Hace pocos días el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (SENDA) publicó el Décimo Primer Estudio de Consumo de Drogas en la Población General de Chile 2014. Más de 20 mil personas entre 12 y 65 años de 108 comunas del país fueron encuestadas y el alza del consumo de marihuana de los chilenos no pasó inadvertido: en solo cuatro años éste aumentó de un 4,6 por ciento a un 11,3 por ciento. Algo más crítico aún fue que el alza más sustancial se produjo entre la población joven y adolescente.
“Lo preocupante es que este aumento no tiene ninguna relación con el consumo de las otras drogas. Es alarmante porque la marihuana también produce dependencia. Según los datos de SENDA, un 20 por ciento de los jóvenes tendría un consumo problemático de marihuana, es decir, que le trae problemas a sus vidas y dependencia”, señala el Dr. Ibáñez respecto a este dato.
-¿Y cómo se podría interpretar esta alza?
Es complejo tener una causa que lo explique. Ahora, claramente lo que se ha ido instalando es una disminución de la percepción del riesgo respecto a la marihuana y ha aumentado la tolerabilidad de su consumo, se ha normalizado. En ese sentido, esas son variables que junto con el aumento de la disponibilidad, hacen que sea más accesible. En este contexto se escuchan muchas afirmaciones de políticos, figuras públicas y activistas procanábicos que minimizan los riesgos del consumo y sobredimensionan las bondades terapéuticas de la canabis.
El especialista advierte que en esta discusión “se les da mucha tribuna a no especialistas y se desconoce el aporte que podemos hacer los expertos en este tema, entonces no hay realmente un debate o contradicciones en relación a las opiniones técnicas”. En este escenario el Dr. Ibáñez subraya que se genera “una cosa un poco artificial en donde se plantean que los daños de la marihuana serían algo muy debatible, que habrían opiniones encontradas, tanto estudios a favor como en contra, y esas son estrategias comunicacionales que son muy perniciosas”.
-Para entrar en el debate: ¿Qué consecuencias probadas tiene el consumo de marihuana?
El fumar marihuana aumenta el riesgo de esquizofrenia al doble. Además en uno de cada seis adolescentes provoca dependencia. Lo otro es la deserción escolar: un joven que consume marihuana tiene menos de la mitad de las posibilidades de terminar el cuarto medio en comparación a uno que no consume; y por último está el aumento del riesgo suicida.
No a la legalización, no al autocultivo
Según explica el Dr. Ibáñez, el consumo de drogas tiene mucho que ver con el acceso que las personas tienen a éstas, con la percepción de riesgo que tienen en relación a la droga, con la tolerabilidad social a este uso de sustancias y con la expectativa de resultados positivos que van a tener consumiendo. “Dificultar el acceso a la pasta base ha logrado mantener su consumo a raya en un 0,5 por ciento en la población. Ese es un buen resultado. Cuando se simplifican estas cosas y se dice ‘todo lo que tenga que ver con prohibición y con restringir el acceso a estas sustancias no sirve’, no es correcto. Más dificultad de acceso a las sustancias implica menor consumo”, afirma el especialista.
-En ese sentido ¿usted está dispuesto a dificultar el acceso evitando la legalización de las drogas?
Por supuesto. Ahí hay discusiones que van en distintos niveles: el primero tiene que ver con salud pública, el segundo nivel con seguridad pública y el tercero con derechos individuales. El de salud pública –que es el que me interesa a mí y nos interesa a los médicos– es que mientras menos consuma la gente, mejor porque va a estar más sana.
-En ese sentido su postura es crítica con la propuesta de autocultivo de marihuana.
Claro, el autocultivo es lo mismo que tener una caja dispensadora de tabaco en la casa. El autocultivo significa un acceso inmediato y una absoluta incapacidad de regular las plantas que va a tener alguien, si hay o no niños cerca, si esos niños tienen la imagen de los padres o los cuidadores que están fumando frente a ellos, o se están dedicando al cultivo de una planta frente a ellos. El autocultivo no solo es una posibilidad de acceso si no que es completar la idea de que consumir marihuana es algo incluso saludable.
