Última entrevista del Profesor Humberto Giannini en revista El Paracaídas

"La gratuidad es un derecho de nacimiento"

"La gratuidad es un derecho de nacimiento"
El Profesor Humberto Giannini comenzó su carrera docente en el Pedagógico de la U. de Chile en el año 1958.
El Profesor Humberto Giannini comenzó su carrera docente en el Pedagógico de la U. de Chile en el año 1958.
La última entrevista que se publicó del filósofo, ocupó la portada de la revista El Paracaídas de la U. de Chile.
La última entrevista que se publicó del filósofo, ocupó la portada de la revista El Paracaídas de la U. de Chile.

Es uno de los grandes pensadores del país y se ha erigido como una importante voz a la hora de hablar sobre educación. Humberto Giannini define su propia vida de estudiante como “muy normal”, aunque recorrió un variado camino hasta llegar a la Universidad de Chile, desde donde no se movió nunca más.

Giannini estudió en el liceo de Playa Ancha de Valparaíso, ubicado en la punta de la bahía, instalado ahí “como un barco”. Esos estudios no los terminó. Le faltaron dos años: su padre quería que fuera técnico dental; Giannini, como protesta, se retiró del liceo.
Luego se enroló en la Marina, después se puso a trabajar. Hasta que llegó a Santiago, directamente a la Universidad de Chile y directamente a la carrera de Filosofía, en el Pedagógico, en 1953. “Sin vacilaciones”, dice.

¿Qué le interesaba tanto de la filosofía, como para no vacilar?

-Difícil saberlo, difícil saberlo. Yo no era un lector de filosofía. Tenía veinte años en esa época, un poco tarde llegué. Tenía nociones vagas de la filosofía pero me parecía que era un intento de respuestas a cosas que a mí me interesaban.
Luego de ese determinado ingreso, Giannini nunca más salió de la Universidad de Chile. El golpe de Estado lo pilló ahí, siendo director del departamento de Filosofía. Fueron tiempos difíciles, recuerda.

-En primer lugar, yo no tenía una determinada posición política; clara, digamos. Pero sí todos mis amigos eran de izquierda, muchos de ellos tuvieron que irse de Chile o murieron en el camino. Pero yo antes de la Junta no tenía una posición política, lo que quería era estudiar filosofía. La filosofía tiene muchos rumbos, y el mío no era la política. Era la reflexión, no la acción, todavía.

Entonces vino el golpe de Estado. Giannini dice que los sorprendió mucho. Que eso lo hizo cambiar radicalmente y tomar una posición muy clara: “Anti gobiernista, anti dictadura, anti paracaidismo, jajaja”, dice el filósofo en relación al episodio que da nombre a esta revista.

Como no tenían antecedentes para echarlo, Giannini siguió en la Universidad.

-Tenía, para los espíritus burocráticos, “buena conducta”. Había sido muy estudioso nada más. Así fue- recuerda.

En adelante, ¿cómo siente usted que cambió la Universidad de Chile? ¿Qué se perdió, qué se quebró?

-Bueno, se quebró la Universidad de Chile. No algo, la Universidad entera. La hicieron pedazos. Le quitaron un elemento muy importante que era la educación, la dejaron con pura teoría, como filosofía o lingüística teórica, pero no con el campo educativo. Eso se lo dieron al pedagógico. Lo separaron de nosotros. Eso fue para las humanidades, que es una rama importantísima de la Universidad, un golpe de muerte. Le quitaron las regiones. Todas las sedes que tenía la universidad se las quitaron. Y lo hicieron sin pagar las deudas de esas universidades. O sea, realmente fue una muerte de la Universidad. No la muerte, porque nunca murió, pero fue un momento muy triste.

¿Cuáles de esos daños persisten hoy?

-Esencialmente todos están presentes. La apertura de otras universidades, que nunca puede ser malo en sí, pero fue una estrategia para seguir hundiendo a la Universidad de Chile. Porque los escasos recursos del fisco se distribuyeron entre las otras universidades, que ganaban plata por su cuenta, a tal punto que la Universidad de Chile se tentó y también empezó a ganar plata.

