Amaru Moya: “Hacen falta más mujeres y disidencias en el mundo científico”

Amaru Moya: estudiante FCFM ganador de la beca ELAP

“No he conocido ningún físico que no le guste la música. Yo escucho de todo 24/7”, cuenta Amaru Moya (22) y recuerda que hasta los 15 años él también quiso ser artista y escritor. Lo explica con una sonrisa tímida, aunque en su cuello brilla un collar de púas metálicas, característico del estilo punk. Pero lo que podría parecer una contradicción, no es tan extraño en el mundo de la ciencia. “Los físicos no son tan cuadrados, a veces tenemos una imagen equivocada de ellos”, asegura, y agrega que incluso un profesor de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM), donde estudia, se declara fan de las BlackPink, uno de los grupos de K-Pop más populares de los últimos tiempos.

Varios datos desconcertantes como ese encontró durante su estadía en Canadá, como becario en la Universidad de Alberta. En 2022 ganó la beca Emerging Leaders -fue el primero de su carrera en obtener esta pasantía- y estuvo tres meses viviendo en la ciudad de Edmonton. El clima (en su primer día hubo -30°C de temperatura) y sus profesores (el director de ese prestigioso programa también tenía alma de artista y había estudiado actuación antes de dedicarse a la ciencia) fueron algunas situaciones sorprendentes de esa aventura.

Otro aspecto revelador fue que Edmonton, que parecía un lugar conservador -“era como el Texas de Canadá”- resultó ser muy respetuoso e inclusivo. “Son petroleros, como muy gringos, tienen unas camionetas gigantes, comen mucha carne. Pero, al mismo tiempo, son muy respetuosos, tienen muy inculcado eso de respetar a las otras personas”, dice.

A modo de ejemplo, relata que en la primera semana tuvieron una reunión para consultar los pronombres de cada uno de los estudiantes. “Fue una charla que tuvimos entre todos, muy ‘tranqui’, sin ninguna presión. Cuando entré lo primero que me preguntaron fue mi pronombre como una señal de respeto. Y eso es algo que no ocurre en general”, comenta.

Cuando Amaru ingresó a la Universidad de Chile a estudiar Licenciatura en Física el 2019 no había iniciado su transición, y aunque durante estos últimos años se enamoró de su carrera, también notó que puede ser un lugar más cerrado para la diversidad. “Me gustaría recalcar que hacen falta mujeres y disidencias en el mundo científico, y no porque no sean capaces, sino porque -y lo entiendo porque lo he vivido- el espacio de la ciencia no es de lo más fácil”, asegura.

Según su experiencia, este tema ha ido evolucionando y mejorando, pero aún queda mucho por hacer. En su generación, que está por egresar, de diez estudiantes no hay ninguna mujer. Este no es un dato aislado. En América Latina, las mujeres en carreras STEM (acrónimo de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) son menos del 20% del total de profesionales, según estadísticas internacionales. Algo similar ocurre con la diversidad sexual. “Es muy difícil, pero vale la pena luchar por defender los espacios. Y vale mucho más la pena cuando ya estás saliendo y ves que la gente se siente cómoda expresándose y entrando a la ciencia como disidencias ‘visibles’”, reflexiona.

De láseres y plasmas

Otro aspecto inesperado de este viaje fue su área de trabajo: soldaduras sobre la base de plasmas y las temperaturas necesarias para su funcionamiento, un tema relativamente desconocido para él. “Trabajé en la simulación de arcos de temperatura de plasma. Entonces, veía unas ecuaciones, me aseguraba que estuvieran bien, y las pasaba al computador, y simulada los arcos y después veía las propiedades de los distintos gases. Estudiaba la física que tenía el problema de la soldadura”, explica. 

Pero ¿para qué sirven estas soldaduras con plasma? “Hacen todo, o sea, hacen las naves espaciales, hacen los autos. Tesla utiliza soldadura. Los tubos de petróleo, todo utiliza soldadura, en realidad. Y al final, como es una ciudad petrolera, tiene mucho uso que tengan buenos soldadores”, sostiene. 

Además de este nuevo aprendizaje, observó un nuevo enfoque respecto a la disciplina y la orientación más práctica que existe a nivel internacional. “Allá están más dirigidos hacia la industria. En Canadá, los profes pueden hacer mucho. Se trabaja más directamente con empresas y les sirve mucho tener físicos porque saben mucho de ecuaciones, programar, organizar y estudiar para resolver el problema. Entonces, es una habilidad muy útil”.

A futuro, le gustaría volver a realizar un magíster en Canadá y seguir especializándose en la investigación y la ciencia, un mundo que puede ser más apasionante y “rockero” de lo que parece. “La emoción que siento cuando voy a los seminarios y empiezo a conectar las cosas que aprendí con otras de la carrera, como que nada le gana a esa sensación”, concluye.