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UNA VENTANA
Vuelvo a contar
mis dedos.
(La flor
helada, la desconocida cabeza que me acecha se
...descuelga
y da voces.)
yo miro
las paredes y sus frutos redondos y veloces,
hago cálculos,
sumo piedras, cenizas, nubes
y árboles
que persiguen a los hombres
y perlas
arrancadas de malignos estanques
o de negros
pulmones sepultados
y horriblemente
vivos.
La araña
que desciende a paso humano me conoce,
dueña
es de un rincón de mi rostro,
allá
anida, allí canta hinchada y dulce
entre su
seda verde y sus racimos.
Afuera,
región donde la noche crece,
yo le temo,
donde la
noche crece y cae en gruesas gotas,
en mortales
relámpagos.
Afuera,
el pesado aliento del buey,
la vieja
fiebre de alas rojas,
la noche
que cae
como un
resorte oscuro sobre un pecho.