Director del Coro Sinfónico

Juan Pablo Villarroel: "El cantar es una acción muy sensible que llena el espíritu"

Juan Pablo Villarroel: "El cantar es una acción sensible que llena"
El Director del Coro Sinfónico dirigió los pasos de su padre quien también ocupó ese rol.
El Director del Coro Sinfónico dirigió los pasos de su padre quien también ocupó ese rol.

Cada lunes, martes y jueves la casona de Pedro de Valdivia 2454 abre sus puertas para que los integrantes del Coro Sinfónico de la Universidad de Chile se reúnan a ensayar. Desde las siete a las nueve de la noche, emergen voces en la sala de ensayo donde tenores, sopranos, mezzosopranos, barítonos y contraltos se enlazan según el repertorio que estén preparando.

El Coro Sinfónico de la Universidad de Chile fue fundado en 1945, en plena rectoría de Juvenal Hernández Jaque, el mismo año en que inició sus labores el Ballet Nacional Chileno (BANCH) y que se creó la Revista Musical Chilena de la Facultad de Artes. Un año fecundo para el aporte a la cultura que realiza nuestra Casa de Estudios.

Bajo el alero del Centro de Extensión Artística y Cultural de la Universidad de Chile (CEAC), el Coro es dirigido actualmente por Juan Pablo Villarroel. Sentado en el hall del segundo piso del CEAC, Villarroel cuenta por qué su vida está tan estrechamente ligada a la música, en particular al Coro Sinfónico: “mi papá conoció a mi mamá en el Coro el año 1945, el año de su creación. Mi mamá llegó al primer ensayo y mi papá llegó al mes después. Él era amigo de Mario Baeza, primer director del Coro”.

“Después mi papá llegó a ser director, entonces el Coro, para mí y para mi familia siempre ha sido parte importante. Toda mi vida ha estado relacionada con el Coro Sinfónico. Entré a éste como cantante normal, cuando mi papá lo dirigía, por los años 80”, relata. El ingreso a éste coincidió con su ingreso a la educación superior.

“Había entrado a estudiar Ingeniería Civil en Minas en la USACH cuando mi papá estaba en la dirección y me invitó a participar. Acepté y a pesar de que siempre había cantado, esa experiencia fue algo inexplicable. Me acuerdo del primer ensayo con orquesta que tuvimos; ahí dije: yo quiero seguir acá. Estuve asistiendo a la Escuela de Ingeniería un par de meses, hasta que definí que no tenía ningún interés en eso. Entonces, empecé a estudiar música al año siguiente”, cuenta.

¿Cómo fue su formación en música en la Universidad de Chile?

“La universidad fue difícil porque fue durante la dictadura, pero por otro lado fue espectacular porque comencé a descubrir el mundo de la música, lo que me permitió visualizar qué quería hacer después como profesional. La música fue algo tan fuerte que no recuerdo haber tenido alternativa y me cambié, pese a que estaba estudiando una de las carreras con mayor rentabilidad”.

¿Cómo da el paso a salir a perfeccionarse al extranjero?

“En el momento en que egresé, en 1986, empecé a estudiar dirección coral en forma particular porque en Chile no existía ese programa en la universidad. Tenía un amigo que conocí cantando en el Coro que estaba en Alemania y me ofreció ayuda si me iba. Tenía algo de dinero y me fui, sin beca, sin nada”.

En Alemania el profesor Villarroel estudió Musicología en la Universidad de Colonia, donde en paralelo dirigió el coro masculino de la ciudad de Bergisch Gladbach. Partió posteriormente a Berlín estudiar Dirección Coral con el maestro Martin Behrmann. Con esa experiencia académica y otras como cantante regresó a Chile en 1996. “Entré a trabajar al Teatro Municipal en el programa Crecer Cantando. Estuve varios años ahí haciendo clases de dirección coral, luego en un colegio también, hasta que llegó la posibilidad de entrar al Coro Sinfónico de la Universidad de Chile como jefe de cuerdas. Eso fue el 2001. A los dos años de estar ahí me ofrecieron dirigir la Camerata Vocal de la Universidad de Chile, hasta el 2011 en que tomé la dirección del Coro Sinfónico”.

