Es natural y lógico que cualquier discusión que verse sobre el poder en un ambiente amplio y diverso, como la Universidad de Chile, no pase desapercibida por los miembros de la Corporación y sea un punto de sistematización del proceso de construcción de una comunidad universitaria participativa. Esto se refuerza con la transversalidad democrática existente en la Universidad, en sus estamentos y orgánica interna, lo que se une a la importante, relevante y valiosa instancia triestamental del Senado Universitario.
Sin entrar en detalles sobre la forma de gobierno universitario que se dé cada institución de educación superior, la cual evidentemente está marcada por el conjunto de valores institucionales que declaren practicar cada una de ellas, en el caso de la Universidad de Chile cualquier discusión sobre el sistema de administración del poder interno debe estar marcado por ciertas líneas centrales que su propio Estatuto vigente señalan, en el contexto de una universidad nacional, pública y laica.
Las mentadas líneas centrales se identifican actualmente como los principios orientadores que guían a la Universidad, en la lógica del cumplimiento de su misión que se encuentra claramente definida, como cualquier institución de la administración del Estado al servicio del país y para el cumplimiento de la función pública, en el artículo primero del texto que la regula – lo cual corresponde a una clara respuesta a la interrogante sobre el para qué existe –.
Son sin duda aquellos principios orientadores un marco referencial donde se debe circunscribir cualquier tipo de discusión respecto al análisis sobre la forma del gobierno universitario, salvo que a través de los canales democráticos que la misma Corporación ha definido, la comunidad decida modificar el sentido de los principios en comento.
Entonces, ¿Cuáles son aquellos principios?. El artículo cuarto del actual Estatuto sostiene que:
"Los principios orientadores que guían a la Universidad en el cumplimiento de su misión, inspiran la actividad académica y fundamentan la pertenencia de sus miembros a la vida universitaria, son: la libertad de pensamiento y de expresión; el pluralismo; y la participación de sus miembros en la vida institucional, con resguardo de las jerarquías inherentes al quehacer universitario. Forman parte también de estos principios orientadores: la actitud reflexiva, dialogante y crítica en el ejercicio de las tareas intelectuales; la equidad y la valoración del mérito en el ingreso a la Institución, en su promoción y egreso; la formación de personas con sentido ético, cívico y de solidaridad social; el respeto a personas y bienes; el compromiso con la institución; la integración y desarrollo equilibrado de sus funciones universitarias, y el fomento del diálogo y la interacción entre las disciplinas que cultiva".
Tal cual se encuentran expresados los principios, son un imperativo ético que superpone jerarquías valóricas respecto al funcionamiento general de la Corporación, en el contexto del cumplimiento de su función y del desarrollo de la vida universitaria. Por tanto cuanto, se hace una obligación que cuando se hable de reformas se asegure el más íntegro respeto a los valores que la misma Universidad declara practicar, con el objetivo de asegurar plasmar bajo la lógica democrática la esencia de una universidad al servicio de Chile y su gente.