Declaración Decano Facultad de Ciencias Sociales

Un público rechazo

Un público rechazo

El viernes 09 de septiembre, seis explosivos de ruido y con ácido escondidos en bolsas de basura fueron detectados en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. Dos de ellos alcanzaron a explotar, dos fueron activados por fuerzas policiales, dos alcanzaron a ser desactivados. Ante el peligro y el daño inminente, la Facultad debió ser cerrada. Actividades en conmemoración crítica del Golpe militar debieron ser suspendidas. Actividades docentes no pudieron realizarse. El personal de aseo pudo sufrir daño si no se hubieran detectado a tiempo.

¿Cuál puede ser el motivo de una acción como ésta? ¿Producir temor, simplemente?¿Presentar un signo de protesta? ¿Conmemorar violentamente otra violencia, la del golpe militar del 11 de septiembre de 1973? Sea cual sea, se trata de acciones inútiles, irracionales, que infunden temor y que obligaron a las autoridades de la Facultad a interrumpir sus labores y evacuar el edificio. Aquí no ha habido motivos, sólo impulsos elementales y animados por la cobardía del anonimato.

La Universidad de Chile –y nuestra sociedad entera– debe repudiar estos actos, sin ambigüedad alguna. Sea que provengan de sectores críticos a nuestra realidad actual, sea que formen parte de oscuras maniobras de desestabilización de nuestra convivencia diaria, sea cual sea el origen de estas acciones, nada las justifica. No representan más que el deterioro de nuestras prácticas cotidianas; evidentemente asociadas a otras violencias, pero que no admiten comprensión alguna.

En un estado de cosas donde la fuerza de la razón –y la razón de la política– podrían inhibir de entrada estas situaciones extremas, nada de esto ocurriría. Pero habiendo ocurrido y tratándose de una institución universitaria, animada por el valor del pensamiento, de la cultura y de la política bien entendida, la comunidad de estudiantes, académicos, funcionarios no académicos, debería declarar su abierta oposición a estas acciones deleznables. Sin miedo, sin renunciar a sus legítimas posiciones críticas con la valentía de oponerse a una violencia anónima y cobarde. Y decir “¡No!”, con la misma fuerza con la que puede decir “¡Sí!” a la crítica y a la construcción de una vida mejor.

Esta declaración está motivada por esos propósitos. Es de esperar que otros actores –estudiantes, funcionarios, académicos, la ciudadanía toda– encuentren en esta circunstancia la oportunidad de afirmar su deseo de resistir a todo fanatismo, a toda práctica animada –o más bien, desanimada– por una crítica sin crítica, a un poder sin política, a un saber ciego sin pensamiento.

Invito a toda nuestra comunidad a hacerse parte de un proceso que conduzca a un diálogo productivo, a una crítica fundada, a un trabajo cotidiano por la formación y la cultura. Para ello, todos los brazos, todas las mentes, toda la acción es bienvenida.