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El
Parque Cousiño, que había sido inaugurado solemnemente en septiembre
de 1873, era centro de atracciones a comienzos de siglo. Existía un
restaurante, que incluía la laguna y un kiosco. Entregaba comodidad
y alegría, dirigido por Mr. Warton Pers Jones, que era un formidable
animador. Se recuerda que organizaba carreras de tilburies, en las
que el mismo tomaba parte. El parque era muy visitado por los jóvenes
que comenzaban a practicar tenis, fútbol y ciclismo. En las reuniones
pedaleras, las pruebas eran presenciadas por familias completas pertenecientes
al más alto nivel social. Muchos triunfadores en el ciclismo llegarían
a ser después ases del automovilismo y luego precursores de la aviación.
Exponentes del ciclismo fueron Luis Alberto Acevedo, Cesar Copetta
y Dagoberto Godoy.
César Copetta
en el mes de agosto de 1910, sin farsa ni bulla efectuó un vuelo,
en el que alcanzó a remontarse a diez metros de altura en un aparato
Voisin, en la chacra Valparaíso, comuna de Ñuñoa. Durante la
Navidad de este año el aeroplano del italiano Bartolomé Cattaneo,
voló sobre Santiago de noche. Hizo su primera exhibición en la avenida
Beaucheff, frente al parque. Ahí practicaba Luis Alberto Acevedo,
un entusiasta que pertenecía al club ciclista Estrella de Chile.
Este joven deportista se sintió atraído por la aviación que por ese
entonces daba sus primeros pasos. Sus ilusiones se estrellaron por
la falta de dinero para viajar y realizar estudios en Francia. Tenía
un bar ubicado en los bajos del antiguo teatro Santiago. Vendió su
negocio y reunió peso tras peso para pagar el viaje a Europa y realizar
su aprendizaje en la Escuela Bleriot de Etampes. Recibió su
brevet y adquirió un aeroplano ayudado por su madre y sus amigos encabezados
por Clodomiro Figueroa. Llega a Chile en 1912. Aquí tendió sus alas
sin cansancio, primero en el Parque Cousiño, luego en el Club Hípico
y en Batuco. Después salió por el país efectuando vuelos, gozando
la aventura celeste.
Un día se supo
que el aviador argentino Macías se había elevado a 3.000 metros. Acevedo
se prometió superarlo y se elevó a 3.680 con lo cual batió el récord
sudamericano de altura. Era la popular figura de la aviación chilena.
Anunció un raid Concepción-Santiago. Con la idea que podía faltarle
bencina le agregó otro depósito al aeroplano. Ante una multitud alborozada
y bullanguera el 13 de abril de 1913 se le vio, frente a San Pedro,
elevarse y alejarse sobre el ancho Bíobío. Horas más tarde la noticia
de su muerte repercutió en el corazón de Chile. Había caído su Bleriot
cuando volaba sobre el agua o por una falla de motor o por el peso
del estanque de bencina agregado. Vienen otros tiempos. Paseantes
acudían en las tardes a ver el desfile de los carruajes, brillantes
victorias que corrían por sus avenidas llevando elegantes damas y
caballeros. La gran atracción de las jóvenes era pasear en bote por
la laguna con sus finas sombrillas abiertas. El pintor y diplomático
Alberto Orrego Luco (1854-1931) captó esta escena en la tela la Laguna
del parque, obra que se encuentra citada en la historia de la pintura
chilena.
Los numerosos
visitantes eran atraídos por el panorama de la Batalla de Maipú,
reconstrucción histórica de esta acción bélica librada en el Llano
de Maipú, al sur poniente de Santiago, el 5 de abril de 1818, y que
con motivo de las fiestas centenarias de 1910, se instalo en el Parque
Cousiño de Santiago, hoy Parque OHiggins. Era una panorámica
pintada al óleo con un tema alusivo, se tallaron en tamaño natural
articuladas figuras de soldados y otros elementos que, vestidos y
pintados, formaron el primer plano de la pintura de cincuenta metros
de largo y catorce de alto, obra que realizó el artista italiano artista
italiano Giacomo Grosso (1) y según decía había costado una suma alzada.
Hacia 1944, desaparece este centro de atracción para los amantes de
nuestras tradiciones patrióticas`. El deterioro de sus claraboyas
dejó libre paso al agua del invierno causando estragos que llevaron
a convertirlo en algo deprimente, por su estado se decretó su clausura
definitiva. Se perdió así un lugar de visita casi obligada para los
paseantes y turistas en el parque Cousiño. El local terminó como lugar
para guardar carretones y otros desvencijados vehículos de aseo de
la municipalidad.
