La estudiante de Medicina de la Universidad de Chile, Melissa Sepúlveda, asumió a fines del año pasado el desafío de encabezar la FECh en un ambiente marcado por el gobierno de la Nueva Mayoría que ya se vislumbraba, y el hito de ser la primera militante libertaria en décadas que llegaba a ese puesto. En la oficina que ocupa en la organización estudiantil, y a pocas semanas de que se realicen las nuevas elecciones que renovarán la directiva de la Federación, Melissa se refiere a algunos de los temas que han marcado su administración.
El nuevo gobierno y las expectativas de cambio
"Es posible ver que al interior del gobierno están la DC está tomando un rol predominande por su capacidad de incidir en la reforma educacional, siendo una suerte de bisagra entre la oposición y el ala más progresista de la Nueva Mayoría, que creo que ha tenido menor protagonismo con el correr de los meses. De esta manera, ha habido un viraje hacia la derecha en materia educacional con las indicaciones al proyecto de ley contra el lucro, la selección y el copago.
Además, a principios de año teníamos un ministro con mayores niveles de apertura hacia el campo social, mientras que hoy la derecha, a pesar de tener un muy mal resultado electoral, se ha levantado en el tema educacional junto a sostenedores privados y la Iglesia, desplazando al movimiento estudiantil en el debate. Junto con esto, el rechazo a las indicaciones que propusimos marca una tendencia importante hacia las reformas que se vienen: educación superior, carrera docente, desmunicipalización".
La propuesta estudiantil: el Sistema Nacional de Educación
"Desde el movimiento estudiantil entendimos que en Chile hay una confrontación de proyectos educacionales antagónicos. En el país hay un modelo que se basa en una desregulación absoluta, sin patrones mínimos para acreditar que las instituciones cumplen funciones educacionales, tenemos un sistema fragmentado y que responde mayoritariamente a intereses particulares. Es falso que hay un sistema mixto cuando el 84% de la matrícula universitaria está en instituciones privadas, el 100% de los CFT e IP son privados, y la educación municipal cada vez cierra más colegios mientras aumentan los particulares subvencionados.
Nosotros esperamos revertir esta situación constituyendo un Sistema Nacional de Educación que abarque el conjunto de la educación en el país independiente de su propiedad, con condiciones mínimas, con regulación, transparencia, con criterios de inclusión, acceso equitativo, democracia interna y calidad.
Además, es indispensable fortalecer el sistema público inyectando recursos que permitan superar sus deibilidades, que hoy fuerzan a las instituciones estatales a adoptar criterios de mercado para poder no competir, sino que tan solo sobrevivir".
¿Es un triunfo del movimiento estudiantil la derogación de los artículos del DFL-2?
"Si bien no estaba presente ni en el discurso del Ministerio de Educación ni en el programa de gobierno, este año logramos avanzar en el tema del DFL 2 que tenía artículos que impiden la participación triestamental en la elección de autoridades en la universidad. Sin embargo, su eventual derogación -aún no hay nada firmado- no nos garantiza nada sino que nos abre una posibilidad para poder fortalecer la democracia interna en las instituciones de educación.
También logramos instalar la prohibición de cualquier restricción al derecho de organización estudiantil, lo que busca garantizar el derecho de asociación en instituciones donde estaba prohibido, como en los Centros de Formación Técnica o Institutos Profesionales".
¿Qué desafíos representa esta posibilidad para la Universidad?
"Con respecto a la Universidad, esto coincidió con la aprobación en el Senado del cambio de los estatutos, aprobando en primera instancia la participación triestamental en la elección de autoridades, entre otros elementos. Ante esto, uno de los principales desafíos es llevar el debate a los distintos actores que componen la comunidad universitaria. Es innegable que hay una resistencia importante de algunos sectores de académicos a constituir espacios triestamentales, hay miedos que no responden a discusiones reales y no hemos tenido la oportunidad para debatirlos.
Pero esto no se trata de cambiar un decreto o el estatuto, sino que se trata de generar espacios reales de participación y tener la organización para llenar esos espacios con política y definiciones programáticas sobre cuál es la Universidad que queremos construir, y qué rol tiene que cumplir en la sociedad.
En línea con esto último, me parece que ha sido un acierto de la rectoría el dejar en claro cuál es la definición de las instituciones públicas. Sobre todo luego de que otros rectores de instituciones privadas han intentado vaciarlo de contenido o desnaturalizar el concepto de lo público.
La Universidad de Chile ha dado una fuerte lucha en contra el autofinanciamiento y la desmantelación que sufrió por parte del Estado en el pasado, pero esa defensa exterior significó adaptarse al mercado y a condicionantes externas, con consecuencias como la externalización de servicios, la venta de servicios y de la investigación de nuestros académicos para solventarnos. Cosas como la precarización laboral entre funcionarios y académicos, no hay una verdadera carrera funcionaria.
Frente a esto tiene que haber un salto en la Universidad de Chile que dé cuenta del proceso de cambio que se vive en el país. No puede caer en una defensa corporativa, sino que tiene que jugar un rol central en la reforma educacional y en el cambio de orientación de las instituciones públicas. Lo que le va a dar mayor validez a las Universidades estatales va a ser el cambio de lógica, funcionamiento y orientación de su investigación y producción de conocimiento, materias que tienen que reorientarse".