Una o dos planas de los diarios, además de pocas horas de emisión radial y de televisión. Esa es la realidad del arte en los medios de comunicación del país: se lucen poco a pesar de la importancia que tiene en la generación de equidad entre los ciudadanos, como sostiene la Encuesta Nacional de Participación y Consumo Cultural 2012 hecha por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
“Esta es una transformación pos- dictadura”, dice el académico del Instituto de la Comunicación e Imagen (ICEI) de la Universidad de Chile, Eduardo Santa Cruz. El experto en historia de la prensa sostiene que del siglo XIX en adelante “las Bellas Artes, el cine o la literatura eran un tema mediático desde donde aparece la figura del crítico, quien tenía la función de generar ciertas destrezas en cómo enfrentarse a la obra de arte”. En dichos años se generaron programas especializados, tal es el caso de El show de los libros que conducía el Premio Nacional de Literatura Antonio Skármeta, o la revista La Bicicleta aparecida en 1978 con el objetivo de ser un medio de difusión artística y de reflexión crítica en torno a la actividad cultural y social del país.
Sin embargo, “en este cambio de siglo se están fraguando unas modificaciones importantes en torno a la cultura”, prosigue Santa cruz. Y agrega que la diferencia es que “a partir del siglo XIX existió industria y mercado cultural en Chile, pero en el paso al año 2000 la dimensión puramente económica aplastó a los otros espacios de la obra, como el social”.
“Eso ocurrió en toda la prensa no sólo en el caso del arte”, se apura en ratificar el docente, quien manifiesta que el cambio comenzó en la década del noventa, cuando se cerraron revistas y diarios, muchas de ellas dedicadas a tratar estos temas que pasaron a ser de segundo plano.
Cultura en los medios: ¿sólo mercado?
El académico del Departamento de Artes Visuales de la Facultad de Artes, Enrique Matthey, lo ha vivido en persona. Una de sus obras tuvo, por primera vez, gran aparición en la prensa. Se trata de La resurrección de los muertos que en marzo de este año intervino estatuas de próceres patrios y personajes de la historia nacional para convertirlos en selknams de Tierra del Fuego. “Nosotros pusimos las cintas el 7 de marzo. Al día siguiente, me llamaron de Las Últimas Noticias y el lunes salió a toda página. Ahí empezaron a contactarme de todos los medios y, también, vino un canal y una radio local de Punta Arenas. Después me buscaron de Publimetro, el martes de El Mercurio y de La Tercera y de las radios Universidad de Chile y Cooperativa, entre muchas otras”, cuenta.
En sus más de cuarenta años de trayectoria, Matthey nunca había tenido tanta cobertura en una de sus creaciones. Es por eso que el pintor sentencia que “las artes visuales son prácticas más crípticas, más complejas, con más teoría y por lo tanto no son tan atractivas para la prensa. Eso influye mucho en que haya más distancia entre lo que uno hace y lo que el público habitual accede en los medios”.
El artista hace la salvedad en el caso del teatro y la música que son, según él, “artes asociadas a la industria cultural”. No obstante, Eduardo Santa Cruz afirma que esto ocurre porque “hoy los medios no hablan de estrategias periodísticas, sino de modelos de negocios”. En ese caso las artes visuales “van dirigidas a un segmento y eso es lo complejo porque ¿cuál es la repercusión de esa exposición con la sociedad entera?”, se cuestiona el académico. Y es ahí donde se presenta la postura ideológica del respectivo medio: “al decidir si se consideran las Bellas Artes como un espectáculo de mercado sólo porque debes comprar la entrada para ir al teatro o al ballet”, dice el profesor del ICEI.
Los periódicos, revistas, emisoras o televisión, deciden segmentar a su público y marcar su línea editorial. “No ocurría eso antes ya que intentaban vender la mayor cantidad de donde fuera posible. Ahora, La Segunda por ejemplo, no se encuentra en todos los quioscos, sólo en los estratégicos donde está el poder, ya sea el dirigente de los trabajadores como la presidencia”, sentencia Santa Cruz.
Línea editorial v/s cultura
El debate acerca de esta modalidad que ha adquirido la prensa, también se relaciona con las líneas editoriales de cada medio. Romina de la Sotta, periodista de la sección de cultura de El Mercurio asegura que con estos parámetros se detecta cuál tema es valioso y cuál no. Y agrega que lo que un medio entiende editorialmente por cultura, “se refleja perfectamente en el equipo elegido para ello: cuán ricos son los currículos de los reporteros, si se han o no especializado, si son reconocidos por la comunidad artística y cultural”.
