Columna

Una oportunidad para la innovación local

Una oportunidad para la innovación local

La pandemia nos impulsó a generar experiencias fundadas en un cambio radical de cultura, desde un modo de pensar y operar individualista a nuevas relaciones basadas en la cooperación y en la construcción de un bien común.

En el ámbito de la innovación, redes Makers, en conjunto con diversas organizaciones y empresas, han desplegado lo mejor de sí. A través de la aplicación de nuevos modelos productivos como el diseño de código abierto y la manufactura distribuida hemos vivido una breve, pero profunda ilusión de cambio. En unos días pasamos de considerarnos un país hiperdependiente productivamente a un ecosistema local, emergente de desarrollo y fabricación de productos que responden a nuestras propias necesidades, utilizando infraestructura tecnológica local y modelos de inteligencia colectiva.

Desde el FabLab U. de Chile queremos aportar a trascender la épica y ética tras estas iniciativas, desarrollando tecnologías que impulsen la creación de una nueva cultura material en Chile centrada en las personas, la diversidad territorial y en los ecosistemas.

Un ejemplo, es la iniciativa “Nodo Biofabricación Digital” que consiste en el diseño y distribución de un laboratorio creativo, capaz de transformar residuos de la agricultura local en materiales y productos biodegradables. El nodo se ubica cerca de donde se generan los residuos, integrándose al tejido social y agroindustrial de cada lugar, y promoviendo la diversidad territorial. Cada laboratorio incorpora un set de herramientas y tecnologías de bajo costo y formato escritorio, para abordar diferentes procesos de biofabricación digital y compartir know how con otros nodos.

El proyecto busca generar una red de diseño y manufactura distribuida, donde nodos territoriales y conectados materialicen bioproductos a pequeña escala, con infraestructura y materiales locales y así poder transitar hacia modelos alternativos de producción que integren lo local y lo global, lo físico y lo virtual a través de lógicas distribuidas y regenerativas, promoviendo la autosuficiencia de los territorios.

Es así que, bajo el contexto de pandemia, en vez de aplaudir la llegada de cada rollo de PLA (polímero biodegradable) para la impresión 3D de insumos sanitarios, podríamos transformar en el sur de Chile nuestros propios residuos de hoja de choclo en escudos faciales compostables y, en el norte, procesar cuezco de aceituna para ello.

¿Será esto una utopía? Creo que vale la pena intentar descubrirlo.