Análisis político-institucional

La insurrección en Ecuador develó una debilidad institucional

La insurrección en Ecuador develó una debilidad institucional
Prof. Octavio Avendaño
Prof. Octavio Avendaño
La revuelta en Ecuador. Foto: AFP
La revuelta en Ecuador. Foto: AFP
Chile dio su apoyo al presidente de Ecuador. Foto: Diario La Patria.
Chile dio su apoyo al presidente de Ecuador. Foto: Diario La Patria.

A partir de los últimos acontecimientos y tomando en cuenta la historia institucional de Ecuador, Avendaño sostiene que lo que ocurrió se trató de una revuelta antes de que un intento de golpe de Estado, puesto que las fuerzas que se revelaron no eran mayoritarias. De esta manera, se podría seguir hablando un apoyo del pueblo al presidente Rafael Correa, aunque no niega la posibilidad de que en un mediano plazo este apoyo pueda verse resentido, debido al comportamiento del electorado ecuatoriano en los últimos 13 años.

"Esta insurrección se ha interpretado como un intento de golpe o como una protesta violenta por parte de la policía y por parte de grupos organizados. Es un sector de las fuerzas armadas. O mejor dicho, es la policía la que reacciona de manera violenta y de una cuasi-insurrección. Plegándose también una parte de la aviación. Pero no hay una intervención completa por parte de las fuerzas armadas. Todo lo contrario. El ejército actúa e interviene a favor del gobierno de Correa, aplacando esta insurrección", comentó.

Avendaño encuentra sus diferencias con lo ocurrido en Honduras en 2009: "Si comparamos este hecho respecto de lo que ocurrió el año pasado en Honduras, se puede decir que hay una marcada improvisación por parte de los grupos ecuatorianos que estuvieron detrás de la revuelta. Esto marca una diferencia también con las insurrecciones militares hasta el golpe de Honduras dado en 2009, donde las fuerzas armadas actuaban corporativamente".

El gobierno de la refundación
Los hechos se explican a partir de su historia. Desde 2006 -se explayó el académico del Departamento de Sociología- "observamos en Ecuador una especie de refundación, desde el punto de vista institucional, con el establecimiento de la constituyente y con el establecimiento de una nueva constitución. Ha habido un proceso maduración y desarrollo institucional a partir de esa época pero que no se ha logrado consolidar del todo".

Por otro lado, al hacer un análisis de la reacción del gobierno, Avendaño observa que lo hace "de manera errática, al intervenir directamente. El presidente va al lugar donde se estaba produciendo la insurrección, sin dejar pie para un ultimátum o para que interviniera el resto de las fuerzas armadas. Se expuso demasiado y se expone demasiado, como parte de un modus operandi que ha aplicado Correa durante estos años".

La ciudadanía, por su parte, muestra una escasa reacción frente a este hecho. "Salvo el partido Pachakutic, que surge a partir de un movimiento indigenista y que pide incluso la dimisión de Correa, no se observa participación de grupos políticamente organizados que estén detrás de un golpe de Estado. Ni siquiera la posición de Lucio Gutiérrez, que es el más enconado adversario de Correa, fue clara en estos días", apuntó el académico.

Para Avendaño esta revuelta fue "espontánea", debido a que el presidencialismo que caracteriza al gobierno de Correa, ni siquiera ha dado lugar a que se genere una oposición que pueda desestabilizarlo: "Está cuestionada la forma en la que el gobierno se ha conducido en los últimos años. Hay una gestión marcada por el uso de los decretos, un carácter absolutamente presidencialista de la democracia que deja muy poco margen para que actúen los otros poderes del Estado. Hay una fuerte concentración del poder y una escasa capacidad o maniobra por parte de los otros poderes del Estado".

Y agregó: "La oposición se plantea de manera absolutamente fragmentada. En Ecuador, en estos últimos años es difícil hablar de una oposición o de sectores políticamente organizados detrás de una insurrección". De todas maneras, en los hechos "hubo una intencionalidad que iba más allá de la protesta por las medidas económicas adoptadas por el gobierno". Con esto, Avendaño se refería al ataque y el secuestro que sufrió Correa en el hospital tras la revuelta.

Más allá de este cuestionamiento, que reciben también otros presidentes latinoamericanos, "el apoyo que tuvo Correa en el año 2007 para la aprobación de la Constitución y a través del fuerte respaldo que recibe el partido oficialista al interior de la Asamblea Constituyente (80 escaños de alrededor de 130), habla de un fuerte compromiso y respaldo hacia su gobierno. La gran interrogante que surge tomando en cuenta la trayectoria del electorado ecuatoriano es: hasta donde este respaldo se va a mantener en el tiempo, teniendo en cuenta el asomo de estos conflictos", pone en tela de juicio el académico.

Una institucionalidad históricamente débil
"Si uno analiza la historia constitucional ecuatoriana, observa que ya van alrededor de 20 cartas constitucionales redactadas. Desde el año 78 en adelante y sobre todo desde el año 90, Ecuador estuvo marcado por situaciones de inestabilidad política que se expresaron a través de la alta volatilidad del electorado, que mostraba un fuerte desarraigo de las instituciones partidarias y de las instituciones intermediarias. Y, por otro lado, a través de una alta fragmentación de los partidos, lo que corrobora lo anterior", explicó Avendaño.

Desde 1997 Ecuador atraviesa una debilidad institucional que se materializa a partir de los derrocamientos de Bucaram, de Mahuad y de Lucio Gutiérrez. "Por lo tanto, lo de Correa en adelante representa un intento de superación de todo este cuadro político. El pone énfasis en la creación de un nuevo orden institucional que asegure más participación ciudadana y que genere una mayor armonía con las comunidades indígenas y con el entorno natural, a través de su proyecto del Buen vivir", apuntó.

De esta manera, el gobierno de Correa se dirime hoy entre su proyecto de participación ciudadana y la concentración del poder en el Ejecutivo y en la figura del presidente.