Si el 2001 se alcanzaba los 2,7 kilos de legumbres per capita anuales, el 2011 la cifra fue sólo de 1,3 kilos por persona, situación que se ha agudizado durante los últimos años en un descenso constante en el consumo de productos como los porotos, las lentejas y los garbanzos.
Esto, en un año que la Organización de Naciones Unidas definió como el "Año Internacional de las Legumbres", con el objetivo de que en conjunto con gobiernos, organizaciones no gubernamentales y otras instituciones pertinentes, se sensibilice a la opinión pública sobre los beneficios nutricionales del consumo de estos alimentos, como parte de los esfuerzos para tener una producción sostenible de alimentos para lograr la seguridad alimentaria y la nutrición.
Consultada sobre las razones que podrían explicar la disminución en el consumo de platos tan típicos en nuestro país como los garbanzos o los porotos, la profesora Cecilia Baginsky, académica de la Facultad de Ciencias Agronómicas, afirmó que convergen distintos factores, como el cambio en los hábitos alimenticios de los chilenos, y el mejor nivel socioeconómico de parte de la población.
"La gente ha ido reemplazando el consumo de proteínas proveniente de las legumbres con otras comidas, como la carne. Además, y esto está respaldado por diferentes estudios, muchos asocian el comer legumbres con la pobreza, por lo que cuando se pasa a otro nivel socioeconómico que sea un poco más alto se busca consumir alimentos con un estatus diferente".
Ello se combina con pocos incentivos para la producción de legumbres, ya que tal como comentó la profesora Baginsky, el número de hectáreas dedicadas a este tipo de cultivos también ha disminuido. "El precio de venta comenzó a disminuir y tenía un bajo rendimiento para los agricultores, que desplazaron esas plantas a suelos más degradados al no darles tanta importancia. Otros simplemente se cambiaron a otros cultivos que les aseguraran mejores ganancias".
Esta situación se da a pesar de los diferentes beneficios asociados al consumo de estos platos, que van más allá de las proteínas que nos entregan. "En Chile no hay tanto déficit en el consumo de proteínas como en otros países, por lo que el aporte más importante que nos entregan tiene que ver con su contenido de fibras, lo que se relaciona con la disminución de problemas intestinales. Se ha visto que la baja ingesta de fibra está asociada a mayores riesgos de enfermedades como el cáncer al estómago, por ejemplo", destacó Baginsky. A ello se suma la presencia de vitaminas esenciales para el ser humano, y también de fitoesteroles, un compuesto que ayuda a la absorción del colesterol en el intestino durante su digestión.
Explorando alternativas para fomentar las legumbres
Con el objetivo de abordar estas materias la Facultad de Ciencias Agronómicas realizó el pasado 26 de agosto el seminario "Legumbres: Políticas Públicas para aumentar su producción y consumo", que contó con la participación de especialistas y expertos en el área.
En la ocasión la encargada regional del Año Internacional de las Legumbres y representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Adriana Gregolin, afirmó que "las legumbres pueden desempeñar un papel central, ya que sus propiedades aportan beneficios tanto para la agricultura como para la nutrición. El Año Internacional de las Legumbres representa una oportunidad única para crear conciencia sobre el potencial de estas leguminosas en el desarrollo del sector agrícola".
De esta manera, Gregolin hacía alusión a la capacidad de estas plantas de asociarse con bacterias que fijan nitrógeno y, por tanto, mejoran la fertilidad del suelo, aumentando la productividad de las tierras. Debido a ello, los agricultores también pueden promover la biodiversidad agrícola, manteniendo a raya a plagas y enfermedades nocivas mediante el sistema de rotación de cultivos.
Fue en ese espacio que el profesor Hugo Faiguenbaum de la Facultad de Ciencias Agronómicas destacó que existe poca inversión que permita proyectar el aporte que la academia para revertir esta situación, indicando que existen muchos aspectos relacionados al manejo agronómico de estos cultivos que no son financiados. "Hay pocos recursos para el manejo de campo, para hacer trabajos reales en apoyo a los productores que necesitan tecnología para ello. Se necesita más incentivos para este tipo de investigación", aseguró.
Al respecto, la profesora Baginsky afirmó que se debe realizar un esfuerzo importante para reconvertir los platos de legumbres en alternativas más atractivas para las personas, de manera de fomentar su consumo cotidiano. "El humus por ejemplo, que es garbanzo molido, se ha introducido en el país estos últimos años como una comida más gourmet. Si pudiéramos reconvertir las legumbres con una mirada diferente es posible que se reviertan las cifras negativas en su consumo".