-¿Y cuál es su opinión respecto al consumo recreacional de marihuana en adultos?
El adulto es responsable de sí mismo y él puede decidir qué es lo que va a hacer. Por eso es tan importante el consenso que existe en cuanto a que no debe perseguirse a los consumidores.
-Pero entonces ¿qué pasa con la gente que en Chile ha terminado presa por consumir drogas?
Hay una confusión respecto a eso. En Chile el consumo propiamente tal no está penalizado, el problema es que el consumo concertado o en un área pública es una falta, no es penado, pero genera cierta vulnerabilidad a quienes quieren juntarse a consumir. Lo otro es que al no tener claro la cantidad que está autorizada para consumo personal, puede generar confusiones, quedando en la ambigüedad quién es traficante y quién es consumidor. Ese es el gran tema.
-¿Y cómo se podrían proteger los derechos de los consumidores recreativos de marihuana?
Una vía es fijar una cantidad de qué lo que sería el porte y qué es lo que sería tráfico. Portugal, que implementó una política que podría ser un modelo a seguir, despenalizó el consumo y aumentó las sanciones a los traficantes.
-Claro, pero eso tiene algo de irreal porque ¿de dónde sacan los consumidores la droga que consumen?
Esa contradicción sigue estando, pero la ley sí es consistente en su objetivo principal que es proteger el derecho de los consumidores. Acá en Chile se está protegiendo el derecho de los que no son consumidores: de los vendedores y de los que plantan y venden semillas y toda la parafernalia para el consumo.
-Otro tema que está sobre la mesa es el uso medicinal de la cannabis para el tratamiento de algunas enfermedades. ¿Qué evidencia científica hay al respecto?
Existen estudios positivos del uso de cannabinoides para algunos casos de esclerosis múltiple y efectos de la quimioterapia. Hay estudios clínicos de productos derivados de la marihuana pero todavía son muy pocos, en un número reducido de pacientes, por un seguimiento de plazos muy acotados y además éstos no son comparados con medicamentos aprobados para los tratamientos. Cuando uno ve estudios bien hechos, uno ve que la marihuana tiene potencialidades terapéuticas, efectos adversos y lo que en este momento no sabemos es cuál es su potencial beneficioso y cuál es su potencial de riesgo.
-O sea, que hayan estudios positivos respecto a su efectividad en algunas patologías no quiere decir que hay estudios concluyentes.
Exacto. Y hay un tema aquí: en los medios de comunicación hemos quedado los médicos como retrógrados u obstruccionistas al desarrollo científico y eso no puede estar más lejos de la verdad. Lo que hemos planteado es que los derivados de la marihuana debieran tener el mismo trato que cualquier fármaco, ni más ni menos. No es una cosa que a uno le guste o no, es que no están los estándares mínimos que se le exigen a cualquier medicamento.
-Y no se supone que al Ministerio de Salud le correspondería aclarar este punto.
El Ministerio de Salud (MINSAL) ha mantenido un silencio respecto a lo que ha estado pasando que es muy preocupante, no se están haciendo cargo de su rol que es pronunciarse respecto un tema como este. ¿La marihuana es algo que pueden empezar a entregar los alcaldes en todas las municipalidades? ¿La marihuana es lo que como MINSAL vamos a empezar a ofrecer para los cuidados paliativos de los pacientes? Entonces aparece gente opinando y las sociedades médicas, los expertos, aparecemos como que nos oponemos al progreso, pero la autoridad sanitaria está completamente ausente. Eso es falta de gobernanza, falta de calibrar dentro del gobierno, falta de información, de hacer un trabajo bien hecho y de llevar adelante el rol que les corresponde.