Por Soledad Bianchi

 

 

VI ¿Por qué tanta y tan variada poesía?

Las razones para explicarse la tan extendida práctica poética en Chile llevarían, obligadamente, al campo de la psicología y de la sociología, pero también pueden encontrarse algunas causas literarias...

Como señala Octavio Paz en El arco y la lira, no hay pueblos sin poesía porque ella es la forma de expresión natural de los hombres. Sin embargo, los habría sin prosa que es un género tardío. No obstante, si comparamos la literatura chilena con la de otros países latinoamericanos, con un pasado relativamente similar en extensión, no todos viven el mismo fenómeno de marcada diferencia de nivel entre la narrativa y la lírica. En México o Argentina, por ejemplo, hay muy buenos poetas, pero posiblemente priman los excelentes narradores. Pareciera que en Centroamérica existe un parangón al Chile-país-de-poetas, se trata de Nicaragua que desde Rubén Darío ha producido una pléyade de grandes líricos: Pablo Antonio Cuadra, José Coronel Urtecho, Ernesto Cardenal -primo de los dos anteriores-, Ernesto Mejía Sánchez, Joaquín Pasos, Leonel Rugama.

Otro motivo que podría explicar la primacía de la lírica sería la facilidad de circulación del verso frente a la prosa si se piensa, fundamentalmente, en países con alto analfabetismo, pero, así y todo, Chile era una de las naciones latinoamericanas con una de las tasas más bajas de analfabetos: 11,86% en 1970(16). Sin embargo, es probable que una tradición de poesía popular de los payadores haya creado una costumbre que redundará en una mayor facilidad para poetizar, pero tampoco esta usanza es exclusiva de nuestro país....

Quizá podría buscarse un intento de elucidación en la geografía de ese país extraño por su largura y delgadez y por su condición insular. Separado de los países vecinos por la Cordillera de Los Andes y aislado por el océano, aunque, si hablamos con propiedad, Chile no es una isla, su apartamiento puede haber producido una necesidad más imperiosa de contemplarnos y contemplar lo que nos rodea con la intención de comprendernos mejor, mediante imágenes más que con conceptos, quizá por la prisa de conocernos para poder enfrentar, con mas riqueza y menos inseguridad, lo diferente ya más cercano gracias a la palabra poética que, con frecuencia, representa una explosión de significado. Por esta razón, Humberto Díaz-Casanueva parecía acercarse a una explicación cuando, al recibir el Premio Nacional de Literatura en 1971, señalaba: "...somos un pueblo del que han brotado grandes poetas de gloria universal con el poder de sus visiones y la riqueza y la magia de su verbo, pero nosotros mismos somos parcos, con uno de los léxicos más restringidos del continente, tímidos y pudorosos de que nuestras palabras sean excesivas o broten de nuestros labios demasiado inflamadas por nuestra imaginación o por nuestros sentimientos"(17).

Todos estos intentos esclarecedores no hacen más que evidenciamos que la poesía chilena ha sido una de las formas en que se ha plasmado el modo en que los chilenos se miran a sí mismos, observan el país y sus rincones, perciben América y el mundo, y ven uno o variados modos de relacionarse con el hombre y su contorno, porque el arte es un modo de conocimiento de la realidad, pero también es una de las modalidades de re-elaborarla. Y la importancia de la poesía chilena hace que los poetas se reconozcan miembros y continuadores de una tradición que casi siempre rompe las fronteras geográficas hasta hacerse continental y universal. Cada uno de los poetas chilenos constituye, además, uno de los eslabones de la poesía contemporánea.


I Una nueva promoción

II 1973: término e inicio

III El entusiasmo y la buena voluntad no bastan por sí solos

IV Las voces comienzan a hacer camino

V El peso de una tradición

VI ¿Por qué tanta y tan variada poesía?

VII Hacia un intento de caracterización