Valentina Armijo estaba a punto de entrar a tercer año de Ingeniería Agronómica cuando supo que estaba embarazada. Era febrero y tuvo que cancelar sus vacaciones en las Torres del Paine. El embarazo no comenzó bien: sumado al impacto familiar y la frustración y miedos personales, a Valentina le dio hiperémesis, es decir, un cuadro de vómitos y náuseas frecuentes.
Los primeros días de clases los tuvo que pasar hospitalizada. Para peor, justo en esa fecha había una salida a terreno con un profesor muy exigente que no transaba una inasistencia a esa actividad. -Tuve un tremendo problema con él. Me decía que si quería estar bien de salud que me fuera a estar embarazada en la casa, que la universidad no era para mujeres embarazadas. Fue una discriminación súper heavy- recuerda Valentina.
Al poco tiempo supo que una compañera suya estaba en la misma situación y que había decidido botar el ramo, con todas las implicancias económicas que eso tiene para un estudiante. Valentina decidió dar a conocer la situación a su jefa de carrera. ”El profesor decía que no importaba los certificados médicos que yo le llevara, que él me iba a reprobar igual a final de semestre. No le importaba nada, y que mejor que me quedara en la casa. A mi compañera le dijo lo mismo, y a ella le dio mucho miedo. Cuando estás embarazada las cosas te afectan más y tratas de no tener problemas”, explica.
Cuando estaba embarazada, Valentina empezó a investigar sobre organizaciones estudiantiles de padres, “buscando redes de apoyo, empaparme un poco de la gente que estudiaba con hijos, un poco para motivarme”, reconoce. Lo que encontró fue un grupo llamado MAPAU –Madres y Padres Universitarios- en la Universidad Católica. Una organización que la motivó a ser la fundadora y coordinadora del MAPAU de la Universidad de Chile, una instancia que junto a la FECh han logrado avances en conjunto con la Universidad.
Los nietos de Bello
Lamentablemente, lo vivido por Valentina no constituía un hecho aislado. Por el contrario, eran numerosas las estudiantes que año a año debían enfrentarse al mismo conflicto al intentar continuar con sus estudios durante el embarazo. Ante la situación, la Oficina de Igualdad de Oportunidades de Género de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones de la Universidad (VEXCOM), MAPAU Uchile y los delegados de bienestar de la FECh aunaron esfuerzos bajo un mismo diagnóstico: a nivel estudiantil, y de la comunidad universitaria completa, existía una gran necesidad de apoyo a la gente que tiene hijos en edad pre escolar. Ante la situación, se realizó un catastro con el objetivo de tener una visión completa de la realidad de las mamás y papás en la Universidad, debido a que los datos disponibles se referían únicamente a quienes se encuentran en el programa de apoyo preescolar.
Con esta información en mano, desde la Oficina de Igualdad de Oportunidades de Género, encabezada por Carmen Andrade, se propuso plantear un programa que, aprovechando el compromiso presidencial de crear 4500 nuevos jardines infantiles bajo el programa “Meta presidencial de construcción de Salas Cuna”, permitiera instalar establecimientos de este tipo en los campus universitarios.
Así, se cerró un acuerdo en el que la Universidad de Chile proveerá los terrenos donde se instalarán los jardines, que atenderán a cuarenta lactantes de entre 0 y 2 años hijos de alumnas y alumnos, y cuarenta y ocho de entre 2 y 4 años, hijos de alumnas/os y trabajadoras, mientras que el gobierno asumirá el compromiso de construir, habilitar y administrar los recintos junto a la Junta Nacional de Jardines Infantiles, Junji.
Estos establecimientos tendrán un “sello de la Chile” con una serie de innovaciones en los programas en los cuatro campus involucrados: Campus Sur, Juan Gómez Millas, Medicina Norte e Ingeniería. Por ejemplo, Carmen Andrade destaca que en Antumapu y Veterinaria “se plantea un jardín con programas ecológicos y medioambientales, mientras que desde la FECh se proponen programas de educación no sexista, desde la Unidad de Infraestructura proponen desarrollar proyectos de arquitectura para la infancia y también que sirvan como lugar de práctica para las alumnas de Educación Parvularia”.
Gracias a la diligencia con que algunas unidades han actuado en el desarrollo de esta iniciativa, el proyectado Jardín Infantil y Sala Cuna correspondiente a Campus Sur estaría contemplado entre los primeros 500 a levantar como parte del compromiso presidencial. De esta manera, Andrade asegura que la U. de Chile contribuye con “una educación pública, gratuita y de calidad, que no tenga lucro y que no tenga selección en el ingreso”, para los hijos de estudiantes, funcionarias y académicas.
Un primer paso hacia la equidad de género
Sin embargo, para Valentina el esfuerzo es un avance pero que debe ser complementado. Se trata de una situación de equidad de género en donde se debe revertir la discriminación que afecta a las estudiantes que son madres.
-La idea es crear un estatuto o una política para el caso de estudiantes embarazadas, que los académicos sean más flexibles, que acepten los certificados médicos de tu hijo cuando esté enfermo como una licencia- asegura Valentina.
Para ella, que recién egresó de su carrera, el mensaje es claro. –Se puede, cuesta, pero cuando uno está egresando o a punto de titularse la satisfacción por haberlo logrado es grande. Mi mensaje es a motivar a la gente a que no deserte, que existen redes de apoyo, psicólogos en las facultades y nuevos centros de aprendizaje en donde ayudan a ser más eficientes en el estudio-, lo que resulta fundamental para lograr cumplir con la carga académica y las responsabilidades familiares.
Con todo, para esta joven madre y estudiante, lo más gratificante es llegar a la casa “y encontrar a tu hija saltar de felicidad por verte llegar y encontrar en la carrera profesores que van con el perfil que una espera” en la Casa de Bello, institución que en su opinión, “debe ser el ejemplo para la sociedad. Por algo somos la Universidad de Chile”.