"No vamos a volver a la escuela de antes, pero tampoco a una escuela nueva, sino que es un período de transición, donde hay estilos de vida que se vuelven a reorganizar, junto a rutinas, horarios y comidas". Esto es lo primero que señala la académica Claudia Peña, coordinadora de prácticas de la carrera de Pedagogía en Educación Básica de la Universidad de Chile, tras ser consultada sobre el regreso a las aulas por parte de las comunidades educativas.
Fueron cerca de dos años en que los escolares estuvieron realizando clases en modalidad telemática, si bien algunos estudiantes reiniciaron un sistema híbrido durante los meses de octubre y noviembre de 2021. Plataformas como Zoom, Meet, Classroom, entre otras, reemplazaron las sillas, mesas y pizarrones de las aulas durante el período de mayor impacto de la pandemia. Esta situación implicó un proceso de adaptación y flexibilidad de padres, madres, apoderados, profesores y también de comunidades educativas en general.
Tras esta etapa de educación principalmente a distancia, el Ministerio de Educación dispuso el inicio de las clases de este año en modalidad presencial, un cambio que implica retomar ciertas rutinas que se habían dejado atrás.
Johanna Camacho, docente de la carrera de Pedagogía en Educación Media en Biología y Química de la Universidad de Chile, plantea la necesidad -especialmente con estudiantes de educación básica y preescolar– de "hacer un ingreso progresivo para volver a readecuarse a rutinas escolares". Al respecto, da como ejemplo la idoneidad de que los horarios de inicio de clases sean de manera gradual para no afectar a los niños y niñas.
Sobre los contenidos y curriculum, la profesora Camacho enfatiza que "fue muy importante todo el avance que se hizo a nivel nacional, por ejemplo, con la Mesa Social COVID, en donde se identificaron y desarrollaron ciertos ejes prioritarios, objetivos de aprendizaje prioritarios, y yo creo que eso hay que seguir conversándolos y teniéndolos en cuenta".
La profesora Peña, por su parte, valora que el regreso a la presencialidad implica recuperar espacios de interacción entre los niños y niñas, como el que se da en los recreos. "Esa experiencia de volver a ser niños se vuelve central en el desarrollo de nuestras niñas y niños y también adolescentes, porque hubo un momento que no tenían espacio para ser ellos mismos o estar con gente de su edad que le permitiera, por ejemplo, enojarse o pelearse".
Además, plantea que "lo más importante es que los niños vuelvan a vivir la experiencia de ser niños. Nosotros como padres, madres y apoderados debemos tener la confianza en que las y los profesores durante estos dos años han hecho todo lo que está a su alcance para poder continuar con los aprendizajes, conocimientos y habilidades".
Capacidades y habilidades diversas
Johanna Camacho considera que "no hay que decir que hubo desventaja, al no haber ido presencialmente, sino que hubo otras ventajas porque se desarrollaron otro tipo de capacidades en este mundo como hibrido en el cual hemos tenido que lidiar".
En la misma línea, la profesora Claudia Peña, plantea que "no es que no hayan aprendido nada en dos años, han aprendido cosas que nosotros ni siquiera sabemos, no estamos conscientes de qué han adquirido. Por ejemplo, han aprendido a mandar mail, a resolver problemas comunicándose por la vía escrita, a través de las distintas plataformas que tuvieron los colegios, a organizar sus tiempos".
Protocolos y medidas sanitarias
En medio del escenario actual, con cerca de 10 mil contagios diarios y una pandemia que sigue entre nosotros y nosotras, las académicas no dejan de lado la importancia de mantener las medidas de autocuidado, como el uso constante de mascarillas, distanciamiento y lavado constante de manos. También destacan que es necesario contar con protocolos claros, sumado a conocer también la realidad de cada establecimiento educativo. "Todavía continuamos en contexto de pandemia y es necesario mantener algunos cuidados y también es importante tener en cuenta protocolos sanitarios", afirma la profesora Camacho.