Dos escudos treinta y seis céntimos fue el impuesto fiscal que pagó Marta Brunet el 3 de noviembre de 1964 al oficializar su testamento ante el notario Arturo Carvajal. En Morandé 432, donde se ubicaba su oficina, y ante los testigos Sergio Gaete, Miguel de Mauro y José Vial, además del ministro de fe, Marta Brunet, de 67 años de edad, a las 12:15 hrs. de ese día, suscribió el documento en el que instituyó como su "heredera universal a la Universidad de Chile”.
“Tan pronto como le sea posible, mi heredera deberá aplicar los dineros que a mi fallecimiento quedaren en efectivo o como saldo de mis cuentas bancarias, corrientes o de ahorro en bancos nacionales, a incrementar los fondos de la biblioteca del Instituto de Literatura Chilena de la Universidad de Chile, para que con ellos se adquieran las obras que la Dirección del Instituto estime conveniente”, instruyó el documento que Brunet firmó tres años de su muerte en Montevideo.
A esta cláusula, que Brunet redactó como “obligaciones”, se suma la creación de dos becas “destinadas cada una a facilitarle el costo de una carrera universitaria a sendos alumnos egresados del Liceo de niñas y del Liceo de Hombres de Chillán, mi ciudad natal”, al mismo tiempo que el deber de que con “los ingresos que obtenga de la propiedad intelectual de todas mis obras publicadas”, contribuir al crecimiento del acervo ya nombrado Instituto.
De dónde surge este vínculo con la Casa de Bello y cuál es el interés que ha despertado la literatura brunetiana hoy, es lo que responden los académicos del Departamento de Literatura Natalia Cisternas e Ignacio Álvarez, y la historiadora y redactora de la Revista Quinchamalí de Chillán, Alicia Romero.
Las Escuelas de Temporada
“Fue una autoformación. Se hizo a sí misma de algún modo gracias a las bibliotecas que tenía en casa, a las lecturas propias; fue construyendo un bagaje cultural e intelectual, pero ella no tuvo una formación institucional”, explicó Natalia Cisternas, académica de la Facultad de Filosofía y Humanidades y una de las investigadoras más destacadas de la literatura de Marta Brunet, quien además estuvo a cargo de la edición crítica de las Obras Completas, recientemente publicadas en su segundo tomo, dedicado los cuentos de la autora.
Es así como a pesar de no haber pasado por las aulas de la U. de Chile, ni de ninguna institución, Brunet construyó un vínculo con la Casa de Bello, cuyos orígenes están vinculados a la primera académica de Latinoamérica: Amanda Labarca.
Como relató Cisternas, ambas “se hacen amigas y Brunet se incorporó a trabajar en la Universidad de Chile en las Escuelas de Temporada, cuya historia comenzó a escribirse en 1936. Ella estuvo mucho tiempo trabajando allí y de algún modo la instalación en la Chile le permitió una solvencia económica de la que ella carecía, y estuvo agradecida de eso”. Esto, tras su salida del mundo diplomático que había ejercido, primero en La Plata, en 1939 como cónsul, y luego, desde 1943 en el mismo cargo pero en Buenos Aires, ciudad desde la que regresó en 1953 a Santiago.
Como detalló la historiadora y biógrafa de la Premio Nacional de Literatura, Alicia Romero, el retorno de Brunet se dio por razones políticas, dado que “se declaró abiertamente anti peronista y apoyó a su amigo Borges”. A esto se suma que en ese periodo estaba en el poder Carlos Ibáñez del Campo, cuyo gobierno adhería al peronismo, “y fue ese motivo por el que fue alejada de su cargo”.
Es así como en base a esa experiencia en las Escuelas de Temporada y por su apego a lo público, como planteó Natalia Cisternas, que Brunet terminó determinando como heredera a la Casa de Bello. “La U. de Chile en su minuto y hasta el día hoy, de algún modo, es la institución que representa de mejor manera los valores de lo público, de un Estado comprometido con la educación, con la formación y el saber intelectual de la sociedad”, valores con los que Brunet se sentía representada.
La relectura de su obra
Para el académico del Departamento de Literatura, Ignacio Álvarez, “el panteón del medio siglo chileno había olvidado a Marta Brunet”. Es por ello que las recientes reediciones de su obra y las lecturas que se le ha venido dando a su trabajo “repone entre nuestros clásicos a Brunet y eso es completamente actual porque corresponde a releer nuestra tradición y darnos cuenta de que hay una mujer que hemos olvidado, entonces la actualidad de Marta Brunet pasa porque estamos volviendo a leerla como el clásico chileno que es”.
Respecto a su encasillamiento -en algunos momentos peyorativo- en el criollismo, el académico adviertió que la operación que realiza la literatura de Brunet corresponde más bien tomar esta tendencia “como un idioma para decir lo que a ella le interesaba”.
“Nosotros lo que leíamos en Chile del criollismo era una literatura acerca del campo. Cuando Marta Brunet lo toma, uno se da cuenta que no es sólo una literatura sobre el campo, sino que también un idioma, y ella logra hablar lo que le interesa con el idioma que es el más importante de la cultura de medio siglo, que es el idioma del criollismo”, detalló el académico respecto al acervo literario de Brunet, material que hoy la Universidad de Chile custodia a través de un Comité especializado que lleva su nombre, alojado en la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones creado el 2011, y a partir de la restitución de la beca que dejó estipulada en su testamento, a contar del año 2016, reconocimiento que para Alicia Romero, constituye una forma de extender su patrimonio a su Chillán natal.