En las noches
de calor, era poético ir al restaurante en busca de una copa de helados
y de la animación de los parroquianos. La Quinta Normal entregaba
normas de agricultura, aquí funcionaba la Escuela Práctica de Agricultura,
después Escuela de Agronomía que levantó un gran edificio. Existían
canchas de fútbol, de tenis y se practicaba el ciclismo. El Club Victoria
de Lawn Tennis tenía sus canchas de juego. Sus socios, en su mayoría
eran señoritas. El pabellón que se había levantado en París para la
exposición de fin de siglo mostraba su estructura, un jardín zoológico
le daba un ambiente a este parque botánico. El Museo Nacional de Historia
Natural, el más antiguo de Chile y quizás de América, ya que fue fundado
en 1830 por el eminente naturalista francés Claudio Gay, ofrecía sus
colecciones de flora y fauna. Eminentes investigadores como Rodulfo
Amando Philippi, Federico Philippi, Carlos Reiche e Ignacio Domeyko,
realizaron en este centro una labor científica tesonera.
La Sociedad
Unión Artística que funcionó en el partenón de la Quinta Normal siendo
destinada a transformarse en el primer museo de Santiago, fundado
en el año 1885, mostraba la obra de un grupo de pintores encabezado
por el maestro Pedro Lira. En el año 1910, con ocasión de las fiestas
del centenario, se inaugura el Museo de Bellas Artes, en el parque
Forestal, está institución cobijo la actividad de difusión plástica
del antiguo partenón el cual fue abandonado por mucho tiempo.
El partenón
quedó abandonado hasta 1915, con intervalos en que sirvió de escuela,
gimnasio y bodega. El pintor Marco Aurelio Bontá Costa consiguió recuperarlo
para las bellas artes, inaugurando en 1945 el Museo de Arte Contemporáneo,
conjunto de plástica chilena del siglo XX. Bontá seleccionó las obras
buscando el espíritu nacional original. En 1960 se exhibió casi toda
la obra de Bourdelle, prestada por el Museo de Esculturas de París.
En 1968 se efectuó aquí la magnífica exposición "De Cézanne a
Miró" acontecimiento artístico que obligo a tomar una serie de
medidas de seguridad, por lo que la vigilancia se redobló, como también
el personal de atención, ya que venían visitantes de todas las provincias
y especialmente delegaciones de estudiantes. En una ocasión, los guardias
de la puerta principal de la quinta detuvieron a la escultora y pintora
Laura Rodig, que cumplía la misión de profesora guía de estudiantes.
"Señorita, no es hora de atención", Laura que era muy ingeniosa
y llena de anécdotas, les dijo: "soy niñóloga del museo".
Los carabineros, impresionados, inmediatamente le franquearon la entrada.
Se suma a estas
festividades del centenario de la Independencia doña Isidora Goyenechea
de Cousiño, que dispuso la construcción de la Casa de las Botellas
en un sitio central. Doña Isidora era principal accionista entonces
de una gran fábrica de cerveza y propietaria de las minas carboníferas
de Lota y por esta razón la estructura está formada a base de botellas
cerveceras, de carbón de piedra y de madera propias de la región lotina.
Con el tiempo, la Casa de las Botellas se transformó en un restaurante
al paso, lugar predilecto de los visitantes que gozaban de la laguna
y los paseos en bote. Por años la Sociedad Nacional de Agricultura
organizó sus exposiciones ganaderas, siendo estas exponentes de la
ganadería y agricultura nacional. El restaurante de la Quinta Normal,
al evocarlo, se rememora a don Santiago Melossi, que ató su nombre
y distinción a la regencia de él.
Por años, se
celebraron banquetes en este restaurante, ya en sus salones interiores
o en sus galerías cubiertas con ventanales. Los comedores eran amplios
y contaba con una pista de baile. Un opíparo banquete, fue el servido
en septiembre de 1920, ofrecido por la casa Gath y Chavez, con motivo
de celebrar esta firma el décimo aniversario de su fundación en la
capital. Por sus avenidas se efectuaban corsos de flores, los que
murieron con las últimas fiestas de los estudiantes.
En el restaurante
se llevaban a cabo silenciosas comidas de políticos y bulliciosas
cenas de escritores, de artistas. Se sentía bien el comensal estimulado
en su apetito por los aires saludables que allí soplaban. Más de cincuenta
años de vida gastronómica terminaron cediendo el local para que sirviera
de Hogar de Emigrantes; de centro de rehabilitación de menores del
Servicio Nacional de Salud; y, de Escuela de Agronomía.
La quinta perdió
terreno, se construyeron sectores poblacionales. Los vendedores ambulantes
de empanadas, sandwiches y helados la convirtieron en un restaurante
al aire libre y los predicadores en una escuela dominical de todos
los credos. Y un pequeño tren que recorría un tramo de la quinta,
un día partió y se llevó el sueño de los niños.
(1) "Giacomo
Grosso: Pintor de retratos, de historia y de paisajes. Nació en Cambiano
en el siglo XIX. Alumno de Gastaldi y de Gilardi. Fue profesor de
la Academia de Bellas Artes de Turín. Expuso en Turín, Milán y Venecia.
Obtuvo mención honrosa en 1895, medalla de tercera clase en 1898,
de bronce en la exposición universal de 1900 y de segunda clase en
1903. En 1904 fue designado caballero de la Legión de Honor. Obras
suyas se encuentran en la Galería de los Oficios de Florencia, en
las Galerías de Arte Moderno de Roma y de Venecia y en la Galería
Municipal de Turín". (E. Bénézit, 1966, Tomo 4, Página 452).