Mastodontes, milodones y paleolamas en el sector de Los Vilos. Aunque cueste imaginárselos, ese era el panorama de la zona hace más de 11 mil quinientos años.
La extinción de estas especies, hallazgos de asentamientos humanos y de restos óseos son algunos de los temas que el académico de la Facultad de Ciencias Sociales (FACSO) Donald Jackson indaga desde hace 25 años junto a otros investigadores y estudiantes de antropología y arqueología, entre ellos, el profesor César Méndez, académico y Director de Investigación de dicha Facultad.
Uno de los hallazgos más recientes del equipo es un esqueleto humano de 11.230 años de antigüedad, convirtiéndose así en uno de los más tempranos de Sudamérica. Este fue encontrado en las cercanías de las vías del tren longitudinal, en un sector llamado “Los Rieles”.
El individuo fue un hombre de entre 40 y 45 años que se alimentaba de productos del mar y que utilizaba su dentadura para curtir cueros; además, es posible que sea el más antiguo de esta parte del continente. Sobre su antigüedad, el profesor César Méndez relata que posterior a la excavación, en la que encontraron el esqueleto en posición fetal, realizaron “distintos fechados radiocarbónicos”.
¿Qué quiere decir esto?
“Significa que le hacemos varios análisis repetidos. Mandamos a un laboratorio un fragmento de un diente, a otro centro un fragmento de otro diente, y un pedazo del petroso, que es un hueso del cráneo que es un muy duro, por lo que se conserva muy bien”.
“Fuimos obteniendo distintos resultados dependiendo de los laboratorios, entonces elegimos el más conservador, el más reciente, que es 11.230 años de antigüedad. Podríamos decir que tiene 12 mil años, que fue uno de los resultados obtenidos y sería mucho más antiguo, pero elegimos el más conservador porque ésta no es una carrera de quien logra el fechado más antiguo, sino quien hace la ciencia más sólida”.
¿En qué consiste la prueba realizada a las muestras?
“Con un espectrómetro de masas se mide cuánto Carbono 14 le queda a algún resto que alguna vez estuvo vivo. Nosotros mandamos las muestras a Estados Unidos a tres laboratorios distintos como una medida de seguridad y de rigor”.
“Todos los seres vivos del plantea estamos en una relación de equilibrio con el Carbono 14 y lo tenemos al interior. Una vez que morimos empezamos a desprender ese elemento, se nos empieza a desvanecer de los huesos y mediante pruebas químicas se sabe cuánto demora en disiparse”.
¿Hay otros hallazgos que puedan ser más antiguos que éste?
“Hay un sitio donde hay unos restos bastante tempranos que es Arroyo de Frías, en la pampa Argentina, pero fue excavado hace casi cien años y los arqueólogos que analizaron y fecharon encontraron esos restos en un museo, no lo excavaron ellos mismos. Nosotros tenemos todo el proceso documentado desde el hallazgo hasta la excavación. Los otros arqueólogos hicieron un muy buen trabajo, sin embargo, no pudieron documentar esa parte del proceso que da otra cantidad de información riquísima. Por ejemplo, la posición en la que estaba el cuerpo: cúbito lateral, que es la posición característica de varios esqueletos humanos enterrados a lo largo de la costa de América y todos más o menos de fechas parecidas, no tan tempranos como éste, pero similares”.
“Otro sitio que también tiene unos restos es Toca de Gordo do Garrincho, Brasil. Ese sitio, si bien es cierto también tiene una fecha temprana, también está discutido sobre la base que son sólo restos de una parte dental, no está el individuo completo”.
En tanto, los descubrimientos sobre sus comportamientos alimenticios, se “hicieron a partir de análisis químicos sobre los huesos”. Esto, porque “todos tenemos lo que se llama una firma química y esta se compone de ciertos elementos que están repartidos en los tejidos. Si los analizamos en comparación con los de otros animales, podemos ordenarlos en función de la cadena trófica, entender quien se comió a quien, ya que los humanos al comerse a otros animales están más enriquecidos de algunos elementos a partir de los que los animales comen”, explica el académico.
Una de las características de la dieta de este individuo es que “estuvo compuesta principalmente de productos del mar y eso es notable para un país tan costero como Chile: el individuo más temprano que se ha encontrado en este país tiene una firma de que era un individuo costero”, comenta Méndez.
Otro aspecto estudiado son los tipos de actividades que esta persona realizaba. El profesor Eugenio Aspillaga, Director del Departamento de Antropología de la FACSO y especialista en antropología biológica, analizó los restos desde ese ámbito. “A partir de las trazas que miró en los dientes identificó que esta persona los utilizaba para raspar cueros y probablemente como herramienta para ablandarlos, entre otras cosas”, explica Méndez.
