La remodelación del centro-poniente de Santiago de Chile, que incluía 16 manzanas situadas entre las calles Santo Domingo como límite norte, Agustinas por el sur, Amunátegui al oriente y Almirante Barroso al poniente, se hizo inaplazable para el gobierno de la Unidad Popular a principios de la década del setenta. Para entonces, la zona sufría el paulatino abandono de su población residente y un visible deterioro de sus antiguas casonas –muchas de ellas abandonadas–. A la vez, estaba siendo impactada por una importante intervención vial urbana necesaria para el acceso y salida de la ciudad: la apertura de la Av. Norte-Sur, hoy Autopista Central.
Pensando en evitar que la plusvalía que derivaría de la construcción del polígono citado fuera captada por empresas inmobiliarias privadas y, a la vez, teniendo como objetivo la permanencia de los residentes del lugar, la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU) planeó la renovación del área. Además, el proyecto serviría para unir el centro metropolitano principal y el área residencial al poniente de la Norte- Sur, aportando una zona de transición y resolviendo el paso de un lado a otro de la vía citada.
“La tentativa de remodelar un área de 20 hectáreas, adyacente al distrito central de Santiago de Chile, es el proyecto más ambicioso emprendido en la historia del desarrollo urbano de nuestro país”, señala el arquitecto Miguel Lawner y ex director ejecutivo de CORMU en el libro “Diseño urbano inclusivo para Santiago Centro. Concurso Internacional 1972”, volumen dedicado a esta intervención detenida, editado por la académica María Isabel Pavez y publicado por la FAU.
Cabe destacar que tras llamar a concurso, un total de 87 proyectos de 25 países como Argentina, Brasil, Unión Soviética, Bulgaria y otros, fueron recibidos por la CORMU, organismo estatal que había enviado cuatro arquitectos por todo el mundo difundiendo las bases del certamen.
En agosto de 1972 se hizo público el resultado: el equipo ganador estaba constituido por profesionales argentinos, en su mayoría ex alumnos y profesores de la Universidad Nacional de La Plata, entre ellos el arquitecto Emilio Sessa, quien entonces estaba recién titulado.
“En estos 43 años he estado numerosas veces en Chile, pero solamente había pasado una vez, y por unas horas, a Santiago. Creo que lo duro del suceso, la ilusión de este concurso, y su final, hizo que me resistiera prácticamente a volver a aquí”, contó Sessa quien este martes 13 de octubre participó del lanzamiento del libro sobre el proyecto en FAU.
La obra
Tal como estipulaban las bases del concurso, la propuesta del equipo de arquitectos ganadores, contemplaba la construcción de 625.000 metros cuadrados, siendo un 50 por ciento del total dedicado a vivienda.
La propuesta consideró la reagrupación de las 16 manzanas tradicionales en cuatro súper manzanas autosuficientes en materia de equipamientos básicos, separadas en el sentido Norte-Sur por la autopista y en sentido Este-Oeste, por las vías de penetración al comercio y servicios metropolitanos.
El proyecto eliminaba parte el tránsito vehicular en el centro de la capital, el cual sería servido mediante un anillo periférico permitiendo que los peatones tuvieran que caminar un máximo de tres o cuatro cuadras para alcanzar cualquier punto del sector. Se planteaba además la separación del tránsito vehicular y peatonal, estableciendo dos circuitos peatonales elevados a distintas alturas, siendo uno de ellos destinado a actividades comerciales, administrativas, y el otro para acceso a las viviendas. El nivel 0 se liberaba para el transporte público, y los estacionamientos estaban ubicados en plantas subterráneas. El proyecto integraba la edificación nueva y la parte existente que se mantenía , ofreciendo especial cuidado con los edificios patrimoniales de alto valor del sector, como la Iglesia Santa Ana y la Basílica del Salvador.
Junto con permitir a la población residente permanecer en el lugar, Emilio Sessa explica que esta remodelación apuntaba a “radicar residencia para la clase trabajadora con menor nivel de ingresos en el centro de la ciudad. Se proponía que hubiera una importante densidad de viviendas, con cerca de 900 habitantes por hectárea. Desde ese punto de vista el desafío del proyecto era cómo hacer que esa gran cantidad de habitantes llevaran una vida cotidiana doméstica agradable y sin conflictos con las actividades centrales de la ciudad”.
Detención del proyecto
Cuando Sessa se encontraba trabajando en Santiago hacia un año para efectos de dar comienzo a la construcción de la primera etapa del proyecto, ocurrió lo que ya se presentía, el golpe militar. “El 4 de septiembre del '73, en el día de mi cumpleaños, Miguel Lawner me dijo que era mejor que me fuera, en ese momento saqué mi boleto de avión y retorné a La Plata. A partir de ahí, este concurso y este proceso quedaron absolutamente sepultados; todo lo que había sido expropiado para hacer posible el proyecto bajo la figura de Conjunto Armónico empieza desde entonces a venderse a privados, sin planificación del área.
“En la actualidad, hace unos tres o cuatro años, comienza a haber un nuevo interés en diversas partes del mundo por nuestras propuestas y modo de hacer ciudad”, cuenta Sessa . El Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) se interesó en incluirla en la muestra “Latinoamérica en construcción 1955-1980”, exhibida entre marzo y julio de este año 2015.
Aquel no fue el único resurgimiento de esta innovadora propuesta. Desde la Universidad de Chile también comenzaron los esfuerzos en este sentido, los que se concretaron con la publicación del volumen editado recientemente por la profesora Pavez.
“Pensamos que volver a publicar en Chile este proyecto a partir de los documentos originales, incluyendo las bases del concurso, junto a una serie de otros escritos de interés, permite traer a la memoria y a los debates, lo que es posible hacer cuando se trabaja bajo la figura del Conjunto Armónico, y al servicio de toda la población y no de grupos. Y por contraste, lo poco que se logra, con un modelo tan desregulado como el vigente. El proyecto ganador del concurso de 1972 sigue íntegro, y resurge el interés en sus conceptos”, señala la académica.