El anuncio realizado por la Presidenta Michelle Bachelet de erradicar 75 campamentos y la construcción de 12.500 nuevas viviendas, en el marco de la presentación del Presupuesto 2017, ha generado una oportunidad para discutir no sólo sobre la falta de casas en el país, sino respecto a la calidad de vida asociada a la misma. Esto se relaciona no solamente con el estándar de las viviendas construidas en Chile durante las últimas décadas, sino también con el acceso a servicios que estas poseen.
Así lo explicó el profesor Claudio Cerda, de la Facultad de Ciencias Sociales, para quien si bien la política de viviendas desarrollada desde 1986 hasta 1996 permitió reducir de manera contundente el déficit habitacional en Santiago, ésta “traía una trampa tremendamente compleja, que después se expresó en uno de los problemas más dramáticos que enfrentamos: la calidad de vivienda que se entregó. Junto aplaudir los avances, debemos exigir que se construyan viviendas de calidad, integradas a la ciudad y no segregadas”.
En opinión del académico, uno de los factores que afectó negativamente fue que desde los '80, la ciudad de Santiago "estuvo librada a las fuerzas del mercado sin ningún tipo de instrumento que pudiera regularlas, por lo que lo único que reordenó el suelo urbano fue el dinero, transformándose en una mercancía, lo que dio como resultado una ciudad profundamente segregada".
Por el contrario, en su opinión el énfasis debe apuntar a satisfacer de alguna manera el derecho a la ciudad que tienen las personas, independiente de su condición social, con la salvedad de que las condiciones actuales de la ciudad dificultan construir viviendas sin segregación.
Impulsar la integración, no imponerla
La profesora Beatriz Maturana, académica e investigadora de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, desarrolló entre 2013 y 2016 el proyecto Fondecyt "Viviendas de Integración Social y Sustentabilidad Medioambiental: una investigación de dos proyectos claves en Chile", en el que analizó dos casos de viviendas de integración social: Villa Las Araucarias en La Serena, y Casas Viejas, de Santiago, con el objetivo de profundizar en la relación entre integración social y sustentabilidad medioambiental.
Si bien la académica valoró los avances que representan estos proyectos de integración, también advirtió sobre sus limitaciones. "No podemos integrar un lugar que ya está desconectado socialmente de la trama social y física de Santiago. La integración no es algo que se pueda generar en una zona específica, hay que trabajarla a nivel de ciudad. Esto es importante porque implica controlar desde el Estado la especulación del suelo que es el factor que provoca que se deba recurrir a la periferia para construir viviendas, pues resulta más barato", aseguró.
En ese sentido, la académica evaluó positivamente que el Programa de Vivienda de Integración Social incorpore porcentajes de viviendas sociales y de clase media en la construcción de barrios, de manera de impulsar la convivencia e integración. Sin embargo, alertó respecto a los peligros de que estas viviendas no cuenten con la infraestructura de calidad necesaria, ya que la integración no es un fenómeno que se pueda imponer, sino que se debe desarrollar mediante incentivos que permitan la generación de lazos en las comunas, por ejemplo en liceos de buen nivel, acceso a hospitales y atención médica, parques y un ambiente seguro.
Propuestas para mejores viviendas sociales
Tal como el profesor Cerda, Maturana llamó la atención sobre las deficiencias en la calidad de las viviendas y de los barrios que se proyectan, explicando que la sustentabilidad y la integración también incorporan aristas económicas, sociales y medioambientales que deben combinarse para superar los problemas que se viven en el país actualmente.
"Uno de los principales problemas que tiene la gente en la periferia es que demora horas en llegar a sus trabajos o regresar a su hogar, tiempo que podría dedicar a sus hijos, a la recreación, o incluso a otro trabajo. A ello se agrega una materialidad de las viviendas deficiente a la hora de proyectar ampliaciones, con barrios que impermeabilizan amplias superficies lo que luego provoca inundaciones cuando llueve y con un estándar mínimo de de nivel energético", afirmó Maturana.
En contraposición, Maturana postuló que es necesario aprovechar esta oportunidad para generar viviendas integradas en una planificación urbana que abandone la idea de barrios dormitorios lejos de los trabajos de sus habitantes y que si bien resuelven la necesidad inmediata de techo, generan nuevos problemas en las comunidades, genera fricciones, y costos asociados a la calidad de vida individual y familiar.
Ante ello la académica enfatizó en que es necesario dejar de construir casas expandiendo la periferia, y planificar la construcción de departamentos de calidad, con buena aislación, sustentables y que aprovechen el potencial del país para aplicar fuentes de energía alternativas a través de paneles fotovoltaicos o similares, tomando en cuenta también la necesidad de disminuir los tiempos de traslado de familias que deben dedicar hasta un 25 por ciento de su presupuesto mensual a este ítem.
Finalmente, la académica hizo hincapié en la imposibilidad de tratar la integración y sustentabilidad como una materia que se puede aplicar a escala barrial. "La integración hay que pensarla a escala urbana, pero también a nivel nacional. La sustentabilidad de la capital no se soluciona solamente haciendo cambios aquí, sino también priorizando una buena planificación de las ciudades en regiones, haciéndolas más atractivas para vivir, desconcentrando las fuentes laborales y mejorando su infraestructura y calidad de vida".
De todas maneras, el profesor Cerda advirtió sobre el peligro de pensar que es a través de las transformaciones de la ciudad se puede resolver los problemas de la sociedad. "Pretender que sea la vivienda la que cambie la sociedad es un despropósito. Hay que generar condiciones desde la sociedad y lo político, en la forma en que administramos nuestras ciudades para que sean más justas, plurales y menos segregadas. No le pidamos a la arquitectura la que cambie la sociedad, es ella la que tiene que cambiar".