Doce son los países que participan de la versión 2015 de la Copa América que se juega en Chile. Diez de ellos son sudamericanos, además de México y Jamaica. Pero mientras la pelota comienza a rodar, en nuestro país todavía se discute la Reforma Educacional liderada por el gobierno de Michelle Bachelet. En ese contexto, quisimos conocer cómo se mueve la educación en estos doce países y comparar cuánto gastan sus Estados en esta importante área.
Para esto, recogimos las cifras que maneja actualmente la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), las que datan de estudios realizados entre 2012-2013. Los datos demuestran que Bolivia se ubica en el primer lugar de esta tabla de posiciones, utilizando un 6,4% del PIB para la educación. Seguido muy de cerca por Jamaica (6,3%) y Argentina (6,2%).
Durante el Foro Mundial sobre Educación (FME) 2015, el ministro de Educación boliviano, Roberto Aguilar, explicó que esta cifra se debe a que desde el 2005 hasta hoy, Bolivia “ha incrementado en un 200% el gasto público en materia educativa, lo que nos sigue ubicando en el segundo lugar en América Latina y el Caribe. Primero Cuba y después Bolivia”.
Para los expertos, esta situación demostraría inicialmente que, para Bolivia, la educación tiene una prioridad por sector que es mayor a otros países latinoamericanos. De ahí que su porcentaje sea más alto. No obstante, es necesario también poner la pelota en el piso. Para Ernesto Espíndola, experto en información social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el gasto en educación respecto al PIB “es sólo uno de los indicadores de esfuerzo de los países para destinar recursos. Pero también hay que tener en consideración los números absolutos y el tamaño de las economías, porque el PIB en Bolivia o Jamaica es más bajo que en Chile (…) Entonces para una misma cobertura educativa, ellos tienen que gastar mucho más y tienen que sacrificar otros sectores”.
De hecho, según cifras del año 2013 del Banco Mundial, Chile tiene un Producto Interno Bruto casi siete veces mayor que Bolivia y 18 veces más que Jamaica, por lo que el gasto público en educación es monetariamente mayor en Chile que en esos otros dos países, pese a que sea menor en porcentaje del PIB.
“La magnitud del gasto tiene que ver también con el contrato social, con aspectos demográficos o con los desafíos que tienen los gobiernos. Por ejemplo, los países latinoamericanos tienen mucha más población joven, entonces es normal que gasten más en educación que otros países”, añade Juan Pablo Valenzuela, investigador del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile.
Tarjeta amarilla para Chile
De todas maneras, los expertos coinciden en que Chile se encuentra con tarjeta amarilla en el gasto público que desembolsa en educación con respecto a su Producto Interno Bruto. Tanto dentro de los países de América Latina y el Caribe como entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Chile está bajo el promedio.
Nuestro país invierte un 4,6% del PIB a través de fondos estatales para la educación. Muy distinto al promedio latinoamericano y caribeño (5,2%) y de la OCDE (6,1%), siendo Cuba (12,8%) y Dinamarca (7,5%) los que más recursos públicos destinan, respectivamente.
Además, la UNESCO y la OCDE han puesto hincapié en otro factor importante del gasto educacional chileno. Nuestro país es uno de los primeros en América Latina y el segundo mayor de la OCDE en utilizar fondos privados para financiar esta área (2,6% del PIB), los que son ingresados, por ejemplo, a través del pago familiar y del sistema de becas y créditos. Cancha totalmente desnivelada en comparación a la OCDE, en donde el promedio de financiamiento privado a la educación entre los estados miembros es de sólo un 0,9%.
“A nosotros no nos parece mal que haya un financiamiento mixto. Sin embargo lo que uno busca es que éste se comporte como funciona en otros países referentes en educación”, explica el investigador del área de política educativa de Educación2020, Mathias Gómez. Para él, es normal en todos los países que el financiamiento de la educación superior sea una pelota dividida entre lo público y lo privado. Sin embargo, argumenta que a nivel de educación primaria y secundaria no debería existir un copago de las familias, “porque contribuye a la segregación”.
Soluciones y los otros países en competencia
Para mejorar el caso chileno, Espíndola señala que habría que sacar recursos estatales desde funciones no sociales “como el gasto militar, el sistema energético, el gasto en infraestructura vial y portuaria o a través de impuestos, pero eso sería también hipotecar condiciones necesarias para el crecimiento futuro”.
Mientras que para Valenzuela el partido se debiera emparejar en el mediano plazo. “La brecha más relevante está en educación primaria y secundaria, pero si tenemos una reforma tributaria, una Carrera Profesional Docente, se fortalece la educación pública y (se cumple) el compromiso de la gratuidad de la educación terciaria (…) pareciera que vamos a superar en los próximos años el promedio de la OCDE”, concluye.
Caso aparte es el de Argentina, quien a través de su ley de Financiamiento Educativo pasó de invertir un 4% a un 6,2% del PIB en cuatro años, escalando del puesto 81 al 19 en el ranking mundial.
Y aún más excepcional es el de Venezuela, que en 2007 destinaba un 3,6% del PIB y llegó a un 6,8% en 2009, liderando esta Copa América de la educación. Sin embargo, desde esa fecha, la UNESCO no ha podido medir las cifras del gasto público en educación del país sudamericano, por lo que no pudo ser considerado en esta investigación.
Gasto público en educación (en % del PIB)
Estadísticas de la UNESCO 2012/2013
Bolivia 6,4%
Jamaica 6,3%
Argentina 6,2%
Brasil 5,8%
México 5,1%
Colombia 4,9%
Chile 4,6%
Ecuador 4,4%
Uruguay 4,4%
Paraguay 4,3%
Perú 3,3%
Venezuela (No hay estadísticas en esas fechas. La última de UNESCO es de 2009: 6,8%)
Promedio de América Latina y el Caribe: 5,2%