El “Proyecto de Apoyo a Escuelas con Sello Experimental” busca desarrollar una red de escuelas públicas al servicio de las necesidades educativas de sus comunidades, bajo la mirada de la construcción de una nueva educación pública. El proyecto cuestiona la idea de calidad basada en aprendizajes cognitivo-académicos estandarizados, disociados de la formación multidimensional de las personas, poniendo su foco en un trabajo docente reflexivo y colaborativo, orientado a la resignificación del currículum oficial, apuntando a una formación integral, contextualizada, humanizadora y crítica.
La iniciativa fue diseñada por el Departamento de Educación y Perfeccionamiento del Colegio de Profesores y ha sido apoyada en su planificación e implementación por el Programa Transversal de Educación (PTE) de la Universidad de Chile, mediante un convenio de colaboración suscrito entre el Colegio de Profesores y la casa de estudios. Para tales efectos, se asoció al proyecto el académico del Departamento de Estudios Pedagógicos de la Universidad de Chile (DEP), Luis Osandón, especialista en currículum. El proyecto cuenta, además, con el respaldo de la Unesco, ya que esta iniciativa “va en la línea de la Agenda 2030 de la ONU y la nueva agenda global de Educación 2030”, explica el profesor Miguel Caro, coordinador general del proyecto.
“Para El PTE este proyecto es muy relevante, toda vez que es necesario avanzar en la construcción de nuevas concepciones y prácticas en las escuelas del país, avanzando decididamente a reforzar la dimensión pedagógica, alejando la presión por resultados estandarizados más que favorecer procesos formativos integrales y significativos”, señala Iván Páez, coordinador ejecutivo del Programa Transversal de Educación (PTE).
La implementación de este proyecto comenzó a fines de 2017, cuando se invitó a participar a tres establecimientos educacionales de la Región Metropolitana, dispuestos a introducir o fortalecer un “sello experimental”. Estos fueron el Liceo Confederación Suiza, la Escuela Cervantes Básica, ambos de la comuna de Santiago, y el Liceo A-5, de la comuna de Macul.
“La iniciativa está orientada a escuelas públicas, no selectivas, con un proyecto educativo que demuestre un ideario más reflexivo y crítico, respecto a temas como ciudadanía, derechos humanos, valoración de la interculturalidad, medioambiente y otros. Son escuelas que, además, deben estar dispuestas a la experimentación pedagógica”, señala el profesor Miguel Caro, quien se desempeña como asesor pedagógico curricular en el Colegio de Profesores y es académico de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE).
Desde el Departamento de Educación y Perfeccionamiento del Colegio de Profesores, explican que el proyecto apunta a “la promoción de un concepto de escuela pública que se aleje de la mercantilización educativa y proponga la búsqueda de nuevos caminos, orientados a la consolidación de la educación como un derecho social universal, garantizado por el Estado, cuyo sentido sea construido con las comunidades a partir de valores públicos, superando la lógica de estandarización. Es, por tanto, una propuesta que busca disputar el sentido de lo educativo y no una simple innovación en los marcos del modelo vigente”.
El profesor Miguel Caro, sintetiza la iniciativa en las siguientes palabras: “el proyecto consiste en que los y las docentes posibiliten que sus estudiantes aprendan del mundo en el que viven, desde una mirada reflexivo-crítica, y que ese aprendizaje sea multidimensional, no solo cognitivo, sino también social, valórico, emocional, etcétera, para que contribuyan a transformar el mundo en el que viven y puedan proyectar su propio sentido de vida en él. En este marco, los conocimientos no son un fin en sí, sino un medio para enriquecer la relación entre el individuo y su mundo o entorno”.
Suscribiendo lo anterior, el profesor Luis Osandón señala que “la noción de ‘experimentalidad’ es fundamental para recuperar la autonomía profesional de los pedagogos; el profesorado tiene que volver a creer en sí mismo, valorar su propia experiencia y maestría para sistematizar la realidad pedagógica en contexto y elaborar hipótesis de trabajo pedagógico que puedan contrastar colaborativamente en el centro educativo”.