¿Cómo cree usted que se podría resolver el problema del despojo que sufrió la Universidad?

-La única respuesta que hay no es una respuesta que segregue al éxito de las carreras exitosas, porque eso sería seguir cayendo en la muerte. No, la solución es que se preocupen realmente por las carreras que importan al país. Y la gratuidad es una buena noticia para la gente que quiere estudiar esas carreras. Suponte tú un muchacho o muchacha que quiere estudiar astronomía, es una carrera con la que nadie se hace rico, filosofía menos. Pero son carreras que son como la savia para que otras carreras menores tengan fundamento.

¿Cuáles son esas carreras menores?

-Son menores en el sentido de que son derivadas. No es que son más chicas, más malas, no. Son derivadas de las otras. Un profesor de castellano no puede enseñar lingüística si no sabe la ciencia del lenguaje. No se puede enseñar física sin sacar los conocimientos de física de la ciencia. No se puede estudiar medicina sin una fuerte investigación biológica.

Usted fue de los primeros en hablar de la gratuidad de la educación, incluso antes de que el movimiento estudiantil lo instalara como tema en la agenda. ¿Por qué le parece importante relevar el tema de la gratuidad? Usted estudió gratis, por ejemplo.

-Yo estudié gratis, pero no soy un ejemplo de la gente que podría recibir la gratuidad. La gratuidad es un derecho de nacimiento. Nadie nos llamó a existir en la vida, llegamos simplemente todas y todos. Y los pobres y los ricos llegan a la vida igual, pero llegar a la vida significa una obligación de la sociedad, si quiere seguir siendo una sociedad histórica y no anónima. Una sociedad de lo que hay es una sociedad de los que fueron, sobre todo de los que serán. Los que serán solamente serán porque hay un cuerpo inteligente que se preocupa de eso, de la continuidad de las naciones.

¿Y esta gratuidad tiene que abarcar a toda la sociedad? Es decir, ¿los ricos tienen que estudiar gratis también?

-Pero sí, son ciudadanos también. Tienen los mismos derechos de los demás ciudadanos. Así se pueden ir contra los papás. Mi papá, que era muy práctico, quería que yo estudiara mecánica dental. Porqué, con qué derecho.

Qué aburrido además

-Qué aburrido. Los padres pueden ser totalmente cerrados en sus decisiones. Un muchacho o muchacha de 17 años debe determinar su destino, no los padres.

¿Cuál cree que es la importancia de la Universidad de Chile en el país, qué rol tiene que tener?

-Varios roles. En primer lugar, contribuir de una manera efectiva, significativa, a la igualdad no ante la ley, sino ante la vida. Segundo lugar, estar abierta como Universidad al mundo, a los avances de la ciencia; cómo la ciencia puede cambiar el sentido de las profesiones, darle otro sentido, un nuevo sentido, nuevas herramientas para conocer el mundo. Una Universidad que no quiera hacer negocios. Que su fin principal sea estar en el universo de los seres humanos. En la historia.

¿Cuál cree que debe ser la relación de la Universidad de Chile con el Estado?

-Difícil porque es una relación de independencia, pero no de independencia económica. Si tuviera una independencia económica sería un pretexto para cobrar lo que quisiera y para hacer las cátedras que quisiera, también. E inventar profesiones, que pasa a cada rato. Profesiones que después no resultan.

¿Qué pasa con la relación que antes existía más, entre la Universidad y el entorno, las comunidades?

-Se quebró porque antes la Universidad de Chile estaba en todo Chile. Era la Universidad de Chile. Eso significaba conocer las inquietudes de cada provincia, de cada zona del país. Las necesidades. Y las dimensiones, también. Eso era una gran cosa, tener una universidad que estuviera expresada en todas las partes del país.

¿Cree que se ha elitizado la Universidad?

