Reflexiones sobre la Contingencia Actual desde las Ciencias Sociales

El sentido educativo del Estado de Emergencia en el Chile actual (1)

El sentido educativo del Estado de Emergencia en el Chile actual

Uno de los rasgos más persistentes de las protestas sociales de los últimos tiempos en el país es su origen educativo. En efecto, el 2006 durante la denominada Revolución Pingüina, la demanda fue el derecho a la educación en respuesta al proceso de privatización, luego el 2011 y 2018 se luchó por un mayor financiamiento de la educación pública y por la igualdad de derechos entre personas de diferente género, respectivamente. Hoy, la evasión del pago del pasaje escolar en el Metro, en respuesta al alza en la tarifa del transporte público, cuyo telón de fondo es el costo de la vida familiar, el abuso y los privilegios de las elites dominantes, entre otros. En todas ellas, la sociedad civil, ha manifestado su apoyo a las reivindicaciones estudiantiles y ha sostenido que la resolución de tales demandas no está en medidas específicas sino en un cambio estructural que incorpore al modelo de sociedad.

Nuestra sociedad, en un sentido amplio, no volverá a ser la misma y es de esperar que el horizonte de sentidos educativos que está a la base de este cambio, pueda ser incorporado en los análisis multidisciplinares que podamos hacer en la emergencia social en curso cuya única certeza es que tiene un desenlace incierto.

Entonces, cuál es entonces, cabría preguntarse, el sentido educativo de la actual emergencia social. Los fenómenos sociales, según Hegel, suelen expresar un significado, que, oculto en la realidad, pugna en algún momento por emerger, siendo así de qué forma el develamiento de este significado podría ayudarnos a comprender, en clave educativa, el sentido de la crisis actual. Esa es la problemática que orienta esta reflexión.

Un primer alcance, para abordarla, es ampliar el marco temporal de la reflexión y es atender a la historia pasada para entender, según nuestro juicio lo presente.

Durante mucho tiempo de la historia de Chile lo que hoy llamamos educación, es decir el proceso de comunicación intencionado y orientado al desarrollo integral del ser humano en su plano intelectual, procedimental, actitudinal y espiritual fue más bien una excepción que la regla. En efecto, el Censo de 1813, evidencia que 600 de los más de 50.000 habitantes iban a la escuela. Cerca de 50 años después, solo 10 de cada 100 lo hacía. Comparativamente en Europa lo hacía más de la mitad de la población en la misma época y, poco después en países como Alemania alcanzó cobertura universal, algo que Chile logra con 100 de retraso. En este marco general, es importante preguntarse qué explica este cambio epocal, cuáles fueron las razones por las cuales las familias, entendidas como unidades económicas, permitieran que escuelas, jardines y liceos primero, y luego centros de educación superior, fueran parte fundamental de la vida de sus nuevos integrantes. Las ciencias sociales han proporcionado tres teorías que abordan este fenómeno.

En la primera, Durkheim, sostiene que la aparición de los sistemas educativos buscó resolver problemas de integración del mundo moderno. Este último, caracterizado por estar en tránsito entre una solidaridad mecánica, propia de las comunidades tradicionales, donde la integración se produce porque sus adeptos comparten una conciencia colectiva, limitante de la individualidad y una solidaridad orgánica, típica de la sociedad moderna y fundada en la división del trabajo y la especialización. En esta última, la educación tiene que abordar la paradoja moderna -máxima colaboración a base de individualismo extremo- y la transmisión de una conciencia moral de una generación a otra, posibilitando la integración.

En la segunda, planteada por Marx, a la misma pregunta, se da una respuesta económica: el Capitalismo. Este, no solo desarrollo las fuerzas de producción, sino que también las relaciones humanas de producción en torno al trabajo. Esto implica nuevas formas de socialización laboral de control de clase. Entonces, el sistema educativo sería la expresión de este fenómeno, cuyo objetivo es socializar al proletariado y legitimar las relaciones de poder surgidas al amparo de la producción capitalista.