Los Vilos como espacio para la investigación arqueológica
“La zona de Los Vilos es importante en términos de la investigación”, explica el Director de Investigación de la FACSO, dado que en la década del ‘70 se descubrió el sitio arqueológico de Quereo. Allí se encontraron restos de fauna extinta, como mastodonte, milodón y caballo americano, además de un tipo de gran felino. Este importante sitio es calificado por el profesor Méndez como “controversial” porque “existe la duda sobre hasta qué punto el ser humano es responsable de que esos huesos estuvieran en ese lugar, si el ser humano había aprovechado esos restos de animales muertos ya antes o si el ser humano los había matado y faenado”. A pesar de eso, este primer acercamiento “es una de las inspiraciones para que nos hayamos acercado a estudiar lo que se llama los primeros pobladores de la zona”.
“Estamos tratando de establecer cuáles son las características de los ecosistemas del pasado y cómo vivió el ser humano en esos ecosistemas”, explica Méndez. Por ello, otro de los descubrimientos corresponde al año 2004 cuando el equipo encontró “uno de los sitios arqueológicos más tempranos de Chile, ubicado en la quebrada Santa Julia. Por tres años excavamos ese sitio arqueológico cuya evidencia, al revés de Quereo, es muy segura”, relata.
En el lugar los investigadores encontraron material de piedra tallada, restos de una fogata y evidencia de que humanos faenaron un caballo en ese lugar. Pero no cualquier tipo de caballo, sino que el “caballo americano”, extinto hace cerca de 11 mil quinientos años atrás. Por este descubrimiento los investigadores aseguran que “estos animales coexistieron con el ser humano y que hace 13 mil años Los Vilos no era como ahora, sino que la zona tenía la capacidad para alimentar herbívoros de gran tamaño”.
En la quebrada Santa Julia encontraron además cristal de roca o cuarzo cristalino. “Nos pareció que ese material era muy particular y que difícilmente uno iba a poder encontrarlo en cualquier parte. Por ello hicimos una búsqueda sistemática por distintas parte del Norte Semi árido donde podíamos encontrar ese material. Con eso llegamos a la localidad de Tilama, que está de Pichidangui hacia el interior; allí dimos con un sitio que es probablemente la cantera desde donde viene este material. Llevamos ahí excavaciones el año 2010, 2011, 2012 y 2013. Nos demoramos mucho en excavarlo porque apareció una inmensa cantidad de material, obtuvimos cerca de 13 mil piezas de cuarzo de una excavación de 9 metros cuadrados”.
“En ese yacimiento encontramos las primeras fases de las actividades de extracción del cuarzo que posteriormente encontramos representados en las últimas frases en quebrada Santa Julia, en el otro asentamiento de la costa. La gracia es que estos sitios están distantes entre sí unos 35 kilómetros, lo que entonces nos muestra un poco cómo era la movilidad de las poblaciones”, cuenta.
Formación y trabajo interdisciplinario
Como señala el profesor Méndez, en las diferentes investigaciones y excavaciones que han ido realizando en la zona de los Vilos y otras zonas del norte chico han participado estudiantes de diferentes generaciones de manera más permanente o en expediciones formativas de la carrera. “Llevamos numerosas tesis de doctorado, de magíster, de pregrado; hemos incorporado a gran parte de los alumnos de la carrera de arqueología y otras carreras de la Universidad de Chile en las excavaciones”, comenta el profesor Méndez.
El Director de Investigación de la FACSO explica también que estos descubrimientos recientemente dados a conocer a la opinión pública responden a procesos de largo aliento.
“Ese esqueleto lo excavamos el 2010, trabajamos la publicación durante el 2011, se publicó el 2012 y recién ahora se extiende hacia un público más amplio. No es que repentinamente surgió esto, sino que es fruto de un largo trabajo interdisciplinario”. Esta investigación
Esto último es otra característica del equipo de la Universidad de Chile que trabaja en la zona. Actualmente está compuesto en la rama de la arqueología por los profesores Donald Jackson y César Méndez; Roxana Seguel del Centro Nacional de Conservación y Restauración que es de la DIBAM en el área de restauración; Antonio Maldonado, paleo ecólogo del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas de la Universidad de La Serena; e Ismael Murillo, geólogo del SERNAGEOMIN. Estas investigaciones han sido financiadas con proyectos Fondecyt Regular.