En septiembre se cumplen cuatro años desde que se elevó el impuesto a las bebidas azucaradas y se redujo el de las bebidas reducidas o sin azúcar como parte de la Reforma Tributaria, una medida que sin tener un objetivo sanitario, sí podría impactar en la reducción del consumo de azúcar de los chilenos.
Una investigación financiada por Conicyt y el Research Council de Reino Unido estudió este impacto. ¿El resultado? Pese al leve aumento del impuesto, el consumo de bebidas azucaradas se redujo 21,6% en promedio en el país, especialmente en los sectores socioeconómicos medios y altos.
El Impuesto Adicional a las Bebidas Azucaradas (Iaba) aumentó de 13 a 18% el importe en las bebidas con una concentración de azúcar agregada de 6,25 gramos por 100 ml o más y rebajó de 13 a 10% a las que tenían una concentración menor.
La investigación realizada por expertos de la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile, la U. de York (Reino Unido), la U. Hitotsubashi (Japón) y el Luxembourg Institute for Socio-Economic Research (Luxemburgo) determinó, además, que no hubo un alza importante en el consumo de productos bajos en azúcar.
El estudio evaluó los datos de compras de casi tres mil hogares en todo el país, desde 2011 a 2015 (tres años antes de la implementación del impuesto y un año después).
Cristóbal Cuadrado, académico de la U. de Chile y miembro del equipo de investigación, destaca que el consumo global de bebidas no ha tenido mucha variación, pero sí el contenido de azúcar. Así, antes de la aplicación del impuesto, cada persona en un hogar promedio bebía 3,5 litros mensuales de bebidas con azúcar y tras el impuesto, este consumo se redujo en 766 ml, cayendo a 2,7 litros, lo que se traduce en una disminución del consumo de azúcar de 15,1% en promedio al mes. El estudio considera las compras de bebidas realizadas en supermercados y negocios, pero no las de restaurantes.
Si se considera el nivel socioeconómico de los hogares, los de estrato alto redujeron el consumo de bebidas con azúcar en 31,3%. Los de estrato bajo fueron los que menos bajaron el consumo, con 12,1%. Si estos resultados se llevan a cantidad de azúcar, las personas del sector alto redujeron 20,1%, más del doble que los más bajos, que solo lo hicieron en 8,9%. Cuadrado explica que existen tendencias de largo plazo en las que la población de más altos ingresos está cambiando a categorías bajas en azúcar. “Hay un cambio gradual de los patrones de consumo en los últimos años, más marcado en los grupos socioeconómicos más altos. La reducción calculada por nosotros está ajustada por esas tendencias, al considerar los cambios observados desde 2011 en los patrones de compra de los hogares”, indica.
También es posible, dice, que otros efectos no relacionados con el alza en el precio hayan afectado la modificación en el consumo, como los efectos económicos de la reforma tributaria que pueden haber llevado a una contracción en el consumo en particular de los hogares de nivel socioeconómico más alto.
¿Solo efecto del impuesto?
Un informe publicado en marzo por Euromonitor International dio cuenta de una reducción en el crecimiento del volumen de bebidas no alcohólicas en el país. Según Marie Bel, analista de investigación de esta entidad, dos factores explican esta reducción: la desaceleración económica y el proceso continuo de migración desde las bebidas y néctares hacia el agua embotellada por la “creciente conciencia sobre la salud en Chile”.
Carmen Silva, también analista de investigación de Euromonitor International, señala que es difícil sacar una conclusión acerca de qué factor influyó en la reducción de consumo de azúcar del estudio. “Puede ser el impuesto, pero también por otras políticas puestas en marcha. Hay que ver la campaña en su globalidad. Al fin y al cabo, se logró el objetivo de salud pública, es decir, reducir niveles de obesidad y diabetes en el país, entre otras enfermedades”.
A juicio de Samuel Durán, vicepresidente del Colegio de Nutricionistas Universitarios de Chile, es lógico que disminuya más el consumo de azúcar en los estratos socioeconómicos más altos, ya que históricamente son los que más consumen también productos dietéticos, que además no siempre están disponibles en los negocios de barrios. Un tema positivo que menciona Durán es que pese a que el aumento del impuesto fue bajo y no hay campaña ni incentivo para evitar el consumo de bebidas azucaradas, sí hubo una disminución, que “no es producto del impuesto, sino de campañas que las mismas empresas están adelantando y que las han llevado a reducir por sí solas la cantidad de azúcar y así evitar los sellos negros”, dice.
Coca Cola, por ejemplo, admite que solo en Chile se ha reducido 33.700 toneladas de azúcar y esperan sumar otras 3.400 más este año. De hecho, se han propuesto que al 2020, el 50% de sus ventas sean productos libres y reducidos en azúcar. “Existe una creciente tendencia por parte de los consumidores de preferir tanto las bebidas carbonatadas, como aguas y jugos reducidos o sin azúcar, categorías que muestran, en los últimos años, crecimientos a tasas de dos dígitos”, dicen.
Respecto del cambio de comportamiento de los consumidores para que pasen de consumir una bebida azucarada a otra que no lo es, Silva dice que estos son transitorios y están influenciados por los sellos. “Por ejemplo: migración de bebidas carbonatadas con azúcar, a aguas, para evitar el sello ‘alto en azúcar’, pero, cuando las empresas decidieron reformular sus bebidas para ofrecer un producto que responda a la nueva normativa, las ventas de aguas, por su parte, cayeron”.
Dice que se explica porque el consumidor está acostumbrado a tomar la bebida azucarada y no desea cambiar este comportamiento a menos que se dé cuenta de que perjudica su salud.