-Sí. Lo noto mucho. Pero aunque se pudo haber quebrado espiritualmente no lo hizo y siguió siendo la primera en investigación. Basta ver los diarios, entre la propaganda de universidades, la Chile no se ve, y cuando hay un acontecimiento en la Universidad de Chile no va El Mercurio. No asiste a tomar fotos. Pero sí han ocurrido cosas importantes en la Universidad.

¿Y por qué El Mercurio le tiene mala a la Universidad de Chile?

-No sé, jajaja. No sé por qué. Debe ser porque es un peligro para la libre empresa.

Ciudadanía y reforma

Emociona conversar sobre la Universidad de Chile con Humberto Giannini. Si uno le pregunta qué significa esta casa de estudios para él, contesta sin titubear, “es mi segunda casa”.

Giannini ha formado un montón de gente en sus sesenta años de labor educativa. Durante esos años, ha sido testigo de cómo ha cambiado la relación entre los profesores y los alumnos y ha visto cómo con el tiempo crece la dificultad para que la relación entre ambas partes sea cercana. Hoy, temporalmente retirado de la docencia por asuntos de salud, lo único que quiere es volver a la sala de clases.

-En una época buena de la Universidad de Chile, digamos, en los sesenta hasta el setenta, más de la mitad de los profesores teníamos jornada completa. Eso significaba que nosotros vivíamos en la Universidad. Conocíamos a los alumnos, estábamos en los patios, hacíamos clases. Conocíamos la vida de la universidad por dentro. Ahora usted mira las universidades privadas, y todos los profesores son profesores pasajeros, que andan en taxi de una universidad a otra para poder cumplir horarios. Y mal pagados, además.

¿Y la relación ha cambiado en el sentido de que es más vertical, o es más horizontal ahora?

-Ahora se ha verticalizado porque la cercanía se da también por proximidad física, por compartir cosas. Eso ocurría más en la universidad antigua, ahora no. Incluso la Universidad de Chile, en filosofía y educación, donde yo estoy, allí es raro que un profesor permanezca. Salen todos corriendo a otras partes, porque les pagan mucho más, pero también les pagan mucho más de otra manera, porque no les pagan vacaciones ni jubilación. La vida del profesor universitario actual es muy injusta. Van a tener que arreglar eso.

¿Cómo ve el cauce de las movilizaciones estudiantiles?

-Yo conozco muchas movilizaciones, desde épocas muy anteriores a la dictadura. Pero tienen el defecto de que por ser juveniles a veces son inconstantes, no permanecen en los principios que tienen o no los profundizan y después empiezan entre las mismas partes a discutir y se desorganizan rápidamente. No se sabe cuál de todos es el vocero. Eso pasa siempre.

Y sin embargo, acá igual llegamos a un punto en que estamos conversando una reforma educacional.

-Claro. No, ahora, esto fue efectivamente efectivo. Pero ya cuando se trata de ir al estudio concentrado de los temas que importan, porque lo que importa es la calidad de la educación, además del principio de que hay universidades estatales que tiene prioridad. Pero el primer principio no se mantiene, no se vislumbra. En esta actual búsqueda de una nueva educación, no hay ningún profesor. Hay economistas, de todo el pelaje. Pero no profesores. ¿Por qué no?
Bueno, es una constante que los ministros de educación tampoco son profesores.

-Sí. Se ha hecho una exclusión o autoexclusión que es muy negativa. Hay cosas sobre las que debieran expresarse los profesores, si es un gremio intelectual.

¿Qué le parece el ministro Eyzaguirre?

-Me parece de una paciencia inmensa, jaja. Siempre está sonriente ante todas las avalanchas de dificultades que han tenido porque al principio se aceptó esto de la gratuidad pero de a poco empezaron a hacer una resistencia, sobre todo a partir de los colegios, del no lucro. Una resistencia inmensa. Ahí está a la vista que aparecen intereses creados. No puede ser un negocio. Un director no puede elegir entre el negocio o la educación.

