Se juega con una moneda al cara o sello, los dos participantes eligen el lado que desean y lo anuncian. Se lanza la moneda a lo alto y gana aquel que acertó en pedir el lado del que cayó la moneda. Para lanzar la moneda, ésta se coloca en la mano estirada, sobre la punta de los dedos, de manera que al desprenderse, ésta dé una vuelta de campana. La moneda siempre se lanza hacia arriba en dirección vertical. Se juega una gestión, un vuelto, una decisión. Otras veces el juego consiste en lanzar al aire un número determinado de monedas que entre dos personas juntan en igual cantidad. Uno lanza y el otro pide. En el momento de lanzar el que pide dice: cara o sello, según le parezca. Y al llegar las monedas al suelo, serán para el que pidió, todas las que él precisó. Luego le corresponde tirar al que pidió y así se van sucediendo cada uno de los participantes, los que se han formado en un círculo suficientemente grande como para que las monedas caigan limpiamente. El cara o sello se funde con el juego el chupe, el cual consiste en revolver en las manos cerradas varias monedas, arrojarlas al aire, quedándose el jugador que las tira con aquellas que cayeron de cara. El juego de el chupe está generalizado entre los adultos y los niños de las barriadas. Las expresiones que afloran son hacen chupe a uno, engañar a uno en dinero o en especie; quedar de chupe, el que en este juego, o en una faena cualquiera, queda al último. En Argentina se juega al cara y seca. Las monedas revolean en el aire y gana más el que las arroja, cuantas más al caer ofrezcan mirando hacia arriba, la efigie de la República. El otro lado que tiene grabado el valor de la moneda es seca. Tiran alternadamente cada uno de los participantes, hasta que ya no quedan más monedas, por habérselas ganado alguien o algunos. El número de jugadores es ilimitado. Origen. Se llamó entre los griegos ostracinda. En Roma caput aut navis, porque las monedas por entonces llevaban un busto (cabeza) y una nave. En España, durante la Edad Media, se llamaba la tejuela porque se jugaba con tejuelas de madera y, más adelante, con pedazos de loza de dos colores, que eran blancas por un lado y oscuras por el otro. Después se les denominó castillo o león porque las monedas tenían entonces un castillo por un lado y un león por el otro y, hace años, pan o vino, porque en lugar de emplearse una moneda, se usa una piedra plana, una de cuyas caras se moja. A esta cara se le llama vino, mientras que a la otra, a la seca, se le llama pan. Denominación. Argentina: Cara
y seca España, tejuela, castillo o león, cara o cruz, pan y vino, día o noche. Dispersión. Argentina, Chile, Ecuador, México, Perú, Puerto Rico, Uruguay. Comentario. El cara o sello con sus variantes se realiza a hurtadillas entre adultos como entre niños, hasta convertirse en un vicio por jugarse dinero, por lo que no goza de la aprobación policial. El chupe tiene la particularidad de que se juega en Sudamérica, especialmente en Chile. El pintor chileno Juan Harris Flores (1867-1949), que en el año 1900, en la Exposición Universal de París, obtuvo mención honrosa con la obra la Ley del honor, se interesó también por la escena popular, como quedó señalado en el óleo en el cual se ve a un grupo de chiquillos de barriada jugando al chupe o chapitas, como también se le conoce.
Bibliografía Diccionario folklórico argentino. Félix A. Coluccio. Librería y Editorial El Ateneo, Buenos Aires, Argentina (2º edic.) 1950 Juegos infantiles tradicionales en el Perú. Emilia Romero. Folklore Americano, Lima; Perú. 1º parte Nº 2, Año II, 1954, pp. 89-177; 2º parte Nº 3, Año III, 1955, pp.94-120; 3ª y última parte Nº 4, Año IV, 1956, pp. 137-177. Juegos para todos. Carmiña Verdejo. Barcelona, España, 1965
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