“Cuando quieras hacer una innovación o un cambio, comienza por la evaluación”, señaló Carles Monereo. “Dime cómo evalúas y te diré cómo aprenden los alumnos. Es más, cambia la evaluación, cambiará cómo aprenden los alumnos y probablemente la forma en que enseña el profesor”, agregó el académico de la Universidad de Barcelona ante una atenta y numerosa audiencia en la sala Eloísa Díaz de la Casa Central de la Universidad de Chile, enfatizando en que la evaluación tiene un gran poder sobre lo que se está haciendo y genera cambios.
“Un buen profesor, mientras enseña, está constantemente evaluando y leyendo el contexto”, indicó Monereo, antes de comenzar su exposición, basada en cómo utiliza el enfoque por competencias en sus clases, a través del desarrollo de los cinco principios que guían su práctica docente: enseñanza competencial (autenticidad); enseñanza estratégica (autonomía); enseñanza modeladora (ejemplaridad); enseñanza significativa (identidad) y enseñanza científica (investigación).
“Hay estudios que dicen que un estudiante en tres meses ha olvidado el setenta por ciento de lo que aprendió”, quizás porque ese setenta por ciento no era necesario para la práctica profesional, dijo el Dr. en Psicología, para recalcar la importancia de enseñar a resolver situaciones parecidas a las que les tocará vivir a los estudiantes cuando sean profesionales.
“Intento predicar con el ejemplo”, expresa el académico de la UAB. “Enseñamos lo que somos y debemos ser coherentes con lo que decimos. El cómo hacemos las cosas también habla del contenido”. En esa línea “todo lo que hago está basado en investigaciones de cómo es mejor enseñar”, enfatizó.
Así, por ejemplo, sus alumnos realizan propuestas de soluciones reales para problemas reales de determinadas escuelas, lo que impacta en una comunidad y le da sentido al estudiante. Al respecto, subraya que para seleccionar lo que vas a enseñar, es más relevante definir qué debe ser capaz de resolver el estudiante para el desarrollo de su profesión, que determinar las competencias necesarias.
Algunas particularidades de su metodología también incluyen la caracterización previa de los estudiantes, a través de un cuestionario enviado antes de que comience el semestre; una evaluación inicial muy parecida a la final, que permite a los alumnos comprender lo que podrán aplicar al terminar el curso y que sirve también de caracterización para luego formar grupos heterogéneos y equilibrados entre sí, para que todos se potencien; además de la figura del “defensor del alumno”, que es un estudiante de postgrado que va haciendo el seguimiento, para entregar retroalimentación al profesor sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje.
El desarrollo de la autonomía, que permite a los estudiantes tomar decisiones, autorregularse y seguir actualizándose es también esencial en este enfoque; que por otra parte, busca que los alumnos se identifiquen con su profesión y vayan elaborando una identidad disciplinar.
A modo de cierre, el invitado internacional, compartió un “decálogo del evaluador competente”, compuesto, en resumen, por los siguientes puntos:
- Utiliza la evaluación para distintos objetivos y no sólo para acreditar el nivel de rendimiento.
- Expón desde el principio y con claridad lo que esperas de tus alumnos y los criterios con los que corregirás.
- Evalúa, siempre que puedas, a partir de problemas prototípicos.
- Evalúa los procesos a partir de los cuales tus alumnos aprenden.
- Trata de que tus alumnos tomen conciencia de sus errores y valora sus progresos.
- Evalúa su competencia de autorregulación frente a la incertidumbre.
“Quiero garantizar a la sociedad que saldrá una persona de ahí -sus clases- que sabe resolver una cosa. Mi éxito es que ellos aprueben”, puntualizó.