Sin embargo, “son los poderes económicos” los que resuelven el tema en más de alguna ocasión, afirma el profesor Santa Cruz. Lo que sucede con el Centro de las Artes 660 perteneciente a Copesa (dueño de La tercera, La Hora, La Cuarta, entre otros periódicos y revistas) es determinante a la hora de vincular empresa y medios.
En ese contexto, de la Sotta cree que el mayor aporte que puede hacer un medio es identificar las fuentes verdaderamente autorizadas y darles tribuna en virtud de su actividad pensante y creativa. “Cuando logras hacer eso en el ámbito cultural, tanto el lector novato como el lector especializado reconocen esa realidad que les muestras. A mi juicio, el periodismo cultural es un acto de justicia: si investigas y preparas bien las entrevistas, si escuchas al consultado, si tú mismo consumes cultura, los artículos pueden restituirles, tanto a los artistas y creadores como a los cultores de nuestro patrimonio, su vínculo con las audiencias y comunidades”.
El caso de las radios universitarias es distinto a las empresas de comunicaciones conocidas, pues están al alero de las casas de estudios y por lo mismo tienen “otras formas de trabajo y probablemente con más espacio a temas culturales”, sostiene Rodrigo Alarcón, periodista de Radio Universidad de Chile, quien considera que en el país “hay muchísimas radios de distinto tipo, aun cuando sea un mercado bastante concentrado”, dice. “Hay algunas, las que tienen departamentos de prensa, donde hay secciones de cultura que hacen un buen trabajo. Informan hasta de ópera. Pero muchas veces esas secciones también se mezclan con mera farándula, tendencias y otros asuntos por su línea editorial”, explica.
Segregación cultural e informativa: ¿una consecuencia de Internet?
Un salvavidas para el arte en la prensa es la inmensa gama de sitios online que han potenciado sus contenidos. Esto ha significado que “los grandes medios tradicionales, por ejemplo, desarrollen espacios con contenidos que quizás antes ignoraban. Al mismo tiempo, permitió que surgieran medios más pequeños y específicos que no necesariamente se rigen por las mismas reglas”, dice Alarcón. Y añade: “creo que esto es especialmente evidente en el caso de la música popular, donde internet ha sido fundamental para su difusión. Está, también, el consabido rol de las redes sociales. Hoy es difícil que un músico o un actor, por ejemplo, no difunda sus actividades a través de estas plataformas”.
De todas maneras, el conductor del programa Radiópolis afirma que no es “tan entusiasta”, pues asegura que “se facilitó el flujo de información, pero eso provocó que haya demasiada circulación que no siempre es rigurosa y confiable. Una cosa es que exista la posibilidad, otra es que se aproveche, pues hay ciertas pautas que siguen marcando los medios tradicionales”.
Desde el punto de vista del profesor Santa Cruz, el problema de la utilización de estas tecnologías y la hiperconectividad es la segmentación, puesto que “reafirma la tendencia de la sociedad contemporánea: la pérdida de visiones globales”.
“La segmentación hace difícil el desarrollo de miradas más totalizadoras que den cuenta de la realidad social y cultural de manera completa, que puedan difundir visiones más críticas de la sociedad. Queda cada segmento aparte con su mundo y la información totalmente separada”, cuenta el también periodista. Y agrega que Internet hace cada vez más difícil la articulación social. “La hace más rápida, los contactos los hace más veloces, pero tiende a dirigirse y a construir grupos cada vez más pequeños”.
Esta segmentación se vería limitada con mejor educación, afirma el académico Enrique Matthey. Sobre todo, señala, “porque el ámbito del arte es fundamental para el desarrollo de una sociedad pues es como aprender un nuevo lenguaje que por lo tanto mejorará la calidad de vida”. Y agrega que para que el arte tenga mayor presencia, “nos tenemos que remitir al colegio desde que somos niños. Eso en una sociedad neoliberal como en la que vivimos no es algo que importe, estamos muy lejos de lograrlo. Para llegar a ser un país desarrollado el arte tiene que entrar desde que somos pequeños”, concluye.