La espontánea protesta de decenas de estudiantes secundarias de varios liceos en contra de un grupo de jóvenes del Liceo Lastarria, poco después de una nueva conmemoración del Día Internacional de la Mujer, destapó un chat en el que jóvenes de este establecimiento habrían compartido imágenes íntimas de jóvenes sin su consentimiento, además de realizar amenazas de violaciones. La movilización llamó inmediatamente la atención, y permitió que otro grupo de jóvenes denunciara poco después eventuales casos de abuso y acoso sexual en el Liceo Arturo Alessandri, también de Providencia, generando un amplio debate sobre cómo enfrentar estas situaciones y evitar que se repitan en este u otros establecimientos educacionales.
En el marco de ese debate, Liliana Fuentes, académica del Departamento de Estudios Pedagógicos de la Universidad de Chile, experta en convivencia escolar y psicología de adolescentes, destacó que, a pesar de todo, la situación significa un avance respecto a lo que se vivía en nuestro país sólo algunos años atrás. “Si bien es posible que lo que sucedió nos sorprenda o nos llame la atención, creo que acá hay un avance, porque estas situaciones antes eran calladas por las personas. En cambio, con el movimiento feminista, el empoderamiento de la mujer y los movimientos contra la violencia de género, ha habido una toma de conciencia, de que debemos denunciar este tipo de hechos, y creo que eso es muy valorable”, aseguró la profesora de la Facultad de Filosofía y Humanidades.
En esa misma línea, planteó que si bien antes podría haber existido una situación de enjuiciamiento entre pares o se podría haber argumentado que la culpa era de la víctima por usar el jumper muy corto, ahora hay una reacción colectiva de solidaridad, que demuestra que las mujeres están protegiéndose mutuamente.
Consultada respecto a cómo evitar que hechos de esta naturaleza se repitan en estos y otros establecimientos educacionales, la académica propuso que se podría trabajar conceptos específicos, como la idea de construir una comunidad. “Hay que llevar la teoría a la práctica y generar esta comunidad no sólo en un colegio, sino con los demás liceos de la zona, con los padres y apoderados. Porque cuando vemos que todos vamos juntos, estos conflictos es más difícil que surjan. Necesitamos comunidades que se basen en una convivencia sana, donde todos juntos comparten y van creciendo”, argumentó.
Por otra parte, hizo hincapié en la necesidad de abandonar pautas de comportamiento que pueden estar muy arraigadas en la sociedad chilena, como el chaqueteo, y una interacción relativamente violenta, con actitudes despectivas y descalificadoras en el cotidiano. “Hay que generar modelos de comportamiento desde la familia y la comunidad que permitan a las personas desde pequeños adoptar formas de interacción igualitaria entre pares y entre géneros, tratando de ser críticos con los modelos tradicionales que pueden no ser tan positivos”, sostuvo.
En cuanto a qué políticas públicas podrían desplegarse para impulsar este tipo de transformaciones, la profesora Fuentes planteó la posibilidad de desarrollar programas escolares que fomenten la reflexión sobre las relaciones que existen entre pares, en sus familias y con sus profesores/as, de tal manera que “con una visión crítica, puedan analizar dónde hay interacciones negativas y qué se puede hacer para cambiarlas. De esta manera, podemos instalar luego modelos que sean mejores”.