El debate, moderado por el periodista de Radio Universidad de Chile Patricio López en el Aula Magna de la Facultad de Economía y Negocios, contó con la asistencia del nuevo Vicerrector de Investigación, prof. Sergio Lavandero y desarrolló un excepcional cruce entre las Ciencias Biomédicas y las Ciencias Sociales. Fue el resultado más valorado del intercambio de saberes aportados por el senador Guido Girardi y los académicos Carolina Franch, Sylvia Cruchet, Verónica Cornejo y Esteban Radiszcz.
Fruto de ello se alcanzaron importantes conclusiones respecto a los posibles motivos que llevan a un aumento en las enfermedades y desordenes alimentarios -especialmente de la población femenina y de escasos recursos- pese a los programas implementados para revertirlos.
Los expositores concordaron que uno de los factores más importantes es la ausencia de cruces disciplinarios a la hora de formular políticas públicas, tratamientos o programas de prevención de largo alcance, lo cual se suma a la falta de conciencia ciudadana respecto a sus elecciones alimentarias y hábitos nutricios.
La entrada en vigor de un nuevo etiquetado de alimentos
Por su parte, el senador Guido Girardi anunció la entrada en vigor de la nueva norma de etiquetado (Proyecto de Ley impulsado junto a Mariano Ruíz Esquide entre otros, www.leychile.cl), que ha puesto sobre el tapete la urgente necesidad de abordar estructuralmente el déficit alimentario de la población chilena.
Aportándo en esta línea, la profesora Sonia Montecino manifestó: "En Chile las investigaciones sobre alimentación han estado centradas más bien en materias médicas, nutricionales, de ingeniería de los alimentos, de producción agrícola. Sin embargo, las variables culturales son claves a la hora de pensar no solo en cómo resolver los problemas de obesidad, anorexia, angustia alimentaria, gastronomía, entre otras; sino en la construcción de políticas públicas con pertinencia de clase, género, generación y etnicidad".
Los últimos estudios presentados por el Centro Interdisciplinario de Estudios de Género (CIEG) de la Universidad de Chile, que dirige la profesora Carolina Franch, abren el desafío de incorporar la medida cultural cuando se trata de observar la alimentación nacional.
Aportar a un cambio estructural
Verónica Cornejo, nutricionista y académica del INTA, recordó que la problemática de salud nacional progresó desde las luchas por la escasez hacia la sobreproducción de una lucrativa industria alimentaria, donde más es mejor. "El anzuelo de este pez es la sobra de malos nutrientes que han provocado cambios de vida generales. El punto de inflexión ha estado en priorizar la fuerza de un mercado, por sobre la voluntad individual (familiar o grupal). Esto ha sido posible gracias a una falta de educación dirigida al niño desde que toma conciencia activa del valor del alimento y la comida".
Los factores sicológicos son actualmente un aditivo importante en esta problemática del sigo XXI: "Estamos en una sociedad que tiende a lo adictivo, a la homogenización y a la proyección de ideales corporales asociados a valores estéticos deseados por la mayoría, y dónde el aprecio a la diversidad tiende a la negación", puntualizó Esteban Radiszcz.
Desde la antropología, Carolina Franch visibilizó el esencial tema de género que instala una polaridad flaco o flaca/gordo o gorda, basada en una desigualdad de roles asociados. En la elección, preparación y disposición de los alimentos personales familiares y culturales, el hombre sólo figura en estos últimos años, ya que es la mujer la que establece los parámetros. Sin embargo, el juicio y el ordenamiento de la industria asociada, están más bien coligados a un juicio masculino.
La sobreabundancia que produce escasez de salud
"La desigualdad y la inequidad de las subjetividades que la ciudadanía recoge sin darnos cuenta, están marcadas por aquello que condenamos, pero que también nos gobierna: Queremos producir cada vez más. Tanto, que hay sobreabundancia en el mercado y en la carrera loca de la producción, el consumidor es consumido. Son los ideales que dan peso a lo que valoramos, los que precisamente nos enferman. Por tanto, a mi juicio, el grave problema de la alimentación hoy es la biopolítica: la delgadez y la híper actividad se asocian a una clase mandante, ideales de comienzos de este siglo, por lo demás. Antes hombre de clase alta era más bien panzón y la belleza femenina destacaba una mujer rellenita como en los cuadros del pintor Peter Paul Rubens", señaló Radiszcz.
Para Carolina Franch, la reflexión de género es insoslayable al revisar las alarmantes cifras de mala nutrición anunciados en la Encuesta Nacional de Salud (2010), donde la obesidad mostró una prevalencia en la población femenina de un 30,7% en comparación a un 19% en el caso de los hombres. Cifras cuya distribución desigual se acentúa en los sectores poblacionales con menos ingresos y niveles educativos. Ello, pese a las estrategias de programas que han desplegado grandes esfuerzos por revertir la situación. "Por el contario, el número de personas afectadas por la enfermedad aumenta", constata la antropóloga y directora del Centro Interdiciplinario de Estudios de Género (CIEG).
"Lo que nos están diciendo las estadísticas es que definitivamente no lo estamos haciendo bien. Abordar la obesidad necesita rápidamente un dialogo interdisciplinario concreto. Hay un enfoque que ha olvidado otros saberes que permiten comprenden por qué sucede el fenómeno de la obesidad. Necesitamos un impacto importante en este tema no solamente porque la gente se enferma y porque económicamente no es rentable, sino también porque hay un tema social y político jugándose en contra y que es urgente enfrentar. En este esquema, el estudio sobre "Género, Pobreza y Obesidad" (Fonis, Universidad de Chile; Facultad Ciencias Sociales, INTA) que hemos dado a conocer la semana pasada, muestra las barreras culturales que debemos enfrentar para llegar a una solución real. Hay en ellas unas guías que se reparten gratuitamente y que permiten conocer las culturas instaladas en cada grupo humano, familiar, comunitario o nacional que potencian o inhiben una buena nutrición".
Negociaciones de Identidades culinarias
"Asistimos hoy día a lo que podemos denominar una gastropolítica, es decir a las negociaciones de las identidades culinarias (tanto en el plano social como personal ya no existe el come y calla), a la lucha por imponer determinadas formas de alimentación (lo sano y lo no sano), a la conquista y construcción de los derechos alimentarios, a las pugnas por construir por ejemplo una "nueva cocina chilena" (una disputa que toca a la gastronomía, a los negocios, y a las identidades nacionales -la pelea con Perú por el pisco, la papa-). La política del alimento es algo que no podemos dejar de considerar porque de un modo u otro todos y todas estamos inmersos en ella", dijo la Vicerrectora de Extensión, Sonia Montecino.
"Por la boca muere el pez" es un dicho con múltiples implicancias relativas al acto de abrir la boca para hablar o para ingerir algo que luego se vuelve en nuestra contra, picar un anzuelo, 'meter la pata', comer con glotonería y enfermarse. Lo hemos escogido como metáfora de algunos de los temas de la alimentación contemporánea porque hoy más que nunca los alimentos están rodeados de un aurea de nocividad o de salud ya sea por los relatos y representaciones que las ideologías nutricionales construyen alrededor de ellos, o bien porque efectivamente sus aditivos, semillas, tratamientos para su durabilidad impactan al cuerpo que los consume".