El Archivo Central Andrés Bello de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones, junto al Diplomado de Extensión “Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud” de la Facultad de Filosofía y Humanidades, realizaron el segundo espacio de discusión vinculado a la exposición “Mujeres Públicas”, titulado “Laura Bustos. Escritora niña: Patrimonialización de la infancia. Silencios del pasado y del presente”.
El debate giró en torno a dos piezas que forman parte de la exposición: “Rimas” de Laura Bustos (1898), publicación de fines del siglo XIX que contiene poesías creadas por una niña de 12 años que murió de tuberculosis, y el cuento versificado “Caperucita Roja” (1924; 1945) de la poeta chilena Gabriela Mistral.
Participaron de esta actividad Francis Valverde, directora ejecutiva de la Asociación Chilena Pro Naciones Unidas (ACHNU) y experta en derechos de niños, niñas y adolescentes; Natalie Guerra, historiadora, investigadora e integrante de la dirección de estudios de la Subsecretaría Nacional del Patrimonio; y Francisca Mellado y Antonia Ramírez, estudiantes de 8° básico del Liceo 1 Javiera Carrera, e integrantes de la organización “Javierinas por el Patrimonio”. Moderó el panel de conversación la coordinadora del Diplomado de Extensión “Literatura para Infancia, Adolescencia y Juventud” y candidata a doctora en Literatura de la Universidad de Chile, Anahí Troncoso.
El imaginario de la infancia
Dialogar sobre cómo la literatura para niños y niñas ha contribuido a mantener nociones sexistas y conservadoras de la niñez fue el eje temático inicial de este encuentro. Para la directora ejecutiva de ACHNU, Francis Valverde, es importante hacer el vínculo entre los estereotipos de género y la clase social, considerando que en la obra de Laura Bustos esta última es un indicador clave.
La experta en derechos humanos aseguró que “la noción de infancia tiene tantos imaginarios como infancias porque, por ejemplo, las niñas proletarias tienen otros imaginarios de la infancia, de sí mismas, y de lo que piensan de ellas los adultos”.
La historiadora Natalie Guerra concordó y aseguró que a partir de la obra de Laura Bustos es posible identificar que “era una niña de clase acomodada” que, sin embargo, era a la vez subversiva. “Lo que me parece súper interesante porque es una de las pocas huellas que podemos encontrar de este tipo, debido a que probablemente las de niños de otras clases no las vamos a encontrar nunca”.
Haciendo un análisis de la obra de Laura Bustos y Gabriela Mistral, Francis Valverde aseguró que lo interesante es que la primera “es el habla directa de la niña, por lo tanto, es la voz de una visión de niñez desde la niñez” y, en contraparte, la obra de la Premio Nobel de Literatura “es la visión desde afuera porque analiza un cuento, escrito además por un varón de una época muy anterior, y lo interpreta, es una interpretación de la infancia”.
Por otro lado, Natalie Guerra invitó a dejar de lado el concepto de infancia, proveniente del latín infans, que significa “el que no habla”, y adoptar el de niñez debido a que es “más amplio, es inclusivo y está menos cargado históricamente de esta visión moderna de la infancia”, en la que a los niños y niñas no se les reconocen sus derechos.
“Laura Bustos subvierte ese infans porque es una niña que vive, es una niña que inclusive le exige a su papá, le habla, se apropia de la voz y se convierte en autora”, explicó.
Francisca Mellado y Antonia Ramírez aportaron a la discusión desde sus propias visiones y experiencias como niñas y estudiantes interesadas en temas patrimoniales, y que en la actualidad forman parte del taller “Javierinas por el Patrimonio”, creado en 2014 para el aniversario 120 del Liceo Javiera Carrera.
Infancia y Patrimonio
Existen diferentes definiciones sobre el patrimonio infantil, pero uno de sus mayores problemas, según diferentes expertos y expertas, es que en muchas ocasiones opera como un espacio de reproducción de estereotipos de género. Para las panelistas, el patrimonio puede ocupar un lugar de perpetuación de estereotipos de género, especialmente cuando es definido desde un punto de vista adultocéntrico, pero tiene posibilidades subversivas en la medida en que se abre a la voz, al conocimiento y a la experiencia de los niños y niñas.
A eso apuntó Francis Valverde al señalar que existen “formas de resistencia ante los imaginarios que la ideología dominante nos impone, porque esta idea de obediencia, de fragilidad, pero a la vez de fuerza, que se tiene sobre las mujeres, puede ser resistida desde dentro del mismo imaginario”.
Para Natalie Guerra, cuando se produce el rescate de la voz de niños y niñas se observan opiniones cruzadas por procesos cognitivos diferentes, pero que no por eso “son menos complejos, no por eso son menos válidos, sino que es una manera otra de estar en el mundo. Rescatar esas otras maneras desde el patrimonio, o desde la experiencia de educación patrimonial, me parece súper clave como para ir definiendo un destinatario de ciertas políticas públicas que desconocemos”.
“La ventaja que tiene el patrimonio es que se puede escapar a ciertas reglas de la educación formal, por ejemplo, y entonces puede echar mano de capacidades que en la educación formal no están tan destacadas, como la emoción y los afectos”, aseguró la historiadora.
Finalmente, Francis Valverde apuntó a la importancia de que el imaginario de los niños sobre sí mismos esté cambiando, y que incluso en la actualidad tengan consciencia de sus derechos. El problema, explica la experta, es que si bien Chile fue uno de los primeros países en firmar la Convención sobre los Derechos del Niño, “no hemos hecho nada de lo que plantea, o sea, es un instrumento vacío porque la convención obliga al Estado de Chile a generar políticas, una Ley de Protección Integral de derechos de los niños y niñas, y eso no lo tenemos. Somos el único país en América Latina que no cuenta con este tipo de ley”.