Cien años de vida celebró destacada académica de la U. de Chile

Cien años de vida celebró destacada académica de la U. de Chile
Su desarrollo profesional, tras egresar y cumplir cargos directivos, ha sido muy destacado.
Su desarrollo profesional, tras egresar y cumplir cargos directivos, ha sido muy destacado.

Durante un siglo la vida de Guacolda Antoine Lazzerini ha experimentado una serie de matices. Y es que desde su nacimiento el 11 de abril de 1908 esta mujer ha demostrado un temple lejano a cualquier comparación.

Actualmente es una gran lectora, disfruta de breves caminatas, asiste a clases de gimnasia Buche, participa en las actividades del Adulto Mayor en la Casa de Todos de Ñuñoa y asiste a actividades sociales y conciertos. Para ella el descanso nunca ha formado parte de sus planes. Así lo demuestra su destacado desarrollo profesional tras egresar y cumplir cargos directivos en la Universidad de Chile.

De padre francés y madre italiana esta chilena heredó una amplia visión europea del mejoramiento educativo. Característica que, sin duda, marcó por décadas su desempeño.

Tras terminar sus Humanidades en el Liceo de Aplicación, en 1924 Guacolda ingresó al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Luego de dos años comenzó a  impartir clases particulares de matemáticas, para colaborar al sustento de su familia y para adquirir experiencia en el área.

Es a los 20 años cuando la maestra se recibe de profesora de Matemáticas y Física con “Algunos tópicos sobre Resoluciones de Ecuaciones Diferenciales y su implementación como nueva asignatura en las carreras de Pedagogía e Ingeniería”, tesis que dio el vamos a una fructífera carrera. Además integró el equipo de investigación formado por los reconocidos profesores Enrique Fröemel, Genaro Moreno y Carlos Videla.

Ese mismo año comienzan sus tres décadas de trabajo docente en el liceo Lastarria. En paralelo, se desempeña una temporada en Instituto Superior de Comercio. Sin embargo esta inquieta profesional también rinde los cursos que la entidad imparte en la carrera de Actuario, obteniendo el título en 1929.

Ad portas de los años treinta es nombrada profesora ayudante en el Instituto Pedagógico, dando clases en las asignaturas de Geometría Analítica y Geometría.

En 1933 es nombrada profesora auxiliar de la Universidad de Chile y gracias a los méritos evidenciados por sus pares y alumnos en 1954 fue designada Profesora Titular de Cátedra en la Facultad de Filosofía y Educación del plantel.

La influencia de Guacolda ha sido ampliamente reconocida por sus ex alumnos, quienes gracias a su constante apoyo pedagógico y humano tomaron importantes decisiones al momento de escoger sus futuros planes de estudio.

Fue así como la consolidación de esta maestra trascendió las aulas. La calidad de su compromiso con la educación la hizo conocida en ámbitos sociales variados e incluso en múltiples ocasiones fue requerida para dar clases particulares a personajes públicos  para completar su formación matemática o para asegurar una formación adecuada de sus hijos.

En 1947 dio clases en la Escuela de Ingenieros Industriales y posteriormente en 1953 se sumó al grupo de profesores que contribuyó a la marcha del Colegio Kent School.

Junto a sus actividades en la Universidad de Chile y en liceos esta insigne profesora tuvo una intensa actividad en la dirección de Memorias y Seminarios de Título, relacionados a los nuevos métodos de la enseñanza de las matemáticas en la educación media.

Además conjuntamente con la actividad docente, asumió responsabilidades directivas en la Universidad Técnica y en la Universidad de Chile. En la primera, se desempeñó como Secretaria del Consejo Docente de Matemáticas, Física y Química (1954-1958) y fue elegida presidenta del mismo Consejo Docente para los cuatro años siguientes.

En la Universidad de Chile fue jefa del Departamento de Matemáticas de la Facultad de Filosofía y Educación entre 1959 y 1962. Mientras que en 1960 fue designada jefa de la Comisión de Bachillerato en Matemáticas hasta 1965.

Además inicia junto a un grupo de colegas un intensivo perfeccionamiento de profesores en el Centro de Profesores de Matemáticas y Física de Santiago, donde es elegida presidenta para el período de 1960-1963.

En 1957 fue delegada de la Universidad Técnica del Estado en el Congreso de Universidades Latinoamericanas, realizado en Buenos Aires y en 1960 participó como delegada de las Universidades Chilenas ante la Comisión Elaboradora de Informe de la enseñanza científica.

En 1962 es invitada por los Gobiernos de la República Federal Alemana y de Francia para visitar universidades, centros de enseñanza industrial y otros establecimientos educacionales.

Si bien en esa época cumplía con los años necesarios para el retiro, su vocación docente estaba en contradicción con lo que su espíritu, su vocación y su capacidad de trabajo le impulsaban a hacer.

Sigue dictando clases en el Kent School y en1963 la Universidad de Chile la distingue designándola Profesora Extraordinaria de la Facultad de Filosofía y Educación, con lo que vuelve a dar clases en el Instituto Pedagógico, empezando un período de mucha actividad, que incluye la dictación de clases de matemáticas en la Escuela de Psicología de la Universidad de Chile.

Entre 1963 y 1968 es, también, Jefe del Departamento de Matemáticas de la Facultad de Filosofía y Educación del plantel.

Su buen trabajo en el perfeccionamiento de profesores, sin embargo, la mantiene al mando del Centro de Profesores de Matemáticas y Física de Santiago, hasta 1973. Seminarios, encuentros y convenciones marcan este período y un nuevo nivel de cooperación desde instituciones y gobiernos de otros países, como Francia.

Con el apoyo de profesionales como María Lara la profesora corona con éxito un esfuerzo de divulgación de la enseñanza de las Matemáticas modernas hacia padres y apoderados, con la publicación del libro “Nuevas Matemáticas para los padres” (Editorial Universitaria).

Con una reconocida trayectoria en la Facultad de Ciencias Universidad de Chile y en destacados establecimientos educativos en 1985 Guacolda terminó formalmente su carrera docente, aunque continuó hasta hace pocos años apoyando a estudiantes y profesores.

Su buen desempeño la llevó en 1992 a ser postulada al Premio Nacional de Educación y en 1997 la Agrupación de Mujeres Ingenieros la distinguió como profesional distinguida, junto a Elena Caffarena (figura emblemática en la defensa de los derechos femeninos) y a la ingeniero Rosario Jaque con motivo de la celebración del Día de la Mujer.