Nace una "Animita" por misericordia del pueblo en el sitio en el que aconteció una "mala muerte". Es un cenotafio popular, los restos descansan en el cementerio, por lo que se honra el alma, la "ánima". Donde finalizó la terrena jornada, en el mismo lugar se construye una caseta, la que pasa a llamarse casilla, templete, ermita, gruta. Son reproducciones, imitaciones de casas (1) y algunas semejantes a iglesias. Todas ostentan cruces. Se le prenden velas que se colocan en las casetas para precaverlas del viento, las más de las veces están expuestas al aire (2). Le agradecen los favores concedidos en placas metálicas, en trozos de mármol, madera, bronce. Votos de gratitud con nombre completo, a veces, con iniciales (3). Les escriben cartas, notas en las que hacen todo tipo de súplicas, las que sitúan semi escondidas, entre los exvotos (4). Las flores están como las ofertas más escogidas, ya sean naturales o artificiales. Frente a ella soliloquean, hablan a solas, le dedican misas, coronas de caridad, le distribuyen iconografía religiosa. Tienen veladoras, cuidadoras voluntarias por horas, es una vecina que se conduele. En otras ocasiones se traspasa el cargo de madre a hija, de tía a sobrina. Su misión es hacer aseo, poner las velas en los candelabros, palmatorias, encender unas, apagar otras, arreglar las flores en las jardineras, renovar las marchitas. Se encargan, a la vez, de extraer las cantidades de esperma que se derrite. Se les visita sin días fijos ni horarios, la mayor predominancia está en los días lunes, miércoles y sábados. En forma especial, el 1 y 2 de noviembre. Algunas "animitas" tienen venerantes que vienen de distintos puntos del país y de los limítrofes. Los peregrinos, los creyentes son de ambos sexos, como de diferentes edades y clase social. Las "animitas" se encuentran en las grandes ciudades, en las calles, a la vera de las aceras, en los pueblos de provincia, en los extramuros. Se les ve a lo largo de los trazados ferroviarios de norte a sur, en las riberas de los ríos de enfurecidas corrientes, al borde de los barrancos, en la curva peligrosa, en la berma de las carreteras, en las rocas de las playas, en la escabrosa cordillera, en la pampa soledosa de la sal y el cobre, en las islas de Chiloé, entre la lluvia y el viento.
Créditos: Obras: Oreste Plath, "Regionalización de las artes populares chilenas", Separata de la revista "Atenea" Nº 436, Universidad de Concepción. Editorial Universidad de Concepción. Concepción Chile, 1979. Mario Uribe Velásquez, "Crónica de Chiloé", Impreso en los talleres de Alfabeta Impresores Santiago de Chile, 1982. Diarios: "La Tercera de la Hora", Jorge Silva Astudillo - Juan Bascur, "Indígenas conversan con los muertos y comen con ellos", Santiago de Chile, 23-IX-1981. "La Nación", Víctor Moreira, "Entre las velas derretidas", Santiago de Chile, 12-XI-1981. "Las Ultimas Noticias", Juan Gana, en "En Balmaceda morían de mal vivir", Santiago de Chile, 4-X-1981. "El Mercurio", Sergio Montivero Bruna, "Curiosos cementerios en Iquique y Chiloé", Santiago de Chile, 1-XI-1983. |