¿Cuál es la dinámica del Coro?

“El Coro Sinfónico es impresionante. Son todos cantantes amateur, nadie recibe un peso por participar, aparte de los funcionarios que son los jefes de cuerda, más los instructores vocales que son los cantantes que integran la Camerata Vocal. La labor de ellos es hacer instrucción vocal a los integrantes del coro. La gran mayoría al inicio no sabe leer música y lo que aprende es con la experiencia de cantar ahí. Admiro el compromiso de la gente que va tres veces a la semana, lunes, martes y jueves, de siete a nueve de la tarde, muchos después de sus trabajos y algunos viviendo lejos, pagando su propia locomoción”.

¿Qué es lo que genera ese compromiso?

“El Coro tiene un ambiente muy especial. La vida coral es muy rica entre la gente, se forman lazos muy fuertes. El cantar es una acción muy sensible que llena el espíritu, entonces el hecho que estén todos en esa misma acción hace que haya una sensibilidad especial, que haya una experiencia estética común. Entonces la gente se fascina de eso y hace que el coro sea especial”.

“Además, la experiencia del canto junto a la Orquesta es única. Eso fue lo que a mí me hizo estudiar música. Me acuerdo que llevaba meses en el coro y llegamos al teatro a ensayar con la Orquesta y fue una cosa espléndida. Te sientes parte, porque eres parte de la música y esa es una experiencia única. El escuchar es maravilloso, pero estar ahí cantando con la Orquesta, que más encima es la Orquesta Sinfónica, es una experiencia que hace que el encantamiento sea prácticamente inmediato y eso hace que la gente se sacrifique como se sacrifica, deje cosas como deja cosas para estar ahí”.

¿A propósito de eso mismo, cómo se da el trabajo con la Orquesta Sinfónica?

“Cuando tenemos en proyecto una obra la preparo hasta una semana antes de concierto. Viene el director de la Orquesta y el día lunes va a ensayar con el coro; ahí muestra su visión de cómo está la parte coral. El martes y el jueves ese ensayo es con Orquesta y el viernes ya es el concierto. O sea, mi labor durante todos esos meses es preparar la obra para que el director llegue y la obra esté perfecta, porque tiene un día para escuchar al coro. Es mucha responsabilidad porque en un ensayo, si es que no le pareciera, no alcanza a hacer nada”.

¿Qué significa para usted, para su carrera, estar a la cabeza del coro sinfónico en este momento?

“Este año son los 70 años del Coro. No hay ningún elenco en Chile que tenga esa trayectoria, aparte, en forma ininterrumpida. No hay ningún coro que haya hecho ese aporte a la comunidad de Chile, como lo ha hecho el Coro Sinfónico, y estar a cargo de eso es un regalo. Es mucha responsabilidad por lo que significa. Soy un agradecido de estar ahí”.

¿Qué desafíos tiene ahora el Coro Sinfónico?

“Este año realizaremos la obra “Requiem de bitten” que es una obra muy difícil para cualquier tipo de coro. El proyecto es con el BANCH, que también está de cumpleaños y con la Orquesta Sinfónica”.

“Otro desafío que tenemos es la extensión. Lamentablemente no hacemos mucha extensión. Lamentablemente digo porque uno de los fundamentos del coro es hacer extensión, sobre todo en este país donde no existen muchos coros y en donde hay gente que jamás en su vida podrá ir a un teatro. En el Teatro Municipal hay que pagar, aquí en el CEAC hay que pagar. Pero como el Coro está inmerso en la temporada con la Orquesta, mucho espacio para movernos no hay”.

“Tenemos que analizar y ver cómo podemos hacer más extensión, que fuera mucha más. Podría ser teniendo convenios con las municipalidades, que siempre van a estar dispuestas a que vayamos a cantar. Pero para eso necesitamos tiempo, para preparar un repertorio especial, ya que generalmente nos estamos preparando para cantar con orquesta. Eso tiene que mejorar si o sí, porque estamos en déficit, a mi juicio”.