En la tercera, planteada por Weber, se sostiene que el surgimiento de los sistemas educativos modernos es resultado de lucha de diversos grupos de interés. En estos, se presentan conflictos sociales, donde hay dos estrategias posibles de abordaje: La de sustitución, siendo un ejemplo de ello, la creación de escuelas públicas por parte de las elites en Inglaterra y las de restricción, como fue el caso de las instituciones educativas para grupos marginados mediante estrategias públicas en Francia.

Desde el punto de vista educativo, las teorías precedentes tienen el mérito de develar el origen de los sistemas educativos: la integración social en torno a la división del trabajo, las nuevas relaciones de producción y el uso de estrategias combinadas por parte de grupos de interés. Todas ellas, como diría Freire, describen el fenómeno, pero no dilucidan su sentido educativo y por ello político.

Este factor político es la aparición del ideal democrático. Idea fuerza que forja la escuela moderna, en el intento por corregir la distribución de bienes y oportunidades que efectúan la naturaleza y la herencia hasta lograr que el destino de las personas dependa de su talento y esfuerzo.

Este ideal parte del supuesto que las personas se distinguen por virtudes innatas (talentos) y socialmente adquiridas (valores). De esta forma, a la clásica pregunta de Rousseau sobre el origen de las desigualdades entre las personas, se responde: naturaleza y educación introducen diferencias materiales, simbólicas, de prestigio y de poder entre las personas.

Ahora, cómo podemos relacionar el ideal democrático que forjó el sistema educativo con las manifestaciones estudiantiles y que dan sentido a la emergencia social del Chile de hoy. Esta tiene como necesaria aproximación, la de considerar el cumplimiento de tal ideal y con ello las expectativas que ha generado en la sociedad en general y comunidades, familias y estudiantes en lo particular.

De esta forma, la educación pública de la que provienen la mayoría de estudiantes que han originado el proceso de protestas que ha decantado en la emergencia social de hoy , se ha inspirado y por ende tiene sentido, desde el (in)cumplimiento de este ideal. En otras palabras, la educación representa la promesa que la sociedad hace a los estudiantes y sus familias de que su lugar en el mundo dependerá de su esfuerzo, donde bienes simbólicos, como el poder y el prestigio, deben distribuirse según esta virtud. En este sentido, siguiendo a Dewey el ideal democrático esta asociado fundamentalmente a la idea de igualdad: no sería, entonces, la (des)igualdad educativa, un factor social para entender el estado de emergencia social y que tiene a millones de ciudadanos de manera transversal protestando.

Sostenemos entonces que el malestar ciudadano que se ha manitestado en las calles del páis tiene en su génesis un sentido educativo asociado al incumplimiento del ideal democrático de igualdad de oportunidades. Una cosa es acceder a la educación y progresar en los estudios y otra es disfrutar de las ventajas prometidas.

De este modo, para pensar el sentido educativo de la emergencia social, es importante reflexionar sobre quiénes son los actores que han originado este proceso, cuáles son sus expectativas y cómo estas conectan con el malestar general asociado a brechas de igualdad.

En conclusión, si queremos entender la emergencia social que nos convoca como sociedad es importante remontarse a las bases del sistema educativo, esto es a los ideales lo sustentan, analizando y contrastando las promesas que hace y su concretización. Para ello, es imprescindible que insumamos lecturas interdisciplinarias que pueden contribuir no solo a una comprensión educativa del actual proceso social sino también a las propuesta de sustentabilidad política que surjan de los cambios estructurales que más temprano que tarde debemos propiciar, pues en ello no solo se juega la resolución de la emergencia actual sino que parte del mismo destino de nuestra sociedad. Al principio recordamos que uno de los rasgos más distintivos de la crisis actual era su origen educativo. Luego, mediante antecedentes históricos, teorías sociales y análisis político-educativos se da cuenta del sentido permanente -asociado al ideal democrático- de la crisis y, finalmente, esbozamos su plausible conexión con la emergencia actual. Esperamos estas ideas en progreso sean un aporte a la discusión nacional.

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(1) Agradezco los aportes del equipo del Núcleo de Investigación en Formación Docente -IFODOC- del Departamento de Educación de la Universidad de Chile y las ideas clave que en su momento los profesores Carlos Peña (UDP) y Vicente Serrano (UACh) compartieron conmigo.