por Javiera Herrera
A pesar de que la toma de la Casa Central de la U. de Chile, ocurrida el primer lunes de junio, es una de las principales preocupaciones de Víctor Pérez, la agenda del próximo Consejo de Rectores, que tendrá lugar en Antofagasta, y la iniciativa que le gustaría dejar como legado, a un año de abandonar su cargo, también dominan la mente del rector de la institución.
Usted ha hecho mención a un programa que le gustaría realizar para el desarrollo de facultades de Educación, que incluye la contratación de académicos extranjeros. ¿En qué consiste esta iniciativa?
La Iniciativa Bicentenario en Educación que hemos planteado al país, significa que Chile, de una vez por todas, se tome en serio la formación de sus profesores en todos sus niveles y áreas, llevándola al más alto nivel (...). No podemos seguir negando que la formación docente es una de las piedras angulares de la mejora en calidad y equidad de nuestra educación. Seguir postergando esa definición es, sencillamente, un suicidio colectivo. Seguir dejando deteriorarse la profesión docente o estableciendo incentivos o medidas parciales, no es la solución.
¿Por qué afirma que establecer incentivos, como becas, no basta?
Nuestro fracaso en educación se debe, en gran parte, a que se cree que formar profesores es algo barato, simple y que lo puede hacer cualquiera, y la experiencia educacional exitosa a nivel internacional es que hacerlo bien es caro, extremadamente complejo y realizado en Ues. con oficio reconocido en docencia e investigación. Por esto, hemos propuesto una Iniciativa Bicentenario, expresada en un fondo no menor a US$ 500 millones en 10 años, para financiar proyectos en cinco universidades, al menos tres de ellas estatales, las que deberían comprometerse a colocar la formación de profesores y la investigación básica y aplicada en educación, al centro de su quehacer académico.
El plan que propone contempla contratar a 200 extranjeros con el grado de doctor en Educación, en circunstancias que, desde las Ues. del Cruch, se graduaron 128 PhD. de esta área, entre 2001 y 2011. ¿Es necesaria esa cantidad de especialistas para Chile?
Nuestros niños no pueden seguir esperando. Cuando he hablado de concursos internacionales y nacionales para traer, en los próximos cinco años, a al menos 200 académicos con doctorado y experiencia relevante en el aula escolar, es porque necesitamos crear, vía "fast track", una base de masa crítica, del más alto nivel, que proyecte y desarrolle nuestro sistema educacional desde su base misma. Esto es lo que el país ha hecho ya en otras áreas (...). No hay otro camino.
¿De qué países considera que deberían venir estos doctores?
De las mejores universidades del mundo. De Estados Unidos, Canadá, Singapur, Finlandia, Australia, que son países que se han caracterizado por formar muy buenos académicos y doctores en educación en todas las disciplinas.
¿Cree usted que la incorporación de estos profesionales podría generar algún tipo de recelo entre los académicos locales?
Al contrario. La incorporación de extranjeros a las universidades chilenas sólo puede enriquecer la experiencia académica. Los académicos no trabajan solos, lo hacen siempre en comunidad y esto se intensifica cada día más. Por lo tanto, la apertura es sólo ganancia.
¿Considera que en el país hay un déficit de académicos especializados?
La formación de académicos está directamente vinculada a la existencia de programas de doctorados de calidad. En nuestro país, estos se desarrollaron primero en el área científica, luego en las tecnologías y las humanidades y, más tardíamente, las ciencias sociales y las artes. El área de educación, y específicamente la pedagogía, es una donde tenemos un número muy insuficiente, casi inexistente, de programas de doctorado de calidad.
¿Cuál será el rol que, según su parecer, debieran cumplir las facultades donde se espera lleguen los doctores?
Deberán convertirse en los nodos dinámicos de una Red Nacional de Facultades de Educación, con la tarea de mejorar sustantivamente, en todo el país, la formación docente en todos sus niveles y el desarrollo académico del área. Ellas deben comprometerse a desarrollar proyectos que impliquen, por ejemplo, inversiones en infraestructura y laboratorios de última generación; alianzas estratégicas con facultades de Educación de prestigio mundial; creación de una red de establecimientos escolares y jardines infantiles en cada proyecto, con asiento principal en sectores sociales vulnerables.
Para concretar este plan, además de recursos, se requiere de respuestas internacionales a las eventuales convocatorias que realicen. ¿Cree que imágenes como la Casa Central tomada pueden afectar el interés en llegar al país?
Rechazo las tomas porque violentan la convivencia universitaria, pero la imagen de las universidades no se construye sólo desde los edificios, por emblemáticos que estos sean. La Universidad de Chile cuenta con académicos y estudiantes de excelencia, y esto no sólo se evidencia en las métricas propias de la educación superior, sino también por la capacidad que esta universidad ha tenido y sigue teniendo de construir su país.
Facultad de Educación
Actualmente, la universidad trabaja en la creación de su Facultad de Educación y, en los próximos tres años, se debieran abrir nuevas carreras en enseñanza parvularia, básica y media, además de un doctorado. Junto con eso, se espera crear una red de colegios y para ello, ya se están buscando 14 profesionales, a través de concursos nacionales e internacionales.
¿Por qué decidió crear una Facultad de Educación?
Porque Chile no entiende hoy que la universidad no le otorgue a la educación el tema al que la ciudadanía asigna un rol central para terminar con las inequidades y desigualdades, un lugar definido, prioritario y consolidado en nuestra estructura académica, un lugar desde donde reconstruir el liderazgo académico.
¿Por qué realizar un concurso internacional para conformar la facultad?
Nuestro interés es atraer las mejores capacidades, estén ellas en Chile o en otras latitudes. Eso tiene un sentido de responsabilidad y de futuro, pero no es algo nuevo en nuestra historia. Sin ir más lejos, la fundación del Instituto Pedagógico, impulsada por Valentín Letelier en 1889, se hizo con la contratación de ocho investigadores y profesores alemanes.