Señor Director:
En carta al director del 29 de diciembre pasado sostuve que "... habría que suponer que gracias a la arbitrariedad, discrecionalidad, falta de competencia, intencionalidad de algún tipo, o el siempre 'eficiente' trabajo de alguna agencia de lobby , el Ministerio de Educación acaba de adjudicar los fondos gubernamentales basales por desempeño para las universidades clasificadas de 'docencia, investigación y doctorado', ubicando a la Universidad de Chile en tercer lugar, a gran distancia de las universidades Católica y de Santiago".
Esta indignante y agraviante decisión gubernamental autoritariamente clasificó universidades y utilizó criterios y fórmulas definidos y manipulados entre cuatro paredes. Al Consejo de Rectores solo se le comunicó la letra grande; la letra chica la conocimos hace pocos días cuando el decreto fue tomado de razón por la Contraloría General de la República.
El jefe de la División de Educación Superior del Mineduc, en carta a "El Mercurio" el pasado 31 de diciembre, ofende e insulta nuestra inteligencia cuando nos quiere hacer creer que "en línea con las mejores prácticas internacionales" publicar 1.486 artículos internacionales ISI es mejor que publicar 7.780, que tener 11 programas de doctorado acreditados es mejor que 34, y que ubicarse en el lugar 1.632 en el mundo es mejor que en el 407 en el ranking internacional SCimago, que solo considera productividad en investigación.
Lo que es evidente para la ciudadanía no lo es para el jefe de Educación Superior del Mineduc: que la U es por lejos la N° 1 en el país en investigación y doctorados, tanto en lo histórico como en lo reciente, y que tiene una misión pública. Cualquier manipulación de estas cifras no cambia esa evidencia, por más que les moleste a algunos.
Nuestra comunidad universitaria manifiesta su indignación y rechazo a esta nueva manera de afectar a la principal institución de educación superior del país, la Universidad de Chile, y considera que la División de Educación Superior del Ministerio de Educación, al negar la evidencia académica, negó su oficio y competencia y, al sesgar sus políticas hacia un absurdo, perdió su ya dudosa credibilidad.
Prof. Víctor Pérez Vera
Rector Universidad de Chile