El 6 de mayo de 1963 constituyó un antes y un después en la historia de la anestesiología en nuestro país. Siendo casi las nueve de la mañana, se produjo una explosión mortal en la sala de pabellones del Hospital Manuel Arriarán, producto de una falla en la mezcla de gases de ciclopropano y oxígeno utilizados por la máquina que los suministraba con fines de sedación. Producto de este accidente fallecieron cuatro médicos y dos pacientes pediátricos, y más de 14 personas quedaron lesionadas o mutiladas.
Los registros de ese hecho histórico hoy figuran como parte de las colecciones del Museo Nacional de Medicina, donados por la familia del doctor Ernesto Frías, primer anestesiólogo chileno y creador de la “Chilean Midget”, adaptación para nuestro país de la máquina inventada en 1924 por la Foregger Company, empresa austríaca radicada en Estados Unidos. Esta versión –que tenía dos cilindros de oxígeno y dos de ciclopropano- fue diseñada por el doctor Frías para contar con un equipo que fuera fácilmente desplazable, dado que a mediados de los años ‘30 el sistema hospitalario nacional no contaba con los recursos como para que cada pabellón quirúrgico tuviera su propia estación de trabajo para anestesia.
“Están el documento de peritaje, el expediente judicial e incluso partes de la máquina que falló, así como fotografías y otros antecedentes. Todo ese material es de un valor incalculable para quien desee hacer una investigación en profundidad de este accidente, que llevó a la prohibición del uso del ciclopropano en todo el país”, explicó Ana María Adriazola, coordinadora del Museo Nacional de Medicina Doctor Enrique Laval.
Principalmente por falta de recursos humanos, añadió, esa y otras colecciones aún no han sido debidamente catalogadas, puestas en valor y almacenadas. Por ello, postularon a la segunda convocatoria realizada por el Servicio Nacional del Patrimonio Cultural para el Fondo de Mejoramiento Integral de Museos, que otorgó financiamiento a las propuestas de ocho instituciones a lo largo del país, entre las cuales destacó la unidad perteneciente a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
La cifra obtenida, cercana a los 12 millones de pesos, se destinará casi en su totalidad a la contratación de personal especializado, el cual tendrá un plazo de cinco meses para realizar la puesta en valor de las colecciones entregadas por las familias de los doctores Frías, Enrique Fanta, pediatra y ex director del Hospital de Enfermedades Infecciosas; René Artigas –quien dirigió lo que fue la Biblioteca del Museo de Medicina casi hasta su fallecimiento, a fines de 2005- y material entregado por el Hospital Clínico Universidad de Chile, en base a las directrices utilizadas por el equipo liderado por Ana María Adriazola.
“La puesta en valor es un proceso para la conservación de los distintos objetos, documentos o fotografías, que comprende su higienización, estabilización y restauración si fuera necesaria, entre otros pasos, ciñéndose a protocolos y normativas que apuntan a preservar su valor histórico y conservarlos en el tiempo, así como su digitalización, que permite generar archivos digitales en baja y alta resolución que son los que damos a conocer a través de nuestro sitio web y mediante redes sociales, y que son los que se ponen a disposición de quienes deseen investigar en temas vinculados a la historia de la medicina”, finalizó la coordinadora.