciativas interfacultades para población indígena.
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Esta iniciativa partió de un acuerdo de la FCFM con la comunidad que pidió una escuela de verano en su propio territorio para que los niños/as pudieran tener contacto la comunidad universitaria, cuenta Doris Sáez Hueichapan, subdirectora de Pueblos Indígenas de la FCFM.
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Según cifras del Ministerio de Desarrollo Social, solo un tercio de los jóvenes pertenecientes a algún pueblo indígena asiste a una institución de educación superior.

Con una amplia convocatoria que superó las expectativas, culminó la primera Escuela de Verano Indígena organizada por las facultades de ingeniería de las universidades de Chile, Bío-Bío y La Frontera, que se realizó este lunes 23 y martes 24 de enero en Nueva Imperial, Región de la Araucanía. El encuentro reunió a niñas y niños de pueblos originarios, junto a académicas, académicos, y universitarias y universitarios. 

Más de 200 escolares de 7° básico a 4° medio llegaron hasta el liceo Luis González Vásquez para -a través de charlas y talleres prácticos- tener un primer acercamiento a distintas disciplinas, como las energías renovables, cuidado del medio ambiente o el internet de las cosas. Aprendieron también la importancia de continuar sus estudios y las facilidades que les entregan las universidades participantes. 

La iniciativa tuvo el apoyo de las municipalidades que facilitaron buses para que niñas y niños de localidades alejadas como Cholchol, Galvarino, Pitrufquén, Puerto Saavedra y Carahue, entre otros, pudieran sumarse. Los recibió un equipo de profesores y estudiantes de las tres casas de estudio para hacerles una invitación: llegar a la universidad, aprender y volver a las comunidades a solucionar sus problemas y demandas. 

La profesora Doris Sáez Hueichapan, académica del Departamento de Ingeniería Eléctrica y líder de la subdirección de Pueblos Indígenas de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la U. de Chile, quien lleva años trabajando con comunidades de la zona, está feliz con la convocatoria y las metas cumplidas en esta primera versión y ya piensa en la segunda edición.

“Estamos súper contentos porque cumplimos los objetivos que queríamos, que era acercar la Universidad a los propios territorios, es decir, fomentar la educación superior en los niños indígenas de la zona en su propio territorio. Creo que los logramos motivar, con un equipo grande que viajó en la alianza de las tres universidades, sumamos más de 40 personas entre estudiantes, profesores y profesoras”, dijo la profesora Sáez. 

Además de motivar a los niños y niñas a la educación superior, y mostrarles lo que se hace en la universidades a través de talleres de internet, de energías renovables, biotecnología, etc., el segundo objetivo era involucrar al cuerpo académico y estudiantil en lo que está pasando en los territorios.  “Llegamos bien contentos con los desafíos que nos plantean las comunidades y las niñas y niños. También, en términos de cómo podemos tener un apoyo mutuo entre la universidad y las comunidades indígenas, real y más concreto, sin generar expectativas de cosas que no se pueden hacer”, agrega la especialista.  

“Fue un éxito desde las dos miradas: desde los niños que se acercaron a la universidad, y nosotros nos acercamos como comunidad universitaria hacia los territorios y los desafíos que plantean las comunidades. Quedó el mensaje y quedamos con muchas ganas de hacer cooperación entre las tres facultades de ingeniería”, dice la líder del evento. 

En tanto la profesora Millaray Curilem, académica académica del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de La Frontera (UFRO), destaca que este es también un importante desafío para las universidades y cómo abordan la formación integral de sus estudiantes, especialmente, aquellos provenientes de comunidades de pueblos originarios.  “La profesora Doris nos convocó para poder formar parte de esta organización, lo cual evidentemente es absolutamente importante porque la universidad, a nuestro juicio, está al debe con la comunidad. Somos universidades que generalmente y debido al modelo que tenemos, tenemos que mirar y competir con otras universidades para colocar nuestra investigación y también en parte nuestra docencia al servicio de lo que está demandando el mundo, en cierta forma y en muchos casos dándole vuelta la espalda a nuestras regiones, que tienen necesidades mucho más urgentes y específicas”, dice la académica de la UFRO. 