Por su parte, el profesor Caro reflexiona: “Consideramos que el currículum en Chile no responde a las necesidades educativas fundamentales de la población escolar. Es un currículum con una lógica estándar, con objetivos de aprendizaje que son iguales y comunes para todos los estudiantes, para todas las escuelas, sin considerar sus características, sus particularidades. Es un currículo fragmentado, sin conexiones entre asignaturas. Es un currículo disociado, porque segmenta las dimensiones formativas de los sujetos. Por ejemplo, los objetivos de aprendizaje (OA) son de carácter esencialmente cognitivo-académico, y las dimensiones de formación valórica, emocional, socioemocional, identitaria, etcétera, están repartidas en otros lugares del currículum, en los objetivos de aprendizaje transversal (OAT), pero sin la importancia necesaria, y también en otros lados de la gestión escolar”.
Uno de los grandes problemas de esta separación entre objetivos de aprendizaje (OA) y objetivos de aprendizaje transversal (OAT), es que el sistema de evaluación mide esencialmente el cumplimiento de los OA, mientras que los OAT quedan en tierra de nadie. Otro problema del actual modelo curricular, según el profesor Caro, es “la saturación contenidista de los OA; nosotros hemos investigado esto con bastante profundidad y, por ejemplo, tenemos niveles de enseñanza y asignaturas donde la cantidad de OA superan la cantidad de semanas de clases que tiene un año. La cantidad de semanas de clases son 38 y los OA a veces son 50, 60 o más. Vale decir, la cantidad de objetos de aprendizaje es superior a la cantidad de tiempo con el cual yo puedo abordarlos, lo que redunda en una baja posibilidad para profundizar la comprensión y dar sentido a los saberes, lo cual es un problema gravísimo del currículum en Chile”.
En cuanto a los indicadores de logros que establecen los respectivos planes de estudios, si bien constituyen sugerencias a considerar y no obligaciones a rendir, también presentan un fenómeno de ‘saturación’, como señala el profersor Caro: “Los indicadores a veces son 80, 100, 200, 300. En el caso de Lenguaje en 8º básico, por ejemplo, que es un caso emblemático, hay 613 indicadores de logros para 38 semanas de clases. Eso es una total irracionalidad. Una locura. Es una invención de gabinete completamente separada de la realidad, que no considera las características de los contextos, de las escuelas. Es una entelequia racionalista que escapa de cualquier propósito educativo plausible. Así de brutal es la política curricular en Chile”.
Ante este escenario y todas las problemáticas descritas, el profesor Caro explica: “nosotros decimos ‘ya que por ahora no podemos incidir en el diseño, sí podemos incidir en el desarrollo curricular’. Nos basamos en una conceptualización del desarrollo curricular que se relaciona con la idea de cómo se despliega el currículum en las escuelas. Y la manera de desplegarlo es un espacio de posibilidad. Esto es un experimento de resignificación curricular, a partir de praxis interpretativas de docentes y prácticas colaborativas que realizan entre ellos y ellas”.
Al respecto, el profesor Osandón puntualiza: “El trabajo con las escuelas que han participado de la experiencia demuestran que es posible construir un saber pedagógico local apelando a la reflexión colectiva, el uso de evidencias y la confrontación de estas con las demandas de las políticas educativas centradas en el rendimiento. Del trabajo experimental que proponemos, comienza a emerger lenta, pero sostenidamente, que es viable enseñar y formar a las nuevas generaciones, a pesar de las restricciones de la evaluación externa estandarizada. Es decir, esta experiencia nos va permitiendo desarrollar hipótesis de desarrollo curricular alternativas al entrenamiento para las pruebas, atendiendo al sentido más profundo de la experiencia escolar, esto es, apropiarse críticamente de los saberes y herramientas que la cultura contemporánea nos ofrece, habilitándoles para transformar la realidad social con un sentido ético de justicia social”.
Durante el año 2018 el equipo ejecutor del proyecto y las escuelas voluntarias realizaron un arduo trabajo de análisis crítico del currículum oficial en términos globales, una revisión de la estructura y diseño curricular en general. Posteriormente, se procedió a realizar un análisis de “las asignaturas en particular, los objetivos de aprendizaje, los programas de estudio de las áreas que se van a trabajar con los docentes”, explica el profesor Caro.
