A finales de noviembre el panorama era desolador. En pocos días alrededor de 400 mil peces murieron en operaciones de distintas empresas salmoníferas de las regiones de Aysén y Magallanes, teniendo un impacto tan intenso que se llegó a registrar entre 5 mil a 6 mil peces muertos por hora en la provincia de Última Esperanza.
La muerte de salmones, ocasionada por un incremento masivo de microalgas que se pegan en las branquias de los peces y les impiden respirar, sucedió justo en momentos en que la industria salmonera comenzaba a recuperar sus niveles de producción previos a la crisis del año 2007, haciendo tambalear los avances obtenidos durante estos años.
Pero aunque las abultadas pérdidas recordaron la crisis anterior, el académico Pedro Smith, de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la Universidad de Chile, asegura que los dos sucesos obedecen a materias diferentes. Mientras el florecimiento de microalgas se debe a un aumento de la temperatura o de los niveles de oxígeno y nutrientes en el agua, el virus ISA es un patógeno exclusivo de la especie de salmón atlántico, el que existe en mayor cantidad en Chile. Por lo mismo, la manera de enfrentar las amenazas difieren.
Para hacer frente a las grandes pérdidas provocadas por el virus, la industria adoptó una serie de medidas que incluyeron la introducción de sistemas de descanso sanitario para las zonas de producción durante tres meses, con el objetivo de que se recuperara el fondo marino, y se regularizó la densidad en la que se cultivan los peces, entre otras. De esta manera se buscó prevenir nuevas infecciones y contener los focos en caso de que surgieran nuevos casos.
Sin embargo, como explica el profesor Smith “resulta muy difícil evitar de forma total que incidentes como el florecimiento de microalgas ocurran, ya que los factores que los producen no están bajo control de las empresas”.
Entre las medidas que el profesor Pedro Smith afirma que permitirían mitigar el riesgo y mejorar las condiciones de producción están “el monitoreo de la presencia de algas en las zonas de trabajo, tarea que desde hace décadas realiza el Instituto Tecnológico del Salmón (INTESAL), perteneciente a SalmonChile, para anticiparse a lo que pueda suceder. También se debe contar con sitios alternativos a los que trasladar los peces y rotar la producción, y tener equipos que permitan inyectar oxígeno o agua a los lugares afectados”.
Con estas medidas “no sólo se podría disminuir bastante la mortalidad ante una situación de este tipo, sino que también se podría enfrentar el sufrimiento de los peces, que es un factor importante a tener en cuenta”, aseguró Smith.
El reto de la producción verde
El desarrollo a futuro de la industria del salmón no está cruzado únicamente por este tipo de fenómenos. La crisis del 2007 develó una serie de deficiencias en su gestión y en el manejo medioambiental, lo que provocó una transformación importante en los reglamentos que regulan su actividad.
Pero la recuperación acelerada tras la crisis ha traído asociados otros riesgos. Entre 2009 y 2014 los niveles de producción se han incrementado a gran velocidad, lo que se suma a las dudas expresadas en medios de comunicación por algunos personeros de la industria salmonera ante una posible saturación de las zonas de producción debido al gran número de concesiones.
En ese sentido, el profesor Pedro Smith asegura que más que apuntar a aumentar el volumen de la producción de salmones “se debería trabajar para generar productos con mayor valor agregado, con formas más eficientes de alimentación que eviten la acumulación de materia orgánica en el fondo marino, y con mejor calidad sanitaria que permita bajar la mortalidad” entre los peces existentes en los sitios ya concesionados.
Para Aldo Maddaleno, jefe técnico del Laboratorio de Farmacología Veterinaria de la Universidad de Chile (Farmavet), otras medidas que permitirían mejorar la calidad sanitaria de los peces y hacer más sustentable la producción serían aumentar la investigación científica y profundizar en lo que se conoce como “producción limpia”.
“Sería positivo apoyar los estudios que hacen referencia a las enfermedades que afectan la producción de salmones y desarrollar el conocimiento sobre la materia”, aseguró el jefe técnico de Farmavet, de manera de respaldar las medidas ya adoptadas por las empresas y el Estado y buscar nuevas formas de perfeccionarlas.
Además, Maddaleno recalcó que es necesario acercarse a “una producción más limpia, verde y con menos impacto en el ambiente y con la menor cantidad de fármacos”, de manera de ofrecer un producto lo menos intervenido posible y que cuente con una ventaja comparativa con respecto a otros productores.