Al finalizar hubo un conversatorio con Lonkas, Lonkos, Machi y funcionarios y funcionarias de las municipalidades, más los tres decanos de las facultades de ingeniería participantes. En esta instancia, las comunidades plantearon sus inquietudes. “Una de las cosas que nos impactó, es que dijeron que la universidad transforma a la gente indígena, que llegan con otra mirada a sus comunidades y que no se adaptan; así como otras dudas relacionadas con las razones de que los estudiantes indígenas no terminaban las carreras, si era un problema económico o social. Entonces,  la idea es que las universidades también tengan una mirada integral”, dice la profesora de la Casa de Bello. 

“Las propias comunidades en este encuentro se quejaban que los jóvenes se gradúan y se van de la región y no hacen este aporte que uno esperaría. Las universidades también nos podemos hacer cargo de eso y por sobre todo darle a los jóvenes de nuestras regiones la inquietud de que ellos sí pueden llegar a la universidad y pueden hacerlo aportando al territorio. Ese es el gran mensaje y eso parece absolutamente imprescindible. Las problemáticas regionales son problemáticas mundiales y por ende es muy importante que nuestros jóvenes desde sus realidades, desde sus cosmovisiones, tengan la seguridad de que ellos también pueden, porque para ellos el camino es mucho, mucho más difícil”, agrega la profesora Millaray Curilem. 

Escolares indígenas felices 

Una de las estudiantes que cursó la Escuela de Verano fue Thiare Pichun, alumna de Segundo Medio del Liceo Luis González Vásquez, quien tomó dos talleres. “Cuando leí la palabra ‘indígena’ al final del aviso de escuela de verano dije ‘esta es mi oportunidad’. Me inscribí en el taller de Impresión 3D de la Facultad de Ingeniería del Biobío, y me impresioné bastante porque esta tecnología no se ve mucho; y en el de la Universidad de Chile que trataba de hacer jabones y aceites a través del gas. Aprendí varias cosas, de bioquímica y biotecnología, que igual me trajo como una nueva alternativa para estudiar que no conocía”, dice Thiare.  

La escolar valoró también la información que le entregaron de los programas especiales para mujeres pertenecientes a comunidades originarias. “Fui a los dos días y de hecho nos hicimos un grupo de amigos. Entonces fue algo como para socializar también porque asistieron estudiantes de otros liceos, de otros lugares que les interesó mucho esto, por ejemplo, algunos compañeros que viven en el campo y que querían estudiar algo más allá que un técnico en un liceo”, agrega Thiare que ahora quiere estudiar Bioquímica y sería la primera universitaria de su familia. 

Tihare tomó el taller dictado por el estudiante de Ingeniería Civil Química de la U. del  Bío-Bío, Pablo Arriagada, "Hay un antibacteriano en mi hogar" en conjunto con la profesora Paola Bustos. “En el taller se mostraba con técnicas de laboratorio y de elaboración casera, la extracción de aceites esenciales de plantas que se pueden encontrar día a día en jardines, ciudades, poblados, de áreas rurales como urbanas. Se complementó con la experimentación y la observación de distintos objetos mediante un microscopio y una lupa. De esa manera se les enseña a usar estos dos tipos de equipamientos que son muy comunes en los laboratorios”, explica el estudiante. "Fue muy gratificante para mi ver a niños emocionados con estos conocimientos que no tienen la oportunidad de verlo. Miraban como su fuera algo de otro mundo. A ellos y ellas les digo que se esfuercen y llegarán más lejos de lo que se imaginan", agrega el universitario. 

Marcelo Luengo, en tanto, trabajador y apoderado del liceo sede de la actividad, valoró la iniciativa y pidió incluir más áreas del conocimiento en la próxima versión. Su hijo, Lien Koyam, de Octavo Básico, quiere ser Médico Veterinario.  "Es muy bueno no solo para promover las carreras en la universidad y las facilidades que tienen para poder ingresar. Me gustaría que los niños estudiaran carreras relacionadas con la comunidad, para que después puedan ejecutar aquí proyectos o fomentar que la misma gente pueda genera una fuente de ingresos", dice Marcelo.

Las niñas y niños graduados de la escuela de verano recibieron un diploma firmado a mano por los tres decanos de ingeniería: Francisco Martínez, de la U. de Chile; Patricio Álvarez, de la U. del Bío-Bío; y Jorge Farías, de la UFRO. 

Esta primera escuela contó con el apoyo del Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI), la Sociedad de Inteligencia Computacional (IEEE) y NIC Chile, dando lugar a una de las pocas iniciativas interfacultades para población indígena.