COLUMNA DE OPINIÓN:

Senador Chnaiderman: "No es lo mismo vender lápices que educación"

J. Chnaiderman: "No es lo mismo vender lápices que educación"
Senador Jonás Chnaiderman. Académico de la Facultad de Medicina. Profesor y Lic. en Biología de la U. Estadual de Campinas (Brasil) y Doctor en Ciencias con mención en Microbiología de la U. de Chile.
Senador Jonás Chnaiderman. Académico de la Facultad de Medicina. Profesor y Lic. en Biología de la U. Estadual de Campinas (Brasil) y Doctor en Ciencias con mención en Microbiología de la U. de Chile.

Felizmente los estudiantes están entendiendo que el eje de batalla no es entre instituciones que lucran versus las que no lo hacen: ya diagnosticaron que lo que está mal es todo el sistema universitario nacional, por eso es que desfilaron juntos por la Alameda chiquillos de universidades tradicionales y de otras más recientes, diciéndole al gobierno que toda la educación va rumbo a la catástrofe, arrastrando al país de paso. Resulta triste ver al ministro de educación intentar dicotomizar el conflicto mostrándose a la prensa "conversando" con un grupo no representativo de alumnos de Ues privadas o con unos pocos secundarios "que quieren volver a clases": típico intento para no hacerse cargo de los problemas de fondo.

En un canal de TV el mismo ministro tuvo que admitir que había participado en flujos de dinero por su inversión en una Universidad privada (o en una inmobiliaria asociada a ella...). Considerando que la ley (por muy espurio que sea su origen) prohíbe el lucro en las Ues (no así en los IPs y CFTs), sólo quedan dos alternativas: o se cambia la ley para que el ministro no caiga en la ilegalidad o se fiscaliza mejor el cumplimiento de aquella, procesando a todos los que hacen lo que el ministro hizo.

Pues bien, ya hay varios bogando por "sincerar" la situación y permitir el lucro en la actividad universitaria. Aquí quiero bogar no sólo por no hacerlo, sino por avanzar en dirección contraria: debería prohibirse el lucro en la educación a todo nivel: superior, media, escolar y preescolar.

Desde que se definen la propiedad y el intercambio acordado de ella, se concibe la posibilidad del crecimiento del patrimonio. Si hoy tengo un lápiz y te lo cambio por dos duraznos, hice un trueque. Si mañana coincide que alguien quiere cambiar mis dos duraznos por dos lápices, pues bien, de un lápiz hice dos: incrementé mi patrimonio. Dado que las transacciones descritas son entre individuos, se puede afirmar que un individuo lucró en su accionar. La gran diferencia surge cuando la organización de las sociedades y su desarrollo impele a los seres humanos a crear "estructuras orgánicas" con fines específicos. Algunas de esas estructuras nacen con la definición de incrementar patrimonio de quienes las crean (empresas con fines de lucro); otras explicitan que NO tienen ese fin (por ejemplo, algunas ONGs). Pero hay una gran estructura en la que esa definición debiera ser irrelevante: el Estado.

A partir del momento que el Estado funciona con dinero recaudado de manera transversal (impuestos), si es que realiza actividades que incrementen patrimonio, se supone que eso debiera beneficiar al colectivo; si es que no, no importa, los gastos del Estado -otra vez- debieran beneficiar al colectivo.

Por otro lado, es efectivo que todos los seres humanos tienen un instinto que los lleva a querer incrementar sus capacidades de sobrevivencia y que eso puede incluir el querer incrementar patrimonio. Algunos han querido hacer un símil entre "adquisición de educación" e "incremento en el número de lápices". Por cuestiones filosóficas discrepo de ese símil, pero aunque lo aceptemos hay una gran razón por la que no están al mismo nivel: la ley (otra vez).

Nuestro cuerpo jurídico afirma que la educación es un derecho, en el entendido que a todos los ciudadanos debería garantizársele el acceso a ella. Entonces, entre universidades y estudiantes se establecen dos enormes asimetrías: los estudiantes son individuos (con derechos por ley) mientras que las Ues son estructuras (con derechos distintos); por otro lado, los estudiantes están batallando por el cumplimiento de sus derechos mientras que los beneficiarios de las Ues (sus propietarios) debido a la estructura de nuestra economía, tienen virtualmente garantizado ese derecho. Al permitir el lucro en la educación, se da la absurda situación de que para hacer cumplir un derecho un individuo debe disminuir su patrimonio para que otro lo incremente (ni hablar de los absurdos intereses, ese es otro cuento más dramático). Desde un punto de vista ético, ¿cómo justificar una transacción (un intercambio de bienes) para que una de las partes pueda efectivizar un derecho? Si extremamos este raciocinio (los derechos son derechos, los intercambios son intercambios), entonces sería lícito que el día de mañana para poder respirar (en el entendido de que es parte del derecho a la vida) yo podría ser obligado a darle parte de mis bienes a otro individuo.

Así, si es que de "sincerar la situación" se trata, exijo que si se admite el lucro en la educación, entonces se reforme la constitución y sea eliminada como un derecho, pues eso es lo que hoy ocurre en nuestro país: ¡hay un derecho que no está siendo garantizado!

Si el raciocinio aquí planteado lo empuja a usted a creer que si de un derecho se trata entonces ni siquiera las Ues estatales deberían cobrar, quiero felicitarlo: yo también creo que la educación debiera ser gratuita. Sin embargo, si se argumenta que "la masificación de la educación" sólo es posible si es que los individuos invierten en ella (nadie me ha convencido con números de eso...), entonces separemos las cosas: una cosa es tener que pagar porque el Estado no logra garantizar el derecho sin ese aporte y otra cosa es que para hacer cumplir un derecho yo deba promover el incremento de patrimonio de terceros que ya tienen ese derecho adquirido.

Por último, mucho se ha insistido en que los impuestos "de todos los chilenos" en las Ues estatales están pagando la educación de la élite. Pues bien, ligando este problema al lucro, suena raro querer arreglar ese problema acabando con las Ues estatales y favoreciendo las iniciativas privadas con lucro: si te duele la pierna, amputémosla! ¿Qué tal si empezamos a garantizar el acceso a las Ues estatales a más estudiantes de los niveles socioeconómicos menos privilegiados? Más aún, lo que está mal no es que todos los chilenos paguemos por educar a todos los chilenos: lo que está mal es que aquellos que más lucran en el país (algunos de esos chilenos...) paguen tan pocos impuestos e impidan que el Estado pueda garantizar el desvalorado derecho a educación.

No nos dejemos engañar: no será el permitir el lucro de las Ues privadas lo que mejorará la posibilidad de concretar un derecho establecido en la ley: eso sería solucionar el problema en el que explícitamente están cayendo algunos inescrupulosos empresarios que empiezan a percatarse de sus delitos, al igual que el escándalo "La Polar" está evidenciando los delitos de muchas otras empresas... Pero eso será cuento de otra columna.