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POEMA
Nuestro amor no
está en nuestros respectivos
y castos
genitales, nuestro amor
tampoco
en nuestra boca, ni en las manos:
todo nuestro
amor guárdase en un pálpito
bajo la
sangre pura de los ojos.
Mi amor,
tu amor esperan que la muerte
se robe
los huesos, el diente y la uña,
esperan
que en el valle solamente
tus ojos
y mis ojos queden juntos,
mirándose
ya fuera de sus órbitas,
más
bien como dos astros, como uno.