En este marco, el equipo ejecutor del proyecto y los/as docentes voluntarios/as han realizado operaciones de síntesis, ensambles e integraciones de OA, orientados a transversalidades educativas y problemas socialmente relevantes del contexto social y educativo. “En definitiva, operaciones para reconstruir y resignificar los OA o, incluso, construir nuevos OA que hoy no se contemplan, e incorporar finalidades educativas significativas para el desarrollo de la sociedad”, señala el profesor Caro.
En la actualidad, el proyecto está llegando a la fase de diseño curricular e implementación didáctica en aula. “Lo que se busca hacer es dar vuelta la lógica del currículum. Para nosotros, los objetos de aprendizaje no son los objetivos de aprendizaje, sino que definimos las transversalidades educativas (construidas por las comunidades) como los objetos de aprendizaje”. Estas transversalidades educativas abarcan temáticas tales como diversidad, inclusión, interculturalidad, identidad, ciudadanía, derechos humanos, medioambiente, entre otras. “Estos fines educativos generales son para nosotros más importantes que los OA y concebimos los OA como un medio para esos fines”, explica el profesor Caro.
Verónica Casas, educadora de párvulos de la Escuela Cervantes, con 30 años de experiencia y un magíster en Educación Inicial, comenta: “la problemática que se está viendo ahora es cómo poder llevar a cabo el currículum y la integración de los alumnos migrantes que tenemos acá en Chile. Mi curso tiene 8 nacionalidades, de un total de 35 alumnos, donde la mayoría son venezolanos. Entonces nuestra labor ha sido integrar muchos temas, que ellos a la vez nos han ido enseñando”.
A pesar de que el proyecto avanza a paso firme, su ejecución no ha estado exenta de dificultades y obstáculos. Además del hecho de no contar con financiamiento propio, se suma la problemática de los cambios que experimentan los equipos directivos de los establecimientos, lo cual detiene temporalmente el proyecto, pues hace necesario “volver a explicar, validar y justificar lo que estamos haciendo”, explica el profesor Caro. A lo anterior se suman los cambios de sostenedores o de sus políticas, las paralizaciones de los docentes y las movilizaciones estudiantiles, todo lo cual ha obligado a replantear tiempos y ritmos de trabajo.
En este marco, el profesor Caro valora y pone de relieve el rol que ha asumido el Programa Transversal de Educación (PTE), “que ha sido fundamental al momento de buscar docentes voluntarios para participar en el proyecto, coordinar y planificar las reuniones, realizar comunicaciones al respecto, etcétera”. En la misma línea, el docente valora el apoyo de la Universidad de Chile a nivel central, “por apoyar un proyecto de estas características, por optar por escuelas inclusivas, integradoras, interculturales, diversas. En este proyecto hay un ethos de lo público dando vueltas, que es muy valioso. Acá hay una alianza en torno a principios y valores”, asegura.
Para finalizar, el profesor Caro hace un llamado urgente: “El ministerio debe crear una unidad de desarrollo curricular, eso es tanto o más importante que el diseño. El desarrollo curricular es la implementación, que se transfigura, adapta, cambia, reconstruye, de acuerdo a la realidad situada de las escuelas”. Luego agrega: “el desarrollo curricular no se ha visibilizado como la necesidad urgente que es. El PTE sí lo ha hecho. El Programa Transversal de Educación actualmente está articulando el diseño de un diploma en construcción y desarrollo curricular, junto al Colegio de Profesores y dos carreras de la UMCE, donde el énfasis está en cómo se intepreta y despliega el currículum en contextos concretos”.
En la misma línea, el profesor Osandón complementa señalando la necesidad de “complejizar sustantivamente nuestra idea de cómo se diseña y pone en práctica un nuevo currículum escolar; no podemos seguir pensando que con unos programas y unos textos escolares resolvemos el complejo fenómeno del desarrollo del currículum, necesitamos que las políticas de desarrollo profesional docente asuman que se requiere devolver autonomía deliberativa al profesorado y fomentar su asociatividad a escala local o regional, sobre todo ahora que comienzan a entrar en régimen los nuevos Servicios Locales de Educación”.