¿Qué piensa sobre los líderes estudiantiles que pasaron al parlamento?

-Tengo óptima opinión de ellos, intelectual y moral.

¿Siente usted que estas últimas movilizaciones generaron algún tipo de cambio en la ciudadanía?

-Yo creo que sí. Creo que son momentos en que está ocurriendo un cambio. Es muy doloroso porque hay una gran resistencia, pero ojalá ocurran los cambios.
Pasa un poco por el dejar de ser ciudadanos netamente consumidores a ser más participativos.

-Claro, pasa justamente por eso. Que ha ganado la idea de ciudadanía como consumo de objeto. Yo he trabajado eso en filosofía, el sentido de la comunicación humana es la comunicación al otro, no a los objetos. Que los objetos son buenos, que están perfectos. Todas esas son maneras de desviar la atención. La comunicación es para vincularse a los sujetos, no a los objetos. Nosotros estamos muy en lo primero.

¿Cuál es la importancia de ser ciudadano, qué significa?

-Qué pregunta. De hecho, ¿qué se opondría a ese concepto? El concepto de individuo. Yo creo que por una parte el ciudadano es un ser abierto a las relaciones con otros seres humanos. Si nosotros cerramos esta relación se acaba la ciudad, se convierte en una ciudad de funcionarios de sociedad anónima. Pero no, toda nuestra vida está ligada a la relación con otros. Porque existe un mundo donde la presencia de los otros es esencial para la subsistencia. No un lujo. La esencia de la sociedad es eso.

¿Cómo ve nuestra democracia?

-Mal. Porque la ciudadanía no se nota. No tenemos voz para discutir, para hacer valer nuestros derechos. El comercio hace lo que quiere con nosotros. Los políticos, apenas tienen importancia, se olvidan de los que votaron por ellos. Es una mala democracia. La ciudadanía es una retórica en Chile.

¿Cómo evalúa el gobierno actual? Usted apoyó a Bachelet.

-Con muchas dificultades. Yo creo que tienen muy buenas intenciones, que ella es una mujer inteligente, no sé si los partidos que la apoyan lo hacen realmente, digamos, pero ella a mí me parece muy bien.

¿Y cómo ve a la izquierda en Chile?

-Desarmada, confusa. Habla más de cosas en defensa del capitalismo que en defensa de lo que significa una izquierda, una socialización. Dando excusas de pisar.

¿Qué le pasó a la izquierda en este país?

-Bueno, consecuencia de la dictadura. Además el mundo ha caminado hacia un afianzamiento de una derecha. No como la nuestra, que es la peor de todas, sino como la europea. Pienso en la francesa, la italiana, que tienen una educación gratuita, medicina gratuita. El comercio, que es muy activo, paga el 40 por ciento de impuestos, no el 20.

Usted siempre ha llamado a subir los impuestos. Justo ahora hay una reforma tributaria en curso.

-Pero ya ve usted la resistencia que ha tenido.

¿Qué le hace falta a la democracia chilena?

-Sensibilidad social

¿Cree que se logre llegar a acuerdos en la reforma educacional?

-A medias, como todo lo que sucede en Chile.

En la medida de lo posible

-En la medida de lo posible, sí. Se negociará, se llegará a un acuerdo con la derecha, habrá colegios pagados y los niños rubios, blancos, irán a una parte, y los morenitos a otra.

¿Qué mensaje le daría a la Universidad de Chile en su aniversario?

-Que no solamente recuperen la fuerza del pasado como universidad maestra, eso sí. Pero que logre volver a tener la influencia en todo el país. Para escuchar las vocaciones, para escuchar los progresos de la ciencia, para amparar el arte, para amparar las manifestaciones espirituales, vitales, de un pueblo. En las universidades privadas en general no se enseña eso. Se enseña la profesión, a vender cosas. Todo va para eso, en el fondo.

Para leer entrevista en su formato original de revista El Paracaídas pinche aquí