Aunque la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM) se creó en 1842 —junto a la Universidad de Chile—, la primera mujer en ingresar a una de sus carreras lo hizo recién en 1913. Justicia Espada Acuña Mena egresó seis años después como ingeniera civil, todo un hito en la época. Sin embargo, el primer paso no logró el impulso esperado. Hacia 1960 sólo 10 mujeres ostentaban un título de la FCFM.
Se cumplirán 100 años de la titulación de la primera ingeniera y el panorama de la mujer en la Facultad ha tomado relevancia recién en los últimos años. No sólo en la incorporación de ellas a la ingeniería y las ciencias, sino también en su desarrollo en la academia.
“La primera vez que tuve conciencia de los problemas fue en el formulario de calificación, con mi postnatal. No había dónde especificar este periodo, por tanto, no había cómo justificar la falta de publicaciones. Fue ahí que comenzamos a conversar entre académicas”, cuenta Salomé Martínez, directora de Diversidad y Género de la FCFM y académica del Departamento de Ingeniería Matemática (DIM).
Los problemas eran los mismos: periodos inactivos de investigación por pre y postnatal o licencias, dificultades en el cambio de jerarquía, falta de representación en la toma de decisiones, entre otros.
Comenzaron a surgir las reuniones con autoridades, haciendo patente la preocupación de las investigadoras. En 2011 nació la red Adelina Gutiérrez como una lista de correos. Le escribí a cada una de las académicas un mail preguntando si querían participar en este grupo que buscaba ver todo tipo de problemas que nos afectaban. Comenzamos siendo 26. Ahora somos 56”, comenta Nancy Hitschfeld, directora de la Escuela de Postgrado y Educación Continua de la FCFM y académica del Departamento de Ciencias de la Computación (DCC).
“Había muchos temas de carácter académico que eran injustos en la Facultad y, por eso, nos reunimos, para analizar por qué para nosotras habían reglas distintas”, agrega Salomé.
En un principio, el objetivo de las “Adelinas” era hacerse notar y que los problemas e injusticias que las afectaban se hicieran manifiestas. La tarea no fue fácil. “Luego de todo ese proceso de convencimientos, de conversación, vino un hito importante que fue Pensando la Década (encuentro de reflexión que buscó analizar la FCFM para los próximos 10 años) que se realizó en enero de 2013. En esa instancia nos organizamos y nos propusimos estar por lo menos dos mujeres en cada comisión. Fuimos muchas. Nos hicimos muy visibles aquella vez”, comenta Nancy.
“Pusimos temas en todas las comisiones. Hablamos de la educación sexista, del acoso, de la necesidad de traer más mujeres, etc. Todo eso lo dijimos fuerte y claro en esa instancia”, complementa Salomé. Los primeros resultados Gracias a esa actividad, el Consejo de Facultad creó no sólo la comisión de equidad de género y desarrollo académico, también aprobó la primera iniciativa que buscaba el incremento de mujeres en las aulas de la FCFM: el Programa de ingreso prioritario de equidad de género (PEG). Así, en 2014 ingresó la primera generación de estudiantes PEG.
Asimismo, para aumentar el porcentaje de mujeres en el cuerpo académico de jornada completa se creó el Programa de equidad de género en la academia, el cual se puso en vigencia ese mismo año. “Con estas iniciativas se le dio valor al aporte de las mujeres. Se ha tomado conciencia de que este es un problema, y que potenciar el ingreso de mujeres a la ingeniería también es un problema de la Facultad”, indica Nancy.
Otra de las propuestas que logró concretarse fue la creación del mediador universitario, una figura garantista que tiene por finalidad velar por el respeto entre los miembros de la comunidad de la FCFM. Luego de mucho análisis y debate, el cargo se aprobó por unanimidad en el Consejo de agosto de 2017.
“Hace diez años o menos incluso, el discurso era muy machista, pero ahora uno ve el cambio. Realmente en estos últimos años ha habido una diferencia. Se puede ver sensibilidad en ciertos temas, en hacerse cargo de estos problemas”, señala la directora de Diversidad y Género.
Los hitos que marcaron a la FCFM
En diciembre de 2017, la Facultad decidió nuevamente reunirse en un encuentro de reflexión. Las “Adelinas” vieron una importante oportunidad para avanzar. “Fuimos todas al encuentro. Como estrategia, pusimos el tema en cada punto de discusión. Todo esto derivó en una reunión con el exdecano Aceituno, en la que nos solicitó presentarle en marzo un proyecto sobre cómo avanzar en el tema”, cuenta Salomé.
La idea de institucionalizar las temáticas de género ya rondaba en el grupo de académicas y este era el momento. Durante enero y febrero se reunieron para armar la propuesta, la que se presentó en el Consejo de Facultad en marzo de 2018. La votación para aprobar la Dirección de Diversidad y Género (DDG) se realizaría en la siguiente sesión. Sin embargo, el alza del movimiento feminista en el país, también llegó al escenario universitario y la Facultad se paralizó con tomas y paros estudiantiles, lo que retrasó la formalización de la unidad.
“La dirección nunca fue una respuesta a lo que pasaba. Esto fue fruto del trabajo de hace 10 años, que ha sido emocionalmente desgastador, pero que ha valido la pena”, confiesa Salomé.
Finalmente la DDG fue aprobada en mayo de 2018. Para la académica del DIM “la creación de esta unidad era sumamente importante porque es un ente de poder político que nosotras necesitábamos para poder influir en la toma de decisiones. Además, logramos que estas preocupaciones ya no fueran sólo de un grupo de académicas, sino que fueran un responsabilidad institucional”.
Con un nuevo escenario en la Facultad, el cambio de decanatura trajo consigo otro avance importante en este ámbito: por primera vez el equipo directivo de la FCFM contemplaba cuatro mujeres. “Hubo un trabajo de conversación para que eso sucediera, pero no lo veíamos venir tan pronto”, comenta Nancy. “Pero el decano actual tenía mucho convencimiento de que en su equipo hubieran muchas mujeres”, agrega Salomé.
El camino recorrido
Algo de lo que se enorgullecen las “Adelinas” es de haber trabajado durante todos estos años sin haber transformado sus demandas en un punto de quiebre dentro de la Facultad. “Recuerdo haber peleado mucho en las reuniones, pero uno siempre busca los puntos de acuerdo. Entendimos que solos se tienen que ir dando cuenta del valor de estas cosas, que no es el mismo para todos, pero son igual de válidos, y es ahí donde hemos apuntado”, cuenta la directora de la DDG.
“Hicimos que se tomara conciencia de cosas tan importantes como que debía haber por lo menos una mujer en las comisiones relevantes, en la importancia de una sala cuna para la Facultad, que la maternidad ya no fuera un problema. Ese esfuerzo ha trascendido y nos han invitado a dar charlas a otras universidades, a otras facultades de la misma Universidad, e internacionalmente también. Afuera valoran mucho nuestro trabajo”, señala Nancy.
Con todas estas iniciativas, la FCFM ya ha tomado un nuevo rumbo, y aunque el cambio cultural requiere de mucho tiempo, los pasos que ha dado la red Adelina Gutiérrez marcan un antes y un después. “Ha sido un camino largo que ha requerido esfuerzo extra de todas las académicas. Todo lo que hemos conseguido ha sido con mucho esfuerzo porque ha habido mucha resistencia, poca empatía e incluso muchas injusticias, y todo lo que se ha logrado ha costado. Hemos tenido que ser súper estratégicas, súper políticas, y si hemos logrado todo esto ha sido por ser persistentes, por usar mucha inteligencia y por habernos apoyado mucho entre nosotras”, concluye Salomé.